20 November 2024
La BRICS Grain Exchange
El pasado mes de octubre, entre los días 22 y 25, tuvo lugar en la ciudad rusa de Kazan, la 16.ª Cumbre de los BRICS, que reunió a los mandatarios de los países que componen el grupo inicial y que dan origen a sus siglas: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, así como a los mandatarios del grupo de cuatro países adheridos a principios de este año: Egipto, Etiopía, Irán y Emiratos Árabes Unidos, y los de otros 13 partner countries.
En la Declaración de Kazán, de 23 de octubre, un documento prolijo en exceso en comparación con los que producen las cumbres del G20, en el punto 73 (de 134), bajo el pretexto de disminuir las perturbaciones que afectan al comercio internacional de materias primas agrícolas y de fertilizantes, haciendo referencia a que las medidas económicas restrictivas aplicadas por ciertos países, incompatibles con la OMC, estarían afectando a los países exportadores, a iniciativa de Rusia, se propone crear una nueva bolsa para el comercio de “granos”: la BRICS Grain Exchange, que en el futuro se podría ir ampliando a otros productos.
Esta iniciativa tendría mucho que ver con las dificultades que supone para Rusia la expulsión del sistema de pagos internacionales SWIFT, en el marco de las sanciones occidentales por la invasión de Ucrania. Algunos observadores han visto también en esta iniciativa, la posibilidad de eludir al dólar, la moneda norteamericana, de este tipo de transacciones, donde es dominante, particularmente a través de la principal bolsa de materias primas del mundo, la Chicago Mercantile Exchange, dentro de la cual se integra la Chicago Board of Trade (CBOT).
Pero antes de continuar, veamos brevemente quiénes son los BRICS en el ámbito que nos ocupa del comercio mundial agroalimentario.
Los países miembros de los BRICS son actores clave en el comercio mundial agroalimentario
Los países que integran los BRICS albergan el 45 % de la población mundial y el 28 % de la superficie cultivada.
China, India y Rusia, respectivamente, son el primer, el tercero y el cuarto productores mundiales de trigo, respectivamente, siendo Rusia el primer exportador mundial de esta commodity. Brasil, China e India son el primer, cuarto y quinto productores de soja del mundo, respectivamente.
Por su parte, China y Brasil son el segundo y el tercer productor del mundo de maíz, mientras que China e India son los primer y segundo productores del mundo de arroz. En azúcar, Brasil, India y China son, respectivamente, primero, segundo y cuarto productores mundiales y, en otra commodity no menos importante, el café, Brasil es el primer productor mundial (con diferencia, con el 39 %).
En carne de cerdo, China, Brasil y Rusia son primer, cuarto y quinto productores mundiales; y en carne de vacuno, Brasil China e India son segundo, tercero y quinto productores mundiales.
Además, Rusia y China, son primer y segundo exportadores mundiales de fertilizantes nitrogenados (ambos representan el 29 % de las exportaciones), siendo Rusia, a su vez, el segundo exportador mundial de gas natural, materia prima clave para la fabricación del amoniaco con el que se fabrican esos fertilizantes.
A su vez, Rusia y China son primer y tercer exportadores mundiales de fertilizantes fosfóricos (ambos representan el 39 %), mientras que Rusia es el segundo exportador mundial de fertilizantes potásicos (20 %).
Con esta breve panorámica nos podemos hacer una idea de la potencialidad de estos países en el comercio internacional de materias primas agroalimentarias. Pero, además, todos estos países están llevando a cabo planes ambiciosos para incrementar sus producciones, ya sea con vistas a potenciar sus exportaciones (Brasil y Rusia) o ya sea para disminuir su dependencia de las importaciones (India y China).
Pero, además, hay particularidades de algunos miembros del grupo de los BRICS que merece la pena destacar en ese momento.
India y China comprenden el 35 % de la población mundial. En estos países el concepto de seguridad alimentaria se percibe de manera distinta que en Europa. Garantizar todos los días la seguridad alimentaria de poblaciones de en torno a 1.400 millones de habitantes, que es la población aproximada que tiene cada uno de estos dos países, imprime un carácter en la forma de hacer política, que se ve reflejado en sus decisiones.
Ambos países son muy dependientes de lo que producen y de completar con importaciones sus balances de aprovisionamiento en materias primas básicas para la alimentación.
