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Fertilizantes orgánicos: la carrera hacia una agricultura más sostenible

23 November 2023
Producción Vegetal
Sostenibilidad
El 23 % de la producción española tiene certificación ecológica, en gran medida gracias al papel clave que están jugando unos abonos sostenibles cada vez más adaptados a las necesidades actuales
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23 November 2023
  • Europa ocupa la segunda posición global en producción ecológica, concretamente, el 23 % del total de la producción tiene certificación ecológica, destinando 17.844.853 hectáreas para estos cultivos.
  • Entre los compromisos asumidos en la Agenda 2030, se pretende reducir un 50 % el uso y el riesgo de plaguicidas, un 20 % el uso de fertilizantes y un 50 % las ventas de los antimicrobianos utilizados en la ganadería y la acuicultura, además de lograr que un 25 % de las tierras agrícolas se destine a producción ecológica. 
  • La normativa europea que regula la agricultura ecológica permite la utilización de fertilizantes orgánicos, que presentan diversas ventajas frente a fertilizantes sintéticos o químicos. El uso de estos fertilizantes promueve prácticas agrícolas más sostenibles 
  • Los fertilizantes orgánicos respetan los mecanismos de asimilación natural de las plantas y contribuyen a la circularidad de desechos y subproductos de otras actividades agrarias e industriales. Además de los efectos positivos a largo plazo que posibilitan un suelo más estructurado y saludable, alternativa que puede garantizar la alimentación de las generaciones futuras, sin comprometer el medioambiente.

En las últimas décadas, el interés por los productos ecológicos ha crecido exponencialmente en todo el mundo, fruto de una agricultura que conserva la salud de suelos, ecosistemas y personas.

La agroecología aborda las prácticas agrícolas desde una perspectiva social, económica y cultural. Uno de sus objetivos es que, a la vez que los cultivos produzcan buenos rendimientos, manteniendo la preservación ambiental y una producción sostenible, los agricultores se beneficien económicamente y se mantengan los recursos naturales a largo plazo. 

Según los últimos datos reportados por Ecovalia, Europa destina un total de 17.844.853 hectáreas a la producción de alimentos ecológicos, lo que representa el 23 % del total de la producción, ocupando la segunda posición global. 

Oceanía es el continente que más áreas destina para este tipo de productos, lo que actualmente representa un 47 % del total de su producción. 

A escala mundial, la superficie ecológica ha crecido un 1,97 % con respeto al año anterior, siendo África el continente que crece con más rapidez en área de producción, concretamente un 17,3 % respeto al año anterior.

Según los compromisos de la Estrategia de la Granja a la Mesa, se pretende reducir un 50 % el uso y el riesgo de plaguicidas, un 20 % el uso de fertilizantes y un 50 % las ventas de los antimicrobianos utilizados en la ganadería y la acuicultura, además de lograr que un 25 % de las tierras agrícolas se destine a producción ecológica.

España ocupa la séptima posición en el total de área destinada a la producción ecológica del mundo, con un total de 2.635.441 hectáreas, y a nivel europeo ocupa la segunda posición, por detrás de Francia

 

Aunque España sea referencia mundial en agricultura ecológica, todavía necesitaría destinar casi 3,5 millones de hectáreas más a este fin para lograr el objetivo, aunque cabe destacar que, a nivel interno, Andalucía y Cataluña destinan más del 25 % de su superficie para este fin.

En el siguiente gráfico, se pueden observar los porcentajes a nivel europeo que los países destinan a la producción ecológica, en lo que se refiere a sus Superficies de Agricultura Útil (SAUs)

 

Austria y Suecia destacan en Europa destinando más del 20 % de la SAU a producciones ecológicas

España empata con Alemania en la sexta posición con un 10,8 % de SAU ecológica a nivel europeo. Según datos del MAPA (Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación), el aumento de SAU ecológica en España, entre el periodo de 2017-2022, fue del 28,5 %.

 

 

Como se puede observar en la gráfica, las comunidades autónomas más avanzadas son Andalucía, Cataluña y Castilla-La Mancha.

La proyección es que el porcentaje de SAU llegue al 25 %, según los objetivos fijados en el Horizonte 2030.

Mercado de productos ecológicos

Actualmente, hay más de 65.000 actividades ecológicas certificadas en España, número que ha tenido un crecimiento de más del 48 % en los últimos 5 años.

En lo que se refiere a cultivos, los frutos secos son el producto español número uno en producción ecológica, experimentando un incremento de producción del 33 % en comparación con el año anterior, y representando un 27 % de toda la producción ecológica nacional.

