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Fernando Miranda SotillosConsejero de Agricultura, Pesca y Alimentación en la Misión Permanente de España ante la ONU y los Organismos Internacionales
11 min

El comercio internacional basado en reglas ha muerto. Las cuatro semanas en las que todo ha cambiado

18 February 2025
Comercio Exterior
Economía Agroalimentaria
Guerra comercial

18 February 2025

Cuando tomó posesión la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, el pasado 1 de diciembre, todo hacía presagiar que lo peor podría ocurrir, pues tan solo unas semanas antes, el 5 de noviembre, Donald Trump había resultado ganador, con holgura, en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos. 

Sin embargo, como tantas veces, la realidad ha superado con creces los peores temores. 

Finales de enero: de la toma de posesión de Donald Trump a la Brújula de Competitividad de Úrsula von der Layen

20 de enero. Desde que el presidente norteamericano tomó posesión de su segundo mandato, el lunes 20 de enero, ha transcurrido un mes frenético, que ha puesto patas arriba el orden internacional tal y como lo conocíamos y, en lo que nos ocupa en este blog, ha hecho saltar en pedazos el comercio internacional basado en reglas. 

Ese mismo día firmaba la America First Trade Policy, que, sin ser la peor de todas las órdenes ejecutivas, significaba la primera carga de profundidad en la demolición de la arquitectura del comercio internacional. 

Vamos a hacer un recorrido de lo que han sido estas cuatro semanas, pues, aunque ahora no lo valoremos suficientemente, cuando miremos atrás, todo habrá cambiado.

29 de enero. Nueve días después, la presidenta de la Comisión, Úrsula von der Layen, presenta la 'Brújula de la Competitividad'. La expectación no podía ser mayor. No solo se trataba de dar respuesta política a las expectativas creadas por el Informe Draghi, sino que también se esperaba un mensaje político, claro y rotundo, ante las noticias que llegaban de Washington. Para entonces Donald Trump ya había firmado decenas de órdenes ejecutivas.

La presentación de la “Brújula” supo a poco. Desde luego no hubo un mensaje político claro sobre todo lo que sucedía al otro lado del Atlántico. Pero tampoco hubo una respuesta de calado, de calado político, a los problemas de falta de competitividad que aquejan a la Unión Europea y que la alejan, cada vez más, de las grandes superpotencias, China y los Estados Unidos.  

En efecto, la “Brújula de la Competitividad” es un documento programático, de inicio de legislatura, del que no se deducen cambios estructurales significativos ni decisiones políticas arriesgadas. Buenos propósitos y algunas buenas ideas, pero también falta de concreción, ausencia de cifras (la propuesta para el nuevo Marco Financiero Plurianual post 2027 aún tardará en llegar) y problemas repetidos, como el del exceso regulatorio y de burocracia, sobre el que uno se pregunta por qué no se han resuelto antes, sobre todo, tratándose como es el caso de un segundo mandato.

 

Comienza febrero con los primeros aranceles USA y el primer documento sobre el presupuesto de la UE a largo plazo

1 de febrero. El transcurso de las dos siguientes semanas ha sido trepidante. Estados Unidos publicaba el día 1 de febrero los aranceles aplicables a Canadá, Méjico y China. Los dos primeros negociaban una tregua exprés de un mes a cambio de concesiones en forma de tropas en la frontera y China presentaba, el día 5 de febrero, una queja ante la Organización Mundial de Comercio (OMC), al tiempo que anunciaba contramedidas.

 

 

11 de febrero, martes. Trump firma la orden ejecutiva por la que se aplican aranceles del 25 % al acero y al aluminio, que sustituyen al arancel que impuso en su primer mandato del 25 % para el acero y del 10 % para el aluminio, pero eliminando las numerosas excepciones que beneficiaban en particular a la Unión Europea.

