10 July 2023
Introducción
En España, las instalaciones de ganado porcino, incluyendo las naves ganaderas y las balsas de purines, suponen un 17 % del total de emisiones de amoniaco a la atmósfera.
Las pérdidas de amoniaco hacen que el purín pierda cerca de un 30 % de su valor fertilizante (EEA, 2019), ocasionando importantes daños en los ecosistemas (Krupa, 2003), y reduciendo el bienestar y la productividad en la granja (von Borrell et al., 2007).
Las emisiones de amoniaco son el resultado de la rápida descomposición de la urea excretada en la orina y posterior volatilización del amoniaco desde la superficie del purín.
Los principales factores implicados en este proceso se conocen con detalle (Calvet et al., 2020), lo cual facilita establecer medidas para reducir las pérdidas de amoniaco.
Entre las medidas que, a priori, parecen efectivas para reducir estas emisiones se encuentran la inhibición de la enzima ureasa y la acidificación del purín.
Desde el año 1990, en España han aumentado las emisiones de amoníaco considerablemente, siendo el único contaminante atmosférico que lo ha hecho, aumentado hasta las 483 kt/año.
La agricultura junto con ganadería representa 467 kt, casi el 97 % del total del NH3 emitido
En este contexto, el sector agrícola debe reducir las emisiones y ayudar a combatir la contaminación atmosférica.
Estos incrementos de las emisiones, han dado lugar a nuevas regulaciones como la (UE) 2016/2284 del Parlamento Europeo y del Consejo de 14 de diciembre de 2016 relativa a la reducción de las emisiones nacionales de determinados contaminantes atmosféricos, por la que se modifica la Directiva 2003/35/CE y se deroga la Directiva 2001/81/CE, donde existen unos compromisos de reducción de las emisiones (plasmados en el Programa Nacional de Control de la Contaminación Atmosférica) de determinados contaminantes, entre ellos el amoníaco en España.
Se especifica que es necesario reducir un 3 % las emisiones en comparación con las emitidas en 2005 durante todo el periodo 2020-2029.
No solo no se han reducido, si no que se han incrementado hasta alcanzar las 483,3 kt en 2020.
Todo ello da lugar a nuevas normativas enfocadas a sectores como el porcino para la reducción de emisiones de amoniaco. Por ello, en 2017 se publicó la Decisión de Ejecución (UE) 2017/302 de la Comisión de 15 de febrero de 2017 por la que se establecen las conclusiones sobre las mejores técnicas disponibles (MTD) en el marco de la Directiva 2010/75/UE del Parlamento Europeo y del Consejo respecto a la cría intensiva de aves de corral o de cerdos, de obligatorio cumplimento para granjas de más de 2.000 plazas para cerdos de cría (de más de 30 kg).
En relación a estas técnicas, se recogen los procedimientos que han demostrado a escala real su eficacia medioambiental en la reducción de emisiones contaminantes y en el consumo de recursos en condiciones económica y técnicamente viables.
Una de las técnicas de importante reconocimiento para la mitigación de emisiones, que aparece descrita dentro de este documento, es la acidificación tanto en alojamiento, almacén exterior o campo.
Además, a nivel nacional y debido a que España sigue incumpliendo los techos establecidos, se han publicado normativas más restrictivas centradas en la reducción de emisiones de amoniaco para la producción porcina, dada a la gran importancia que cobra este sector en nuestro país, al ser líderes en producción a nivel europeo.
Por todo ello, en 2020 se publicó el Real Decreto 306/2020, de 11 de febrero, por el que se establecen las normas básicas de ordenación de las granjas porcinas intensivas, y se modifica la normativa básica de ordenación de las explotaciones de ganado porcino extensivo, donde se cita, por un lado, que, para explotaciones de ganado porcino existentes a esta fecha con capacidad productiva superior a 120 UGM (correspondiente a 1.000 plazas de cerdos en cebo) existe la necesidad de reducir un 30 % las emisiones en alojamientos y un 40 % en balsas.
Por otro lado, para las granjas que van a ser construidas a posteriori, las reducciones necesarias a llevar a cabo son más restrictivas, teniéndose que alcanzar porcentajes de un 60 y 80 % respectivamente para todas ellas, excepto para las reducidas y de autoconsumo.
Por otro lado, el estiércol producido por el sector porcino tiene un alto potencial como fertilizante orgánico en la agricultura, al contener nitrógeno, fósforo, potasio y materia orgánica entre otros.
Sin embargo, la gran intensificación que la ganadería ha experimentado en las últimas décadas ha generado la concentración de grandes cantidades de estiércol en zonas muy concretas, dificultando su manejo.
Este desequilibrio, combinado con malas prácticas en la gestión del estiércol, es uno de los aspectos que más preocupa a la opinión pública, ya que puede causar problemas ambientales, tales como la contaminación por emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y amoniaco, filtración de nitratos a las aguas subterráneas, eutrofización de las aguas superficiales, acumulación de metales y fósforo en los suelos y propagación de agentes patógenos, esquilmación de la población microbiana de los suelos, por no hablar del rechazo social producido por los malos olores.