 

 

Las plataneras y los cultivos subtropicales ocupan la segunda posición, representando un 21 % del total de la producción ecológica, que en el último año tuvieron un crecimiento del 23 % en la producción.

Los productos primarios siguen siendo la producción más representativa de productos ecológicos, ocupando más del 85 % de la producción nacional. Estos productos hacen referencia a las producciones agrícolas, ganaderas y acuícolas.

 

 

Sin embargo, la actividad económica que tuvo el crecimiento más significativo fue la exportación, con un incremento del 41 % en comparación con el año anterior.

Los productos vegetales siguen siendo la producción ecológica con más peso para el país, ocupando el 86 % del total de la producción, mientras los productos animales representan el 14 %. 

El valor del mercado ecológico mundial en 2022 alcanzó la cifra de 124.845 millones de euros, siendo esta cifra en España de 2.856 millones de euros.

Los países que más consumen productos de fuentes ecológicas son Estados Unidos, Alemania, Francia, China y Canadá

El perfil más común del consumidor de productos ecológicos en España son mujeres (73 %) y hombres (27 %) con edad entre los 45 y los 60 años. Con un gasto medio anual de 936 euros. 

Fertilizantes orgánicos

Actualmente, la normativa europea que regula la agricultura ecológica permite la utilización de fertilizantes orgánicos líquidos de rápida absorción, además de compost y otros fertilizantes compostados. Estos últimos, propician una liberación de compuestos más lenta y son precursores del humus.

Los fertilizantes son componentes clave para la producción de alimentos procedentes de la tierra, estos ocupan actualmente un papel primordial, no sólo en su fase inicial, sino en toda la cadena de valor de la industria agroalimentaria.

Los fertilizantes han experimentado una notable evolución, debido a las inversiones en I+D, que les ha permitido irse adaptando a los tiempos actuales, principalmente en lo que se refiere a los potenciales impactos ambientales. 

El principal problema de los fertilizantes químicos son los efectos medioambientales negativos que causan sobre los ecosistemas, a pesar de que las plantas los absorben de una forma más eficiente. Por ejemplo, algunos de ellos, poseen una alta movilidad en el suelo, lo que desencadena su percolación hacia las capas profundas del suelo y una posible contaminación de las aguas subterráneas. 

Aunado a esto, se le suma la huella de carbono de los procesos de fabricación y los demás daños al medioambiente involucrados.

Los avances en las investigaciones han permitido conocer los mecanismos de asimilación de las plantas, y con eso actuar con más precisión a la hora de ofertar estos nutrientes a los cultivos agrícolas.

A nivel de la rizosfera, o raíz, existen interacciones bioquímicas y simbiosis únicas y dinámicas. Conociendo estas interacciones se puede potenciar su actuación beneficiando a los cultivos, lo que supone un ahorro de fertilizantes y, a la vez, un aumento en el rendimiento de la producción.

Al igual que conocer los mecanismos de absorción de las raíces, conocer la sinergia entre los microorganismos presentes en el suelo ayuda a favorecer la asimilación de éstos, promoviendo el desarrollo de la planta.

Conocer estos procesos ayuda a potenciar los recursos orgánicos naturales, sin cargar el suelo con compuestos químicos o sintéticos

Aumentando el nivel de materia orgánica y su actividad biológica, es posible mejorar considerablemente la salud y productividad del suelo. Este es el proceso por el que pasan los bosques durante su formación, y ocurre de forma muy lenta.

El uso de fertilizantes orgánicos es una forma de promover la circularidad de residuos procedente de otras industrias, siempre que procedan de estos. Este residuo muchas veces encuentra desafíos a la hora de llegar a su lugar de destinación para su correcto tratamiento, o supone un coste altísimo para las industrias. 

Usarlo como fertilizante corresponde un ahorro para la industria, que ya no tiene que buscar una destinación adecuada a este residuo; y al agricultor, ya puede tener una fuente de producto mucho más barata y a la vez sostenible.

Los fertilizantes orgánicos liberan los nutrientes de forma más lenta, lo que permite una absorción más pausada y evita la acumulación excesiva de sustancias en el suelo. Adicionalmente, este proceso estimula la actividad de microorganismos beneficiosos a los cultivos presentes en el suelo.

