
24 April 2025
Qué duda cabe de que el sector agroalimentario se encuentra actualmente en ese punto de inflexión del ‘ser o no ser’. Esto es, no ser la industria a veces ‘arcaica’ por su arraigo al entorno rural de la que aún hoy se adolece en algunos lugares; el no ser por la falta de relevo generacional; y el no ser por estar sujeta de manera determinante a factores como el cambio climático, el crecimiento poblacional o la escasez de recursos naturales.
Y el ser pasa por la implementación de la tecnología para dar el paso a una digitalización que se erige como obligatoria para la competitividad del sector, pues esta permitirá una toma de decisiones eficiente tanto en la gestión de las explotaciones como en el resto de los procesos de la cadena de valor.
Igualmente, su inclusión permitirá aprovechar mejor los escasos recursos de los que disponemos y no solo preservar el medio ambiente, sino potenciarlo. Y por supuesto, una actividad agroalimentaria de vanguardia también elevará el atractivo para nuevas generaciones de unos agricultores y ganaderos que ya se han criado en las nuevas tecnologías.

Nadie es ajeno a la oleada de nuevas soluciones tecnológicas que, afortunadamente, están emergiendo últimamente con el noble objetivo de hacer frente a los desafíos del futuro en torno a la producción de alimentos.
Así, en el próximo lustro terminarán de definirse e implantarse, incluso normalizarse, algunas tecnologías que hasta ahora no existían y que serán habituales.
A continuación, haremos un repaso a modo de decálogo de las tecnologías que marcarán el presente y el futuro más inmediato del sector.
1. Agricultura de precisión impulsada por IA y big data
La eficiencia y la sostenibilidad en la agricultura pasan por la obtención de datos para que los productores puedan tomar decisiones informadas a la hora de gestionar sus explotaciones.
Aquí es donde entra en escena la digitalización de la producción agraria, que se apoya en tecnologías como sensores o imágenes satelitales, cuya información es recopilada y procesada con herramientas como internet de las cosas y big data, para posteriormente ser analizada por inteligencia artificial.
Su implementación permite optimizar aspectos clave como el uso de agua y de químicos suministrados a las plantas para combatir las plagas, es decir, producir más con menos recursos, permitiendo así mejorar la productividad y reducir el impacto ambiental.
2. Drones y robots agrícolas
La escasez de mano de obra del sector primario es uno de los principales problemas a los que se enfrenta en la actualidad. La falta de relevo generacional ha obligado a acelerar la inclusión de la tecnología en las labores que normalmente hacen los trabajadores, caso de la recolección, la siembra o el deshierbe.
Aquí, robots y drones han irrumpido con fuerza para realizar esta labor de manera automatizada. Igualmente, ambas tecnologías tienen más contribuciones. La FAO considera que los vehículos aéreos no tripulados (UAV), más conocidos como drones, son una de las mayores contribuciones que las TICs han hecho para el sector agrario.
En uno de sus informes apunta que los drones tienen potencial para la recopilación de datos y la provisión de información, tarea clave para la mejora de la eficiencia agraria y, por tanto, para afrontar el desafío de alimentar a la creciente población del futuro.
3. Biotecnología y edición genética (CRISPR)
El cambio climático está afectando a la viabilidad de ciertos cultivos en zonas específicas. Ante esta situación, la biotecnología, y en concreto la edición génica, se ha convertido en un aspecto importante para mejorar las características de los mismos.
Aquí es donde entra en acción el CRISPR, un instrumento que permite ‘editar’ piezas del ADN para obtener plantas, por ejemplo, resistentes a enfermedades, a suelos salinos o al déficit hídrico.
Por tanto, en este punto, el avance de la biotecnología va a permitir garantizar la seguridad alimentaria en el contexto actual de cambio climático.
4. Agricultura regenerativa y tecnología del suelo
Nuevas técnicas apoyadas por herramientas digitales están facilitando prácticas como el uso de cultivos de cobertura, compostaje inteligente o el monitoreo del estado del suelo.
En concreto, la salud del suelo es esencial para la sostenibilidad de un cultivo y la digitalización de la explotación agrícola ya cuenta con diferentes técnicas capaces de ayudar a gestionar todos los parámetros concernientes al estado del sustrato, como la composición microbiana del mismo, y así poder actuar en consecuencia.
Las técnicas aplicadas a la mejora del suelo contribuyen, además, a restaurar la biodiversidad, capturar el carbono y mejorar la productividad de los cultivos.
5. Internet de las cosas (IoT) en el ámbito ganadero
El sector ganadero también está viviendo un proceso importante de digitalización, donde la gestión del ganado en tiempo real es el principal objetivo para controlar la salud animal, apuntalar la trazabilidad y reducir las pérdidas.
