

17 February 2025
La Comisión Europea aprobó el pasado miércoles 12 de febrero su Comunicación titulada "El camino hacia el próximo marco financiero plurianual".
La Unión Europea tiene un Marco Financiero Plurianual que cubre, por ahora al menos, un periodo de siete años. Esta planificación plurianual permite marcar durante todo este tiempo las prioridades presupuestarias europeas y se discute al mismo tiempo que los cambios a aportar a las políticas europeas.
En nuestro caso, la Política Agraria Común ha entrado así en un ciclo de siete años, a veces perturbado por revisiones a medio plazo y cambios tras manifestaciones de los agricultores.
Luego, cada año, Europa aprueba su presupuesto anual; pero esta negociación ha perdido, en condiciones normales, parte de su importancia, ya que la propuesta y la decisión final tiene que encajar con el Marco Plurianual.
Este Marco es aprobado tanto por el Parlamento Europeo como en cumbre europea por los jefes de Estado y de Gobierno.
Todo este proceso empieza por una Comunicación, que es exactamente lo que ha acaba de aprobar. En ella presenta sus ideas y las somete a debate de la autoridad presupuestaria (en este caso compartida por el Parlamento Europeo y el Consejo de Ministros).
Esta vez, además, ha abierto también la consulta a la opinión pública por un periodo de 12 meses, y un panel de 150 ciudadanos europeos debatirá y formulará recomendaciones concretas para el próximo presupuesto de la UE.
Del propuesto al aprobado, va mucho trecho
La Comunicación es siempre mucho más ambiciosa que la propuesta final, que se espera para el mes de junio que viene. La principal novedad, y la más inquietante, es la del “Fondo Único” para cada país.
Envuelto en un lenguaje de “modernidad” y de “simplificación”, la Comisión propone aprobar un plan para cada país con reformas e inversiones clave. Este nuevo concepto sustituiría al modelo actual, ya que incluiría en este programa/plan nacional todas las políticas de gasto, como la Política Agraria Común (PAC) y la Política de Cohesión, entre otras.
Con ello, nos podríamos quedar con 3 fondos: el mencionado “fondo único”, un Fondo Europeo de Competitividad “con capacidad de inversión para apoyar sectores estratégicos y tecnologías críticas”; y “una financiación renovada de la acción exterior”, para conseguir “más impacto, ser más específica y estar alineada con los intereses estratégicos, contribuyendo a una nueva política exterior”.
De la lectura de la Comunicación, seguramente por mis propias incapacidades, no me queda claro qué pasaría con las políticas como la de investigación o la de gestión de los mercados agrarios que se deciden a nivel comunitario. Supongo que habrá otro fondo, u otros fondos, para estas iniciativas o necesidades.
Por último, añade, el presupuesto también debería incorporar salvaguardas adicionales que protejan el Estado de derecho. Además, el presupuesto de la UE debería poder contar con ingresos modernizados para garantizar una financiación suficiente y sostenible para nuestras prioridades comunes.
Una falsa buena idea
La propuesta de la Comisión va acompañada de la habitual literatura. La presidenta von der Leyen ha declarado que "el próximo presupuesto a largo plazo fortalecerá la visión que compartimos de la Unión para el futuro. Traducirá nuestras prioridades comunes en acciones tangibles, que marcarán la diferencia para millones de ciudadanos, empresas, regiones e investigadores”.
Tampoco queda mal esta otra muestra literaria:
“Los nuevos desafíos y las expectativas de que la UE actúe exigen que reconsideremos la forma en la que el presupuesto de la UE funciona, para adaptarlo al futuro. El objetivo de una Europa libre, democrática, fuerte, segura, próspera y competitiva requiere un presupuesto de la UE reformado y reforzado, más sencillo, más flexible, más específico y con mayor repercusión”.
Por supuesto, nadie puede emitir la menor objeción a avanzar hacia estos objetivos. La pregunta es si el nuevo Marco propuesto ayuda de verdad a caminar en este sentido, y yo tengo serias dudas.
Me preocupa el “fondo único”. Hacer las cosas bien, cumplir los buenos propósitos declarados por la Comisión, exige un gran trabajo preparatorio en cada Estado miembro; la realización de un análisis ex ante serio y riguroso; la participación activa de sociedad civil en esta preparación; la elaboración y construcción de una batería de indicadores…
Hemos vivido con el vigente Plan Estratégico de la Política Agraria Común (PEPAC) un proceso de este tipo, pero a pequeña escala comparado con el ejercicio al que nos invita la Comisión.