Aunque ello no implica que los fertilizantes orgánicos no puedan nutrir a las plantas de manera similar a como lo hacen los fertilizantes inorgánicos. Existen estrategias de fertilización orgánica que permiten obtener la misma productividad que los abonos convencionales de síntesis en cultivos realizados bajo invernadero de carácter intensivo. 

Pueden ser de muchos tipos, pero tienen una cosa en común, todos provienen de residuos orgánicos y tienen como base el carbono

Los residuos orgánicos, al contrario que los sintéticos, no suponen un esfuerzo para el medioambiente a la hora de ser asimilados o eliminados, ya que son elementos sintetizados por seres vivos encontrados en la naturaleza.

Los residuos orgánicos no suponen esfuerzo para el medioambiente a la hora de ser asimilados o eliminados

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Además, mejoran la estructura del suelo, y, como consecuencia, promueven la actividad microbiana beneficiosa, reduciendo el riesgo de escorrentía de nutrientes y contaminación del agua subterránea o adyacentes. 

Se pueden destacar algunos tipos de fertilizantes orgánicos:

  • Compost: es uno de los fertilizantes orgánicos ampliamente utilizado. Se obtiene mediante la descomposición de materia orgánica como restos de alimentos, desechos de jardín y estiércol a través de un proceso natural. El compost es rico en nutrientes que ayudan a mejorar la estructura del suelo, la retención de humedad y la actividad microbiana.
  • Estiércol: se obtiene a partir del estiércol de vaca, pollo, caballo u otros animales. Es una excelente fuente de nutrientes orgánicos. Contiene nitrógeno, fósforo y potasio, junto con otros oligoelementos que favorecen la salud del suelo. Sin embargo, debe envejecerse o compostarse antes de la aplicación para evitar el riesgo de potenciales microorganismos patógenos y el exceso de amoníaco.
  • Harina de hueso: está hecha de huesos de animales triturados y molidos, típicamente de ganado. Es una buena fuente de fósforo y calcio, por lo que es útil para promover el desarrollo de las raíces y el crecimiento general de las plantas.
  • Harina de sangre: se deriva de sangre animal seca y en polvo, generalmente de mataderos de ganado o aves de corral. Es rico en nitrógeno y sirve como una fuente de liberación rápida de este nutriente esencial para la salud del suelo.
  • Emulsión de pescado: está hecha de residuos de la pesca y acuicultura que pasan por un proceso de fermentación. Da lugar a una mezcla equilibrada de nutrientes, incluyendo nitrógeno, fósforo y potasio. Está disponible como líquido y se utiliza a menudo como un aerosol foliar.
  • Algas marinas: las algas marinas o sus extractos son ricos en micronutrientes, hormonas de crecimiento y oligoelementos que enriquecen y estructuran el suelo.
  • Biomasa agrícola fresca: son recortes de hierbas de ciertas zonas que mejoran la fertilidad del suelo. Los ejemplos más comunes incluyen el césped, el trébol, la alfalfa y la veza.
  • Harinas de cultivos vegetales: son subproductos de otras industrias. Por ejemplo, la harina de semilla de algodón, un subproducto de la industria algodonera, fuente de nitrógeno, fósforo y potasio.
  • Cáscara de huevos: este residuo de la industria se utiliza en forma de polvo, siendo una fuente de calcio muy interesante para cultivos como tomates, pimientos y berenjenas.
  • Humus de lombriz: son producidos por lombrices de tierra que descomponen la materia orgánica. Son ricos en nutrientes y propician la vida microbiana beneficiosa al suelo.
  • Ceniza de madera: es una fuente muy importante de potasio, sin embargo, es importante usarla con cuidado y moderación debido a su naturaleza alcalina y alto pH.
  • Roca fosfórica o de fosfato: como su nombre indica, es un recurso mineral natural que contiene una alta concentración de fósforo en forma de fosfato. Puede derivar en varios tipos de fertilizantes, que cambian la cantidad de fósforo y la solubilidad.
  • Quelatados: son fertilizantes orgánicos sólidos o líquidos compuestos de quelato, que es el resultado de la unión entre un mineral y un compuesto orgánico. Buscan suplir una carencia mineral especifica del suelo, plantas o cultivos.

Si quieres saber más…

  1. Plataforma Tierra. https://www.plataformatierra.es/innovacion/fertilizantes-organico-base-alimentacion-agricultura-ganaderia-renowagro-cajamar
  2. Plataforma Tierra. https://www.plataformatierra.es/innovacion/fertilizantes-sostenibles-a-partir-de-residuos 
  3. Ecovaliahttps://www.ecovalia.org/informe/