16 December 2024
En la OMC hay que negociar de otra manera para evitar volver a fracasar
Desde la perspectiva que ofrece seguir lo que acontece en la Organización Mundial de Comercio (OMC), diciembre ha tenido el sabor de algo parecido a un fin de ciclo en las negociaciones comerciales internacionales.
La directora general, Ngozi Okonjo hablaba de la necesidad de adoptar un nuevo enfoque y, en referencia específica a las negociaciones agrícolas y pesqueras, indicaba que era preciso empezar desde cero, “resetear” las negociaciones para aprovechar el escaso margen de tiempo que hay para conseguir algún mínimo resultado en la Cumbre Ministerial de la OMC, que tendrá lugar en marzo de 2026 en Camerún, la decimocuarta (CM14).
Quedan quince meses y eso, en tiempos OMC, es un suspiro.
Y es que el ambiente en la OMC, en este momento es, como poco, sombrío
Las negociaciones en pesca, que recibieron un fuerte impulso en la CM13 de Abu Dhabi, celebrada en febrero de 2024, fracasaron estrepitosamente el pasado 12 de diciembre, tras el último intento del embajador islandés, Einar Gunnarsson, presidente del Grupo de Negociación sobre Normas, para inscribir el texto del acuerdo en el Consejo General de la OMC de 16 de diciembre.
La India y sus países satélites dieron por enterrado el acuerdo al negarse a apoyar un un texto que consideran claramente desequilibrado, que podía perjudicar sus posibilidades de incremento de capturas, en favor de los países “grandes subsidiadores” que, a su juicio, saldrían bien parados de haberse cerrado el acuerdo.
Tras haberlo intentado todo, el embajador islandés se despedía de su puesto, que dejará a comienzos de 2025, sin que se atisbe una salida a las negociaciones en materia de pesca tras más de un año de intenso trabajo.
Con las negociaciones menos avanzadas, el ambiente en agricultura no es muy diferente. El embajador turco, Alparslan Acarsoy, presidente del Comité de Agricultura, también este mes de diciembre, fracasó en su intento de establecer un procedimiento y una agenda de negociación para alcanzar un acuerdo sobre agricultura con vistas a la CM14.
En esta ocasión también fue la India quien bloqueó el proceso, pues no acepta que se avance en ningún otro ámbito de negociación que no sea el de las existencias públicas (public stockholding, o PSH como se conoce en la jerga OMC). Para el país más poblado de la tierra, con 1.400 millones de habitantes, la posibilidad de poner en regla su sistema de compras públicas no es un problema menor.
La casualidad ha querido que el embajador Acarsoy también deje su puesto a comienzos de 2025. De manera que, a poco más de un año de la CM14, la posibilidad de llevar un acuerdo sobre agricultura, tras 25 años de negociaciones, se ve cada vez más remota.
Las cumbres de la Asamblea de Naciones Unidas, de los BRIC y del G20, que se han sucedido este otoño, han sido prolijas en declaraciones en defensa del comercio internacional basado en reglas, “con la OMC en el centro”, rezaban todas ellas, comprometiéndose a que el sistema de solución de diferencias esté plenamente operativo a finales de 2024. Pues bien, concluye el año y tampoco se ha podido materializar este compromiso.
Este ambiente de fin de ciclo coincide además con el inicio del segundo mandato al frente de la OMC de la nigeriana Ngozi Okonjo-Iweala, que deberá dar una sacudida a la organización si quiere conservar su papel en la escena de las relaciones comerciales internacionales.
Al contrario de lo que sucede en la Unión Europea, en donde la Comisión tienen poderes ejecutivos, en la OMC es la acción de los miembros quien verdaderamente empuja la actividad de la organización. Así que, en pocos, meses, quince meses en concreto, la directora se la juega si no es capaz que los miembros se muevan.
Pero el ambiente de fin de ciclo va más allá de lo que ocurre en la OMC.
Cambios en Estados Unidos y a la espera de ver cómo se concretan los encargos de von der Layen
Por un lado, en enero tomará posesión la nueva Administración Trump en los Estados Unidos. Ya sabemos los nombres de quienes ocuparán los puestos más importantes en materia comercial.
