11 July 2021
Cuando hace más de 4 años pusimos en marcha la primera edición de nuestro Observatorio sobre el Sector Agroalimentario Español, nos planteamos como objetivo analizar el peso que la producción y comercialización de alimentos tiene en la economía española. Queríamos, de esta forma, poner en valor la importancia económica y social de un sector que es estratégico, pero que muchas veces es desconocido para la gran mayoría de la población.
Como novedad con respecto a otros informes que se publicaban en España, introdujimos el estudio de las tres fases de la cadena:
- La producción agraria
- La industria alimentaria
- La comercialización y distribución
También iniciamos una serie, tomando como base el año 2008, que queremos mantener en el tiempo para poder evaluar la evolución de las diferentes variables analizadas.
Y como todo es relativo, realizamos un estudio comparativo con respecto a los demás países que conforman la Unión Europea.
Cuando iniciamos la serie temporal, el peso que tenía el sector agroalimentario ampliado en la economía española era del 7,9 %. A partir de entonces su peso se ha ido incrementado de manera continuada hasta alcanzar un máximo durante 2020 con el 9,7 %
Un aspecto que venimos resaltando año tras año es la diferente distribución que tiene la cadena alimentaria española frente a la que presenta la mayor parte de los países del centro y norte de Europa. En nuestro caso la relevancia del sector primario es mucho mayor que la industria alimentaria. Y, además, durante los últimos años estas diferencias se han intensificado.
Composición del sector agroalimentario en España y la UE-27 (2020). En porcentaje
Frente al 2,6 % que representaba la producción agraria en la economía española en 2008, en 2020 ha pasado a significar el 3,4 %. Mientras que la industria se ha mantenido constante en el 2,4 %.
La distribución y comercialización también ha crecido con intensidad pasando del 3 al 3,9 %. Hay que recordar que toda la actividad de manipulación y comercialización de frutas y hortalizas, que en España es muy relevante, se enmarca dentro de esta fase de la cadena alimentaria.
Un sector dinámico y con potencial de crecimiento
De estos datos nos gustaría extraer dos reflexiones: - Por un lado, el gran dinamismo del sector agrario español que en el análisis comparado con la media europea muestra una productividad por empleado superior en un 133 %.
Se trata de un sector que está en continuo proceso de modernización y cambio y nos hemos convertido en un gran referente internacional para una amplia diversidad de producciones como son el aceite de oliva, los cítricos, las hortalizas, la fruta de hueso, el viñedo, el porcino, las aves. Incluso en los últimos años están experimentando un fuerte avance sectores en los que tradicionalmente no habíamos sido tan potentes como es el vacuno de leche y de carne.
Pero este gran dinamismo agrario está basado sobre un recurso muy importante como es el agua. La agricultura española es sobre todo una agricultura de regadío. Y ello debería de llevarnos a una adecuada planificación para asegurar la disponibilidad de este recurso. Estamos totalmente convencidos de que con una gestión adecuada hay suficiente agua para todos los usos posibles: humanos, industriales, agrícolas y ambientales.
- El otro aspecto por destacar es el gran potencial de crecimiento de la industria alimentaria española. En muchos sectores, y aunque con grandes diferencias según empresas, el nivel de transformación y de incorporación de valor es relativamente bajo. Y podrían incrementarse de manera significativa con lo que se generaría mayor valor económico e impacto social, en muchos casos en las zonas rurales que necesitan de proyectos productivos para mantener y atraer población.
Para poder llevar a cabo este proceso de desarrollo de la industria alimentaria hay varios factores que van a ser relevantes:
- La inversión en I+D+i para la generación de nuevos procesos y nuevos alimentos muy vinculados a las nuevas demandas de la sociedad en cuanto a facilidad de preparación y consumo, salubridad, sostenibilidad, etc. En este sentido, ha sido muy positivo ver el fuerte repunte que ha tenido esta variable en el último año para el que tenemos datos disponibles.
- Otro aspecto relevante es seguir apostando por la exportación y la internacionalización. Nuestra capacidad productiva es mucho mayor que las necesidades internas de alimentos, y para poder seguir creciendo tenemos que aumentar nuestras ventas al exterior. Aquí también se observan datos positivos como es la diversificación del destino de nuestras exportaciones. En apenas 10 años las ventas en la UE han pasado de representar el 73 % al 63 %. Y la diversidad de productos que se exportan también se ha incrementado.