Acidificación de purines
La acidificación de purines consiste en la adición de ácido a los mismos para reducir las emisiones de amoníaco de las explotaciones porcinas.
El purín, fruto de la hidrólisis de la urea por acción de las ureasas presentes, incluye amoniaco en disolución, exactamente contiene el par amonio-amoníaco en un equilibrio de carácter débil.
El amoniaco tiene un pka de 9,25 y, así, cuanto más bajo sea el pH, mayor será la parte en estado de NH4+, y no se perderá en forma de NH3 gaseoso.
Según puede apreciarse en el siguiente diagrama de fracciones del sistema NH4+ (línea azul) y NH3 (línea roja), por debajo de pH 7, todo se encuentra en forma no volátil (amonio) y a partir de 12, en forma volátil (amoniaco).
A su vez, entre ambos pH, existe una zona de predominio de ambas especies con mayor presencia de un componente u otro en función del pH al que se encuentre dicho equilibrio (Sánchez, 2016).
Gráfico 1. Diagrama de fracciones del sistema NH4+ no volátil (línea azul) y NH3 volátil (línea roja).
El purín fresco tiene un pH de entre 6 y 6,5, una condición en la que el amoniaco no es volátil puesto que el equilibrio está desplazado totalmente a la formación de amonio (ion no volátil).
La propia acción de la ureasa transformando las moléculas de urea en amoniaco produce un incremento rápido del pH y un desplazamiento hacia pH de entre 8 y 9 donde el equilibrio empieza a favorecer la aparición de la forma amoniacal (no iónica y volátil) permitiendo las perdidas por volatilización.
La incorporación de ácido, permite la reducción del pH y por consiguiente el desplazamiento del equilibrio de nuevo a zonas donde todo el amonio está en forma iónica (no volátil)
Por otro lado, a medida que se trata el purín, debe ser homogeneizado para favorecer una que no haya zonas donde no llega el tratamiento y puedan ser focos puntuales de emisión.
La acidificación también permite reducir las pérdidas de CH4 durante el almacenamiento, al inhibirse los procesos de descomposición de la materia orgánica debido a la inhibición de las bacterias metanogénicas.
De manera similar, las emisiones potenciales de óxido nitroso, N2O, del almacenamiento podrían reducirse, así como la formación de la costra superficial, debido a la actividad microbiana reducida en la suspensión (Informe científico-técnico sobre el estado del arte en sistemas de gestión de estiércoles, tecnologías y reducción de emisiones. 2017).
Beneficios de la acidificación
− Beneficios en estabulación
La mejora del bienestar animal puede verse incrementada al someterse al animal a mejores condiciones ambientales. El aire ambiente interior tiene un efecto importante sobre la salud y el bienestar de los mismos, especialmente en lechones.
La reducción de las emisiones de amoníaco, fruto de este tratamiento, mejora significativamente la calidad del aire en los establos, proporcionando un mejor bienestar animal y un mejor ambiente de trabajo para los propios trabajadores.
El propósito que se persigue al utilizar una unidad de acidificación en la estabulación del ganado es mejorar el entorno en el que se crían los animales, mejoras económicas, menores bajas y reducción de índices de conversión.
Por ejemplo, Borrell y colaboradores (2007) describen que, valores de 35 a 50 ppm, que son usuales en granjas porcinas en condiciones de invierno, empeoran los indicadores fisiológicos de estrés.
Este estrés puede tener un impacto sobre valores productivos, por ejemplo, Drummond y colaboradores (1980) describen que, en cerdos destetados, la exposición a 50 ppm redujo la tasa de crecimiento en un 12 %, llegando al 30 % para valores de 100 ppm.
Otro parámetro que se puede ver afectado es la calidad de la carne, puesto que la exposición al amoniaco afecta al metabolismo de lípidos y aminoácidos (Tang et al., 2020).
En definitiva, la reducción de la emisión de amoniaco puede contribuir a mitigar el efecto negativo que tiene el ambiente interno en la granja sobre el animal, especialmente en condiciones de invierno.
Además de las ventajas productivas y de bienestar, puede contribuir a objetivos paralelos como la reducción del uso de antibióticos al reducir la incidencia de enfermedades, especialmente si se combina con otras buenas prácticas en granja.
Finalmente destacar que, como referencia, se recomienda que el límite de exposición al amoniaco por parte de los animales no supere el nivel de 20 ppm, según la norma CIGR (International Commission of Agricultural and Biosystems Engineering).
− Reducción de olores
Los principales compuestos responsables de los olores indeseados en el purín proceden de la descomposición de la materia orgánica, como pueden ser acético o butírico. A su vez contiene otros componentes como aminas o sulfuros.
La acidificación del purín conduce a cambios cualitativos en las emisiones de olores, en lugar de un aumento en el olor general. Pueden surgir picos de olor como resultado de la aireación/mezclado y bombeos diarios del estiércol (Dinamarca 2012).
