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31 January 2025
En el año 1975 el sector hortícola de la provincia de Almería estaba todavía en una fase incipiente de desarrollo. Solo se habían invernado unas 3.440 hectáreas, frente a las más de 33.000 ha de la actualidad.
No obstante, ya empezaba a generarse la inquietud sobre la sostenibilidad de un modelo de producción que era muy dependiente del recurso más escaso que tenía la provincia: el agua.
Surge entonces la pregunta entre algunas personas sobre si tendríamos suficientes recursos hídricos para asegurar la producción en el futuro.
En este contexto, desde la puesta en marcha de la Estación Experimental 'Las Palmerillas', siempre tuvimos claro que la mayor preocupación y los mayores esfuerzos debíamos de orientarlos a evitar que el crecimiento económico y la mejora del bienestar social, que se estaba consiguiendo, no se derrumbasen por el agotamiento de las reservas de agua.
Prácticamente toda ella procedía de los acuíferos subterráneos que se habían ido alimentando a lo largo de los años y desconocíamos hasta cuando podrían aguantar.
De esta forma, la primera línea de trabajo que se inició en Las Palmerillas fue la búsqueda de los mejores sistemas de riego y así llegamos hasta la tecnología del goteo, que se había inventado unos pocos años antes en Israel.
Ese mismo año de 1975 se instalaron diferentes materiales e iniciamos los ensayos para comprender el manejo de aquel novedoso sistema. Rápidamente nuestros técnicos fueron capaces de comprobar que podíamos reducir considerablemente el agua aportada a los cultivos sin que estos viesen disminuida su producción.
Más bien ocurrió lo contrario, ya que gracias a que se mantenía una adecuada humedad en el suelo y se aplicaban de manera más racional los abonos, se podía incrementar significativamente los rendimientos. Todo ello reduciendo el consumo en más de un tercio sobre las cantidades anteriormente aportadas.
Tras unas primeras campañas de puesta a punto de las prácticas de cultivo con riego por goteo, y de elaboración de los materiales divulgativos necesarios para trasladar los conocimientos adquiridos hacia los agricultores, iniciamos una intensiva campaña de concienciación para que adoptasen de manera generalizada estas nuevas técnicas de riego.
En muchos casos incluso condicionando la financiación para la construcción de nuevos invernaderos a que se instalase el correspondiente riego por goteo.
El resultado fue que en muy pocos años prácticamente toda la superficie invernada paso del riego “a manta” al riego por goteo.
Pero aún con esta nueva tecnología podíamos estar desperdiciando el recurso si las cantidades que les aportábamos a los cultivos eran superiores a lo que podían aprovechar.
Para resolver este segundo desafío teníamos que conocer cuaáles eran las necesidades de los cultivos, en función de las condiciones climatológicas y de su estado de desarrollo fenológico.
Con objeto de poder aplicar las metodologías creadas por FAO, construimos una primera estación meteorológica y una cuba de evaporación dentro de un invernadero, y así pudimos empezar a realizar los primeros cálculos teóricos.
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Posteriormente estos resultados los comparamos con los resultados reales de cultivo, para lo que instalamos un lisímetro que fuese capaz de recuperar la cantidad de agua en exceso que estábamos aplicando y que no podían absorber las raíces.
Con todos estos trabajos iniciamos en los años 80 una serie de documentos técnicos en los que les decíamos a los agricultores las cantidades estimadas de agua que tenían que aplicar, en función de la fecha de plantación y de los datos climáticos históricos semanales.

Estos sistemas de recomendaciones de riego los hemos ido perfeccionando, primero con el programa PrHo, y posteriormente con la herramienta CXT Riego de Plataforma Tierra.
Gracias a estas dos primeras líneas de investigación habíamos conseguido reducir las cantidades de agua utilizadas para el riego de hortalizas en invernadero en más de un 50 %.
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Pero la superficie invernada seguía creciendo y nuestra preocupación por no agotar el recurso también. A finales de la década de 1990 la superficie invernada había superado las 15.000 ha y los acuíferos empezaban a dar señales de agotamiento. La profundidad de sondeo iba aumentando y la calidad de algunos puntos de extracción se iba deteriorando.
En aquellos años consideramos que era necesario potenciar los trabajos que estaban realizando desde el Instituto Geológico Minero y contribuimos, junto a otras instituciones de la provincia, a realizar una serie de prospecciones por todo el territorio para conocer con suficiente exactitud el tamaño y el comportamiento de los acuíferos.
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Como resultados positivos de esos trabajos se obtuvo que el tamaño de las reservas subterráneas de agua era de bastante magnitud, lo que nos daba un cierto margen de maniobra. Lo negativo es que el agua dulce estaba en claro retroceso, porque las extracciones eran muy superiores a las entradas, con lo que se estaba produciendo una progresiva intrusión marina de agua salada.
A partir de ahí nos pusimos a trabajar en la búsqueda de nuevas fuentes de suministro que permitieran mantener o incluso aumentar la superficie de cultivo. La solución más rápida e inmediata fue la de recoger el agua cuando llovía.
Aunque las precipitaciones son escasas, su adecuada gestión, pueden llegar a cubrir más del 20 % del consumo. Para ello se establecieron sistemas de recogida y conducción del agua en la cubierta de los invernaderos y su transporte hacia las correspondientes aguas de pluviales.
Otra posibilidad era la realización de trasvases. Sin embargo, esta opción siempre ha sido muy difícil de materializar por la complejidad de los trámites administrativos y las protestas sociales que genera.
Y las últimas opciones eran conseguir las denominadas fuentes no convencionales de agua, dentro de las cuales se integran las regeneradas y las desaladas.
Aunque ha sido compleja su plena integración en el sistema de abastecimiento de agua para la agricultura, al final se ha conseguido gracias a los grandes esfuerzos realizados para mejorar las tecnologías de tratamiento, de reducción de costes, de resolver los desafíos ambientales y de convencer a los agricultores de la adecuada calidad de las mismas.
En estos momentos podemos decir que estamos en el camino hacia la gestión sostenible de los recursos hídricos de la provincia de Almería gracias al peso que están adquiriendo estas dos fuentes y, si se cumplen los hitos planificados, a partir de 2030 los acuíferos empezaran a tener un balance positivo.
Toda esta experiencia y esfuerzo realizado nos ha hecho confiar plenamente en las nuevas tecnologías para que nos ayuden a seguir reduciendo el consumo de agua, a evitar su contaminación y a aumentar las fuentes de suministro.
Con objeto de seguir contribuyendo a encontrar nuevas soluciones, y con una visión global de actuación, hemos puesto en marcha Cajamar Innova, como una incubadora de ideas emprendedoras para la gestión sostenible de los recursos hídricos.
La inversión y el esfuerzo económico realizado en todo este camino ha sido importante, pero los resultados obtenidos en cuanto a generación de riqueza y bienestar social nos dicen que ha merecido la pena.
Y todo esto es un ejemplo de que apostar por la sostenibilidad ofrece un adecuado retorno.
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