La ganadera es una de las industrias más grandes del mundo y la implantación de sensores y cámaras, combinada con aplicaciones software o dispositivos integrados con IoT (internet de las cosas) es una realidad que se expande.
Además, es posible medir otras variables como es el caso del comportamiento o la producción o, incluso, la temperatura en almacenes, que generan una gran cantidad de datos que se analizan mediante algoritmos de inteligencia artificial (IA).
6. Agricultura vertical y granjas modulares
Garantizar el suministro de alimentos de manera eficiente y sostenible a una población mundial que no para de crecer es uno de los grandes retos a los que se enfrenta no solo el sector agroalimentario en particular, sino la sociedad en su conjunto.
En este contexto irrumpen tanto la agricultura vertical como las denominadas granjas modulares, en este último caso referidas a entornos totalmente controlados de producción.
Estos modelos de producción cumplen con la necesidad de producir más cantidad de alimentos en un menor espacio y, por tanto, lo hacen compatible con su desarrollo en entornos poblados como las ciudades.
Así, el cultivo en entornos cerrados, verticales y altamente automatizados, apoyados por dispositivos lumínicos de tipo LED y control climático, está creciendo especialmente en zonas urbanas.
Además, acercar la producción al consumidor final reduce la huella de carbono y da la posibilidad de contar con cosechas durante todo el año.
7. Las vías para obtener proteínas alternativas
Biotecnología y análisis de datos se combinan para la producción de nuevas fuentes de alimentos sostenibles que permiten la obtención de proteínas alternativas partiendo de plantas, hongos y algas, entre otras fuentes, que dan lugar a productos muy similares a los de origen animal.
El objetivo del uso de los avances de la biotecnología junto a la optimización de parámetros con inteligencia artificial y el aprendizaje automático están siendo adoptadas para la optimización de sabores y texturas que consigan la aceptación del consumidor final.
Estas soluciones van más allá de alimentos desarrollados a base de soja o insectos, sino que hay fuentes proteicas procedentes de un amplio abanico de plantas, otras obtenidas por procesos fermentativos y también a través del cultivo de células para la obtención de carne.
Así, la producción de carne cultivada en laboratorio, proteínas de insectos y alimentos basados en plantas está cobrando protagonismo.
8. Blockchain para la seguridad alimentaria
La tecnología blockchain ha llegado al sector agroalimentario para quedarse. Esta la definimos como una suerte de libro de transacciones digitales que se encuentra interconectado a una red de ordenadores que no dependen de un tercer agente, siendo seguras y transparentes.
Se utilizan a través de software específicos que permiten transmitir, procesar, almacenar y representar datos de una forma legible. Su impacto radica en la seguridad alimentaria, pues el blockchain puede favorecer el desarrollo de un sistema de trazabilidad inmediato, inviolable, y que puede ser auditado y certificado.
El modelo se puede asociar a dispositivos que agreguen internet de las cosas e incorporar etiquetas inteligentes para recolectar toda la información de la vida de un producto agroalimentario a lo largo de todos los eslabones de la cadena.
Además de mejorar la seguridad alimentaria, esta tecnología fomenta la confianza del consumidor.
9. IA para la predicción de mercados y la gestión logística
La inteligencia artificial está siendo capaz de rediseñar la interacción con los mercados agroalimentarios, pues permite desarrollar nuevos productos, mejorar su calidad y adelantarse a las necesidades de los propios consumidores.
En el apartado logístico, además del control de la trazabilidad, la aplicación de esta tecnología favorece la reducción de desperdicios, la mejora de márgenes y la eficiencia en la gestión a la hora de anticipar demandas y optimizar las rutas de distribución.
En definitiva, ayuda a la mejora de márgenes y a responder con agilidad a cambios del mercado.
10. Digitalización y plataformas colaborativas en toda la cadena
Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) están fomentando la adopción de plataformas digitales que conectan a los diferentes actores de la cadena agroalimentaria. Productores, distribuidores, minoristas y consumidores se unen generando un ecosistema donde todos ellos están interrelacionados.
Este tipo de plataformas digitales fomentan la transparencia, mejora la eficiencia y democratizan el acceso a información clave para todos ellos.

En conclusión, las nuevas tecnologías han llegado para quedarse y su irrupción ya ha comenzado a cambiar el sector agroalimentario tal y como lo conocemos.
Las innovaciones mencionadas en este artículo, todas vinculadas a la digitalización de la cadena alimentaria, tienen el objetivo de aumentar la productividad, mejorar la eficiencia y también la sostenibilidad de todos los procesos.
El sector vive un proceso de reconversión imparable para poder responder a los desafíos alimentarios del mañana y solo quienes se adapten conseguirán situarse en esta carrera hacia un sistema agroalimentario más justo y resiliente.