12 de febrero, miércoles. Un día después, a la salida del Colegio de Comisarios, otro acontecimiento político esperado en la Unión Europea. La Comisión presentaba su programa de trabajo y dos de las primeras declinaciones de la “Brújula de la Competitividad”, dos comunicaciones: la primera sobre simplificación, bajo el título “A simpler and faster Europe: Communication on implementation and simplification”; y la segunda, en este caso dirigida a las instituciones comunitarias, muy importante para todos, sobre lo que será el próximo presupuesto a largo plazo de la Unión Europea o Marco Financiero Plurianual post 2027, bajo el título “The road to the next multiannual financial framework”.

De nuevo, el tono de la Comisión que prevalece es de contención

Pero hagamos una pausa para comentar brevemente la Comunicación sobre el camino hacia el próximo Marco Financiero Plurianual post 2027

De nuevo, es un documento que sabe a muy poco. Las 14 páginas, sin propuestas de cifras, se resumen en que el nuevo presupuesto tendrá un único plan por Estado miembro, bajo el cual hay que suponer que se agruparán todos los fondos actuales, incluidos agricultura (PAC) y cohesión y, adicionalmente, un Fondo Europeo para la Competitividad que se focalizaría en los sectores y tecnologías críticas para la Unión. 

Ninguna mención sobre si, dentro de ese plan único, la PAC conservaría o no su independencia presupuestaria. 

Quizás lo más relevante han sido las declaraciones, desde Bruselas y desde Madrid estos días, en las que se habla de duplicar el presupuesto comunitario, lo que supondría pasar del 1 % actual al 2 % del PIB, en la confianza de que, con incrementos de esa magnitud, no solo se pueda conservar el presupuesto de la PAC, sino que se pueda actualizar como corresponde.

El día en que se terminó el comercio mundial basado en reglas

13 de febrero, jueves. El Reciprocal Tariff Day. Tal y como se venía anunciando, la Administración Trump publica un memorándum cuya aplicación efectiva supondrá, de hecho, esta vez sí, la demolición del edificio del comercio internacional basado en reglas, que comenzó a construirse por los propios Estados Unidos, cuando se instituyó el Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio o GATT en 1947, antecesor de la actual Organización Mundial de Comercio (OMC)

 

 

En el memorándum, el presidente de los Estados Unidos ordena a sus agencias y servicios realizar un barrido a todos sus socios comerciales, país por país, para evaluar no solo los aranceles que aplican, sino también qué tipo de impuesto sobre el valor añadido utilizan, si protegen adecuadamente los derechos de propiedad intelectual, si conceden subvenciones a sus productos o si utilizan de manera fraudulenta el tipo de cambio de sus monedas. 

 

 

El resultado de este barrido será la aplicación de aranceles diferenciados o particularizados para cada país. Con ello, Estados Unidos quebrantará uno de los principios más sagrados del comercio internacional basado en reglas, el de 'Nación Más Favorecida', que figura en el artículo I del Acuerdo del GATT, y que significa que un país, para un producto, debe aplicar el mismo arancel a todos los países; es decir, los aranceles no pueden ser discriminatorios en función del país del que se trate.

Se trata de un golpe muy duro; el escenario que emerja será completamente diferente. Por la vía de los hechos, los Estados Unidos han roto con las reglas del comercio internacional. Es necesario esperar todavía para saber si mantendrán su presencia en la OMC. 

Precisamente, en una de las órdenes ejecutivas de estas últimas cuatro semanas, la publicada el 4 de febrero, los Estados Unidos anuncian la retirada la financiación de algunos organismos de Naciones Unidas, y somete a revisión el apoyo financiero a todos los organismos internacionales, lo que incluye a la OMC.

La situación financiera de la OMC, como la de muchos organismos internacionales, es frágil, pues depende enteramente de las contribuciones financieras de sus miembros. El presupuesto consolidado de la OMC para 2024 fue de 205 millones de francos suizos, de los que Estados Unidos, con el 11,4 %, China, con el 11,2 % y Alemania, con el 7,2 %, fueron sus principales contribuyentes. 

En el supuesto de que Estados Unidos decidiera finalmente cesar su contribución financiera a la OMC, sería un duro golpe para la organización al perder 23,2 millones de francos suizos de contribución anual

Sin embargo, este no sería el principal problema, pues una cantidad de esa magnitud podría ser fácilmente compensada con un pequeño incremento de las contribuciones del resto de los miembros o de los principales contribuyentes. 