Empecemos por China. Miembro de la Organización Mundial de Comercio desde 2001, es considerada, sobre todo por los Estados Unidos, como un país oportunista, en el que no se puede confiar. Probablemente haya sido el país que más se ha beneficiado de su pertenencia a la OMC y, a la vez, el que más haya incurrido en prácticas contrarias a sus normas en su propio beneficio, hasta el punto de que los Estados Unidos, con independencia del color de su administración, haya llegado a la conclusión de que, en estas circunstancias, la OMC ya no le es útil.
Hay muchos ejemplos que ilustran la actitud de China, como es la apropiación de la propiedad intelectual o el abuso de las subvenciones públicas. En el ámbito del comercio de materia primas destaca por la falta de transparencia en sus datos oficiales, por ejemplo, sobre existencias. Un apagón informativo que impide a los observatorios internacionales (AMIS, IGC, entre otros) poder ofrecer información más precisa sobre los mercados de materias primas.
India es percibido como uno de los países más obstruccionista en la OMC a la hora de alcanzar acuerdos multilaterales en materia de agricultura y pesca. Su principal caballo de batalla son las existencias públicas, instrumento muy utilizado en ese país para regular el precio del mercado interno y las rentas de sus agricultores, que se aplica a un amplio abanico de productos básicos que, comprende, entre otros, el arroz, trigo, maíz, aceites comestibles y azúcar.
Por el volumen de su mercado, las decisiones de la India en materia de existencias públicas tienen efecto inmediato en los mercados internacionales, despertando las iras del grupo de países exportadores, el grupo de Cairns (en el que se integra también Brasil).
En la Cumbre Ministerial de la OMC de Bali, en 2013, se llegó a un principio de acuerdo sobre cómo regular estas existencias públicas que nunca se ha llevado a la práctica por falta de acuerdo, de manera que, India, no sin cierta razón, obstaculiza el avance en cualquier otra materia hasta que este aspecto no quede completamente resuelto.
Rusia puso en marcha, desde principios de este siglo, la gran tarea de reconstruir y aumentar su potencial productivo agroalimentario. El ejemplo del trigo es el más ilustrativo: desde el año 2000, Rusia ha incrementado la producción en un 149 %, de 34,5 millones de toneladas en 2000 a 91,5 millones de toneladas en 2023, convirtiéndose en el principal exportador mundial, siendo el principal suministrador en Africa, en donde muchos países son netamente importadores de alimentos.
Durante este período, Rusia ha reconstruido también buena parte de su producción ganadera, sobre todo en porcino y carne de ave. Su capacidad para ser el segundo exportador de gas natural, primer exportador de fertilizantes nitrogenados y tercero de fosfóricos redondea la posición de Rusia en el contexto del comercio internacional de materias primas de interés agroalimentario.
No es de extrañar que sea el capítulo de las restricciones a las exportaciones el más sensible para Rusia en la OMC, pues las utiliza con profusión en sus relaciones comerciales, en las que la geopolítica manda sobre todo lo demás.
El Ministerio de Agricultura y Ganadería de Brasil publicaba, este mes de octubre, un informe sobre las Proyecciones Agroindustriales a largo plazo, 2023/23-2033/34, en el que destaca, para los próximos diez años, el incremento de producción de soja del 35,5 % (con lo que pasaría a de producir 147,4 millones de toneladas a 199,4 millones de toneladas), el incremento del 29,4 % en la producción de maíz (de 115,7 a 153,1 millones de toneladas), así como el incremento del 28,4 % en carne de aves (de 15,2 a 19,5 millones de toneladas) y del 27,5 en la carne de cerdo (de 5,4 a 6,8 millones de toneladas).
Brasil es, con diferencia, el principal proveedor de soja de China; de los casi 100 millones de toneladas que importa, dos terceras partes proceden de Brasil. Es también la fuente alternativa para China al maíz de los Estados Unidos. Y un dato no menor, Brasil es el principal importador mundial de fertilizantes (13,4 millones de toneladas), principalmente nitrogenados y fosfóricos, indispensables para mantener sus planes de expansión productiva. Brasil es un miembro activo de la OMC, más allá de su pertenencia al Grupo de Cairns y, sobre todo, es el único de los BRICS que pertenece a Mercosur.