Vinculado a los dos factores anteriores es la necesidad de que se vaya consolidando un mayor número de grandes grupos alimentarios, que normalmente tienen más capacidad y más voluntad para abordar las cuestiones anteriormente planteadas. Normalmente, en la comparativa que realizamos con la industria alimentaria europea, una de las diferencias más relevantes entre el sector español y el de los países del centro y norte europeo es que ellos tienen empresas con un tamaño medio muy superior al español.
Competitivos, pero también sostenibles
Otro aspecto que nos gustaría resaltar este año es la creciente preocupación de la sociedad por mejorar la sostenibilidad de todas las actividades humanas. Que también se está viendo impulsada por diferentes iniciativas implementadas por la Unión Europea con la intención de que nos situemos a la vanguardia mundial de un cambio en la forma de hacer las cosas.
En el caso concreto del sector agroalimentario se han diseñado la Estrategia del Campo a la Mesa y la Estrategia de Biodiversidad que van a tener un impacto directo sobre la manera en la que producimos los alimentos.
A ello tendríamos que añadir otras medidas adoptadas por diferentes organismos europeos y que también afectaran al sector. Así nos estamos encontrando en el ámbito financiero con que el Banco Central Europeo está orientando sus regulaciones y recomendaciones en una línea en la que el coste de la financiación va a estar condicionado por la sostenibilidad de los proyectos de inversión.
Por todos estos motivos, el sector agroalimentario tendrá que abordar este asunto con el mayor interés y celeridad posible. Y varias son las cuestiones en las que tendremos que trabajar:
Por un lado, en todos los estudios y análisis que valoran la contribución que tiene la actividad agraria en los efectos sobre el cambio climático solo se tienen en cuenta las emisiones de gases de efecto invernadero. Sin embargo, no se valora suficientemente el carácter diferencial que tiene el sector por su capacidad para fijar también importantes cantidades de CO2, que sería necesario introducir en el balance para que la sociedad perciba una imagen diferente a la que ahora tiene.
También deberemos tener en cuenta que, con algunos cambios en las prácticas culturales actualmente utilizadas, implementando la economia circular en toda la cadena e incorporando las energías renovables, el sector agroalimentario puede contribuir de manera muy significativa en la reducción de las emisiones globales de gases efecto invernadero.
Hay que tener muy presente que cada vez más los consumidores van a querer saber la huella ambiental de todos los productos que adquieren, y sus decisiones de compra van a estar muy condicionadas por la misma.
Hacia la recuperación
Para finalizar, hay que señalar que una vez transcurrida la primera mitad de 2021 el sector agroalimentario ha seguido manteniendo un alto nivel de actividad. Las exportaciones siguen teniendo un comportamiento positivo. Dos sectores industriales muy importantes para España, como son el aceite de oliva y el vino, se están recuperando de un mal 2020, y la apertura del canal horeca, y progresivamente del turismo, va a permitir mejorar los resultados de las empresas comerciales especializadas en este canal.
La única pequeña señal de alerta que ha surgido en los últimos días ha sido el brusco cambio en el mercado chino de porcino, hacia donde dirigimos una parte muy importante de nuestra producción, y que nos obligara a estar alerta para ver su evolución. Aunque estamos confiados que el gran dinamismo que han mostrado las empresas del sector les permitirá ir diversificando progresivamente los mercados a los que se dirigen.
En conclusión, quisiéramos poner en valor el excepcional comportamiento que tuvo toda la cadena alimentaria en los difíciles momentos de la declaración del estado de alarma como consecuencia de la covid-19, y su capacidad para abastecer a los mercados en todo momento.
Por primera vez en mucho tiempo la sociedad fue consciente del carácter esencial que tiene el sector para asegurar que no nos falten alimentos. Pero posiblemente hay otros valores que no son suficientemente conocidos y que requerirían de campañas de comunicación para trasladar el esfuerzo de los agricultores, ganaderos y empresas de transformación hacen para que el precio de los alimentos sea muy bajo, y para mantener un entorno rural vivo.
Sin estos agricultores y ganaderos una gran parte del país se transformaría en un desierto humano y ambiental
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