Fue bastante ejemplar, pero ha habido voces discordantes que señalaron que la participación de la sociedad civil fue insuficiente. En todo caso, el equipo del Ministerio de Agricultura que gestionó el proceso acabó agotado, con una presión de trabajo inmensa y horarios de trabajo en discordancia con la legislación vigente y las políticas de conciliación entre vida familiar y vida profesional.
A escala de todas las políticas públicas, repetir este ejercicio y encontrar el punto de equilibrio entre todas ellas es una tarea titánica y adicional para la cual no me parece que esté preparado ni una Administración envejecida y falta de recursos humanos y materiales ni los interlocutores sociales.
Me preocupan los Estados miembros. En mi anterior píldora sobre la iniciativa LEADER y la política de desarrollo rural escribí:
Uno de los indicadores de buen funcionamiento de una Administración es su capacidad para comprometer el presupuesto anual que le ha sido adjudicado, en un contexto de, por un lado, envejecimiento de la plantilla de funcionario y de reducción al mismo tiempo de dicha plantilla.
Comparado con otras iniciativas, como pueden ser unas carreteras, un aeropuerto y una línea de metro, las medidas de desarrollo rural son complicadas de gestionar y movilizan, para cada acción, un volumen presupuestario limitado.
Por lo tanto, me explicaron mis partenaires vascos, si el programa de desarrollo rural se integra en el programa regional, la lógica administrativa llevará a su marginalización dentro de las actividades de su gobierno. Por esto es tan importante la existencia de unas líneas específicas para el desarrollo rural, con vida y dinámica propia.
Esta aversión administrativa a los “pequeños” programas se ve acrecentada por otros dos temores. El primero es el de no poder comprometer el gasto si una iniciativa es demasiado novedosa y tiene poca aceptación entre sus potenciales beneficiarios. El segundo es el temor a las correcciones financieras por parte de los auditores comunitarios. Cuanto más innovador es un programa, más riesgo de verse penalizado por una auditoría, mientras que, si siguen haciendo lo de siempre, medidas que ya han pasado la criba comunitaria varias veces, están sobre terreno seguro.
El hecho de que estas últimas no sean las más apropiadas en la situación actual es muy a a menudo mucho menos importante a la hora de la toma de decisión que la garantía que da el moverse en terreno conocido.
Buena parte de lo que acabo de citar es perfectamente aplicable a la gestión de las prioridades del “fondo único”, pero esta vez a gran escala.
Me preocupa la Comisión. Los 27 “fondos únicos” son 27 caballos que se pueden desbocar y que necesitan de unos jinetes fuertes que aseguren que todos galopan en la misma dirección, de una manera coordinada y simbiótica.
Lo estamos viendo hoy en día de nuevo en el caso de la PAC, esto no es nada sencillo. También la Comisión sufre los mismos problemas con su personal que las Administraciones nacionales, a lo que hay que sumar los ataques que recibe y su debilidad política fruto del escaso empuje europeísta de las opiniones públicas y de los políticos en Europa.
El sector agrario se opone
Estaba acabando esta píldora cuando me llegó el mensaje en la red X de Christiane Lambert, presidenta del COPA-COGECA, manifestando el rechazo de 27 distintas organizaciones del sector a la propuesta de “fondo único”.
En una carta dirigida a la presidenta von der Leyen y al comisario Piotr Serafin, adelantan cinco razones para esta oposición:
- No permitiría el apoyo necesario a determinadas áreas políticas clave, en particular la Política Agraria Común.
- Aumentaría la complejidad y la incertidumbre, fragmentando el mercado único y amenazando la estabilidad de la cadena agroalimentaria de la UE.
- Socavaría el enfoque de inversión plurianual tan crucial para que los agricultores mejoren su competitividad y sean más sostenibles.
- Contradice el reciente informe del Diálogo Estratégico para el Futuro de la Agricultura de la UE, que pide un “presupuesto específico de la PAC”
- Y, basándose en la experiencia de los planes estratégicos nacionales de la PAC, la preparación de “planes nacionales únicos” simplificados constituiría una carga burocrática gigantesca, que provocaría largos retrasos y sería muy restrictiva.
Plataforma Tierra se exime de cualquier tipo de responsabilidad derivada del contenido publicado en el presente espacio web por sus respectivos autores. Los respectivos autores firmantes del contenido publicado en este espacio web son los exclusivos responsables del mismo, de su alcance y efectos, los cuales garantizan que dicho contenido no es contrario a la ley, la moral y al orden público, y que no infringen derechos de propiedad intelectual.