Del resto de los actores, Sudáfrica, tiene un papel menos relevante en el comercio internacional, destacando en frutas y hortalizas. Para España es un importante competidor en el comercio internacional de cítricos frescos. La imposición del tratamiento en frío a los envíos de ese país a la Unión Europea ha desencadenado la queja de Sudáfrica ante el Órgano de Solución de Diferencias de la OMC, en el que la Comisión Europea tiene argumentos más que suficientes para ganar.
De las recientes incorporaciones a los BRICS, Egipto es un caso particular. Goza de la clasificación de país en desarrollo netamente importador de alimentos. Es, después de China, el principal importador mundial de trigo, con 12 millones de toneladas (2023/24), que representan el 80 % de su consumo, siendo Rusia su principal suministrador (y después Francia). Egipto se suele alinear con India y Rusia en la OMC para obstaculizar las iniciativas que puedan ir contra sus intereses.
Por lo que respecta a Etiopía e Irán, tienen en común el no ser miembros de la OMC; en el ámbito agroalimentario no son actores relevantes, aunque sí en el de la geopolítica global, como también es el caso del último socio, Emiratos Árabes Unidos.
Hacia una mayor regionalización del comercio internacional de materias primas agroalimentarias
Llegados a este punto, después de este breve semblante de los miembros del grupo de los BRICS, nos preguntamos qué posibilidades tiene la iniciativa rusa de crear una nueva bolsa para el comercio de commodities agroalimentarias en el seno de los BRICS, que lograra el objetivo de desvincular sus transacciones de las grandes bolsas mundiales, con un sistema de pagos propio, fuera de la esfera del dólar. Empecemos por los gestos.
Durante el mes de noviembre, la misma semana que se celebraba en Ginebra la Global Grain Conference, en la que se daban cita los principales traders de commoditties a nivel mundial, la misma semana en la que, también en Ginebra, se reunía la 26.ª Sesión del Agricultural Market Information System (AMIS), auspiciado por el G20, se celebraba en Dubai una gran conferencia, auspiciada por Rusia, sobre el comercio de commoditties, para hacer valer su peso y su papel, un ejercicio de contraprogramación para obligar a elegir a muchos operadores entre estar presentes en Ginebra o en Dubai.
Más allá de los gestos, para el éxito de la iniciativa rusa, todo dependerá de cómo evolucionen varios acontecimientos en las próximas semanas y meses.
Una primera relación sería la siguiente:
- El curso que dé la Administración Trump a la guerra en Ucrania, para la que el nuevo mandatario norteamericano ha prometido una solución en “veinticuatro horas”, se supone, que desde que tome posesión en enero.
- El alcance de los aranceles que la Administración Trump imponga a las exportaciones chinas, que ha llegado a cifrar en el 60 %, que también se aplicarían de forma inmediata.
- El cierre del acuerdo UE-Mercosur, porque podría decantar la posición de Brasil hacia posturas más proeuropeas en detrimento de las iniciativas auspiciadas por los BRICS; Brasil, a mi juicio, es el país que menos encaja en este grupo.
- La relevancia, probablemente declinante, que pueda tener la Organización Mundial de Comercio en seguir arbitrando las relaciones comerciales internacionales. Las decisiones que adopte la nueva Administración Trump, también en breve, en relación con el apoyo a la reelección de la actual directora general, la nigeriana Ngozi Okonjo, en relación con el presupuesto de la OMC y con la reforma del Órgano de Solución de Diferencias, serán determinantes.
En un escenario tan complejo es difícil hacer una lectura, pero intentémoslo. Si el desenlace de los acontecimientos lleva a una guerra comercial USA-China, como parece probable, si la UE no lograr cerrar el acuerdo con Mercosur y Brasil bascula más hacia los BRICS (y, con ello, hacia el incremento de la esfera de influencia de China sobre América del Sur), si el desenlace de la guerra en Ucrania contribuye a alejar, todavía más, a Rusia de occidente, es muy probable que veamos cómo el comercio internacional de commoditties se regionaliza cada vez más y, con ello, puedan aparecer nuevos actores e instrumentos que reemplacen a los actuales, como pueda ser el caso de la bolsa de materias primas que propone Rusia.
El desenlace de Mercosur es posible que lo veamos antes de que concluya este año 2024, esperamos que, con acuerdo, a pesar de la resistencia de Francia.
Y, a todo esto, el Reglamento europeo de deforestación no ayuda demasiado.
Para bien o para mal, las incógnitas se despejarán en breve.
Fuente de la imagen principal: TV BRICS.
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