Como ya hemos apuntado, el principal problema para la organización vendría de la renuncia unilateral de los Estados Unidos a someterse a sus procedimientos, circunstancia que, de hecho, ya se está produciendo.

En un ambiente aún más enrarecido, surge por fin la propuesta para aplicar la reciprocidad a las importaciones en la UE

14 de febrero. Entre tanto, el comisario de Comercio, Maros Sefcovic, como no podía ser de otra manera, ya ha comenzado los contactos con su homólogo norteamericano, el secretario de Comercio Howard Lutnick, previsiblemente para minimizar la escalada comercial que pueda desencadenarse por la aplicación de “aranceles recíprocos” por parte de los Estados Unidos. 

Todo ello en el marco de un ambiente denso y tenso, sobre todo tras el tono amenazante del vicepresidente de los Estados Unidos, JD Vance, en la Conferencia de Seguridad de Múnich, celebrada en la ciudad alemana entre el 14 y el 16 de febrero, que bien pueden provocar que la respuesta de la UE no sea tan contenida como en principio cabía esperar.

 

 

 

Si llega el caso, podemos decir, con bastante seguridad, que la UE puede tener varios escenarios de respuesta en forma de lista de partidas arancelarias de productos norteamericanos sobre los que se aplicarían aranceles compensatorios

La opción más sencilla, sería recuperar la lista de la guerra comercial de 2018, que comprendía, entre otros productos, bourbon, whisky, por supuesto, acero y aluminio, cosméticos, aparatos electrónicos, motocicletas (Harley Davidson), prendas de vestir (Levi-Strauss), tabaco, entre otros productos. 

Está por ver si el volumen económico que representa esta lista es suficiente o es necesario ampliarla, a la luz del alcance que puedan tener los aranceles que imponga la Administración Trump.

19 de febrero. Para cerrar estos casi treinta días que habrán cambiado el comercio internacional basado en reglas tal y como lo conocíamos, el 19 de febrero el comisario de Agricultura y Alimentación, Christophe Hansen, presenta también su programa de legislatura, que no es otra cosa que el documento titulado “Visión para la Agricultura y la Alimentación: configurando juntos un sector agrario y agroalimentario para generaciones futuras”

Y precisamente, en este momento, se recoge una propuesta que, durante muchos años, parecía imposible por su falta de encaje en las reglas del Acuerdo sobre Medidas Sanitarias y Fitosanitarias de la OMC

El documento plantea, por primera vez, aplicar la reciprocidad a la importación de productos de origen vegetal, es decir, prohibir expresamente la importación de productos agrarios que hayan sido tratados con productos fitosanitarios de alto riesgo no autorizados en la UE

El comisario demuestra así su firme defensa de la aplicación de la reciprocidad a las importaciones, de manera que, por ejemplo, los productos agrarios en cuya obtención se hayan empleado fitosanitarios que empleen neonicotinoides o insecticidas que empleen clorpirifos o metil-clorpirifos, no podrían ser importados en la UE.

En un momento de turbulencias como en el que nos encontramos, algunos medios lo han interpretado, de manera muy apresurada, como un movimiento para prohibir las exportaciones de soja norteamericana a la UE. No era esa la intención

Sin embargo, precisamente sea ahora el momento de poner la reciprocidad encima de la mesa en todos sus términos. Con independencia de que la puesta en práctica será procelosa, de que habrá problemas, muchos, con la normativa actual de la OMC, que se basa en el principio de equivalencia, este momento de agitación puede que sea el mejor para plantear la iniciativa. 

Con ello, ya no habrá que hacer circunloquios para explicar a los agricultores por qué sus colegas de terceros países pueden emplear los mismos productos que se han prohibido en la UE para hacerles la competencia en nuestro propio mercado.

Cuatro semanas en definitiva en las que todo ha cambiado, en un momento en el que todavía no es posible vislumbrar el nuevo orden que se establecerá cuando se asiente.

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