El puesto de “negociador en jefe”, el USTR o representante de Comercio de la Oficina del Presidente, lo ocupará Jamieson Greer, antiguo jefe de gabinete de Rober Lighthizer, ex USTR en la primera Administración Trump; y el de secretario de Comercio lo ocupará Howard Lutnick, multimillonario y uno de los mayores contribuyentes en la campaña de apoyo al que ahora será su jefe.
Ellos serán quienes deban materializar las profusas declaraciones del Donald Trump sobre imposición de aranceles a China, México, Canadá y, en definitiva, a todos los países que exportan a los Estados Unidos. Si las palabras se traducen en hechos, la sacudida que produzca este terremoto se hará notar en todo el andamiaje que sustenta el comercio internacional.
Por otro lado, más cerca de todos nosotros, en la Unión Europea, en el transcurso del primer trimestre de 2025, comenzaremos a ver las primeras entregas de lo que será la aplicación práctica del mandato recibido por cada comisario de su presidenta, la alemana Ursula von der Leyen.
Concretamente, transcurridos los 100 días desde su toma de posesión, el comisario de Agricultura y Alimentación, el luxemburgués Christophe Hansen, entregará su encargo de 'Visión del Futuro de la Agricultura y la Alimentación'.
Encargos semejantes tienen encomendados sus colegas de Comercio y Presupuestos, que verán la luz también a principios de 2025. En estas primeras líneas de actuación política veremos hacia dónde se dirige la política comercial de la UE y, concretamente, la que afecta al sector alimentario y, de manera muy particular, qué trato recibe la idea de avanzar hacia la reciprocidad y la igualdad de condiciones en las importaciones de productos agrarios que se indicaba en la carta de misión del comisario de Agricultura.
Entre tanto, tras el fracaso de la coalición del semáforo, Alemania volverá a las urnas el 23 de febrero, en lo que puede suponer un cambio de gobierno y, con ello, de las orientaciones políticas de la primera potencia económica y comercial de la Unión.
El nuevo Gobierno que surja de las elecciones se tendrá que enfrentar a una de las mayores crisis industriales que haya sufrido el país en décadas y a un endiablado escenario comercial, por el conflicto abierto con China, a cuenta de los vehículos eléctricos y, posiblemente por tener que responder a las primeras medidas que tome la Administración Trump en materia comercial que, sin duda, afectarán al primer exportador de la UE, Alemania, pero también al resto de Estados miembros y, directa o indirectamente al sector agrario y alimentario, que suele ser la víctima colateral de estas guerras.
Y, por si fuera poco –lo hemos vivido este mes de diciembre–, Francia afronta una de sus etapas políticas más convulsas de los últimos años. Todavía no sabemos cómo encajará en el país galo el cierre del acuerdo de Mercosur, con una Asamblea y una opinión pública contrarias a este acuerdo, eso sin tener en cuenta al sector agrario, levantado en armas contra el acuerdo.
Es difícil calibrar en este momento cuál será la reacción francesa al atrevimiento de von der Layen de cerrar el acuerdo en plena semana de la moción de censura al Gobierno Barnier, cuyas gestiones en Montevideo, sin duda, estuvieron apremiadas por la proximidad de las elecciones generales en su país.
En este mundo no existen las casualidades. Con la herida de Mercosur abierta, comenzarán las negociaciones sobre el Marco Financiero Plurianual y sobre la PAC; y Francia, que esto lo sabe hacer, se lo cobrará.
La multilateralidad en el comercio amenazada
2025 puede ser un punto de inflexión para la gobernanza del comercio internacional. La multilateralidad que representa la OMC será la principal amenazada en favor de la fragmentación del comercio.
Sin el apoyo de los Estados Unidos, con los BRIC impulsando alternativas al dólar para el comercio, con la India enquistada en sus problemas, las dificultades de la OMC serán aun mayores para que pueda cumplir su papel y no caiga en la irrelevancia de una organización internacional más.
Por eso, la idea de comenzar desde cero y replantearse las negociaciones comerciales en la OMC, con un enfoque radicalmente distinto, puede ser el mejor enfoque en este momento.
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