28 November 2022
La campaña hortofrutícola 2021/22 se ha caracterizado por un contexto económico y geopolítico complicado debido todavía a la crisis causada por el coronavirus y las consecuencias de la posterior invasión de Rusia a Ucrania. Esta última ha provocado un incremento de los precios de los insumos de producción que, junto con la sequía, han supuesto la mayor preocupación para los agricultores en todo el territorio nacional.
Los costes que más han aumentado han sido los que tienen una mayor dependencia de la evolución de los mercados energéticos: electricidad, plásticos y fertilizantes, entre otros. Para la agricultura bajo invernadero almeriense todo ello se ha traducido en un aumento del 12,0 % del total de gastos estimados por hectárea.
Si bien es cierto que la contracción de la producción en la provincia (-8,5 %) ha favorecido la comercialización de las hortalizas, permitiendo una cierta amortiguación del incremento de los costes. También lo es la necesidad de seguir aumentando la rentabilidad del sector, presentándose este como uno de los principales retos del de la agricultura intensiva. Especialmente, en un contexto internacional inflacionista, que está repercutiendo en todos los sectores, incluidos los que conforman los costes de producción y agravado por el crecimiento de los tipos de interés en un intento de contener la inflación, aún con el riesgo de entrar en recesión.
Como se ha ido indicando en informes anteriores, la digitalización es un gran aliado para aumentar la rentabilidad, entendida como una evolución constante de mejoras en las técnicas de producción. Esto va a permitir la toma de decisiones basadas en parámetros objetivos, optimizando el uso de los insumos tan necesario en las circunstancias actuales y que además aporta al sistema productivo un mayor grado de sostenibilidad.
La sostenibilidad, sin duda, es cada vez más necesaria y valorada por los consumidores. Además, es un área en la que el sector lleva años trabajando, como pone de manifiesto el avance de la superficie de cultivo con técnicas de control biológico, la investigación en el manejo integral del suelo, o la cada vez mayor eficiencia en el uso del agua de riego, siendo un referente en la optimización de recursos.
Asimismo, la investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías como la inteligencia artificial (IA) o la robótica aplicada a la agricultura se prevé que contribuyan a la sostenibilidad de las explotaciones y faciliten las labores de cultivo, atrayendo mano de obra más cualificada. Los costes derivados de la mano de obra, principal coste de producción para la horticultura intensiva, son uno de los principales impulsores de la investigación en la automatización de tareas.
Actualmente, se prevé esta sea parcial en el corto plazo y focalizada en determinadas labores debido que la diversidad de hortalizas y sistemas productivos dificultan el desarrollo e implantación de estas técnicas. No obstante, la velocidad en la generación de tecnología puede cambiar este escenario y que la implantación en campo sea cada vez más cercana.
El papel de la digitalización, la IA o la robótica no solo mejoran la eficiencia y sostenibilidad de los procesos productivos y, por tanto, optimiza los costes. Sino que tiene una gran utilidad para incrementar los ingresos de explotación. Así, hablamos de grandes aliados en la comercialización de nuestros productos, que nos permiten conocer el perfil y demandas de las generaciones más jóvenes y, por tanto, fomentar el consumo y valoración de nuestros productos en el presente y futuro.
Otras herramientas para mejorar la rentabilidad vendrán de la mano de diferentes ramas de la ciencia aplicadas a la creación de nuevos alimentos y otros bienes que valoricen los subproductos generados en la producción. Para que de esta manera su gestión deje de ser un gasto, acercándonos cada vez más a completar el recorrido de una economía circular.
Finalmente, es necesario destacar la importancia de la industria auxiliar y su contribución en el desarrollo del sector agrícola de la provincia, aportándole la tecnología y los recursos necesarios para alcanzar los objetivos de rentabilidad y sostenibilidad anteriormente mencionados.
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