− Beneficios agronómicos
Según diferentes revisiones, se ha observado un retraso en la nitrificación del N amónico en suelos modificados con purines acidificados, en relación con los no acidificados (Fangueiro et al., 2010, 2013).
Por otro lado, Roboredo et al. (2012) siguieron la dinámica del P en suelos enmendados con purines de cerdo acidificados y no acidificados, y observaron un efecto significativo de la acidificación sobre la disponibilidad de P en el suelo, así como su evolución en el tiempo.
La acidificación del purín aumentó la fracción más lábil de P y no se observó inmovilización de P en el suelo enmendado con purín acidificado
De hecho, la acidificación de la suspensión puede inducir la disolución de algunos fosfatos inorgánicos, lo que conduce a concentraciones más altas de P inorgánico en la fracción más lábil.
La mayor disponibilidad de nutrientes en suelos modificados con purines acidificados condujo a aumentos significativos en los rendimientos de trigo de invierno (Kai et al., 2008; Birkmose y Vestergaard, 2013), cebada de primavera (Kai et al., 2008) y maíz (Petersen et al., 2013).
Cuando se aplicó a pastizales permanentes, los purines acidificados también aumentaron los rendimientos de forraje (Frost et al., 1990; Pain et al., 1994). Otros estudios indican que el valor fertilizante del purín, se incrementa en un 43 % tras su tratamiento (Kai et al., 2008) con el consiguiente ahorro equivalente económico y ambiental en fertilizantes sintéticos, debido principalmente a que el azufre aportado favorece la asimilación del nitrógeno por parte de la planta, dando lugar a un incremento de cosecha.
Acidificación por escenarios
− Acidificación del purín en alojamiento de cerdos
La acidificación del purín en alojamientos de lechones destetados con suelo parcialmente enrejillado, garantiza una reducción del 60 %.
La acidificación en alojamientos es una práctica muy común en Dinamarca, con un éxito considerable donde se acidifica el purín hasta un pH cercano a 6, mediante el uso de ácido sulfúrico, medida que se viene utilizando de forma estratégica para la reducción de las emisiones de amoniaco.
En torno al 20 % de los purines son acidificados en este país anualmente (Baltic Slurry Acidification, 2017). De forma general, este tratamiento se realiza en el exterior del alojamiento, sacándose el purín, añadiendo el ácido y una vez el purín está estabilizado se devuelve al interior del mismo realizándose este proceso varias veces durante la crianza.
El manejo de ácidos fuertes en granjas no tiene por qué resultar peligroso si se utilizan las medidas de prevención adecuadas, incluyendo un sistema de aplicación completamente automatizado sin contacto manual con ácido sulfúrico.
Por otro lado, diversos estudios muestran que los efectos del ataque químico sobre el hormigón tras dos años de exposición pueden clasificarse como débiles, consistiendo principalmente en un aumento de la porosidad capilar de la pasta de cemento en la capa exterior del hormigón. Se cree que el aumento de la porosidad se debe a la lixiviación parcial del hidróxido de calcio (Rodhe et al., 2019).
A su vez, la selección de ácido sulfúrico diluido al 38 % (y no el uso de concentrado al 98 %, más corrosivo y peligroso) hace que la difusión del ácido sea mejor, generando menos puntos calientes y, por lo tanto, la emisión de menos cantidad de gases en el momento del tratamiento del purín.
Antes de tratar el purín en el interior de alojamientos, éste debe ser separado inicialmente de cualquier residuo sólido ajeno a la propia naturaleza del purín (heces y orina)
Posteriormente es bombeado por una serie de tuberías donde de forma automatizada, se le añade la dosis adecuada de ácido sulfúrico para mantener el pH por debajo de 5.5. La cantidad de ácido sulfúrico se controla mediante un sensor de pH.
El bombeo se realiza bajo condiciones aerobias para evitar que los iones de sulfato se transformen en sulfuro de hidrógeno nocivo y para mejorar la fluidez del purín a medida que se degrada parte del contenido de materia seca.
El purín, una vez tratado, se incorpora de nuevo en los fosos de almacenamiento ubicados debajo de los slats, asegurando así la homogeneidad del mismo alcanzando pH constante.
El bombeo de parte del purín por las tuberías para su tratamiento, va repitiéndose conforme se vaya generando purín por parte de los animales
Todo el proceso está completamente automatizado, lo que permite al ganadero monitorear continuamente todos los aspectos operativos y ambientales del sistema de gestión de purines (medición continua de pH, cantidad de purines tratados y almacenados, estado del suministro de ácido sulfúrico, así como concentraciones ambientales de amoniaco en granja).
A su vez, el sistema se adapta a instalaciones que no tengan suministro eléctrico las 24 horas, haciendo coincidir el tratamiento en el momento en el que se disponga de electricidad.
Según tratamientos realizados por la compañía en una granja comercial situada en Monreal del Campo (Teruel), se ha comprobado que mantener un pH por debajo de 5, a partir de un purín con pH de 6-6.5 (pH al que se excreta el purín por parte del cerdo), garantiza resultados prometedores.
El objetivo no es otro sino el de reducir la dosis de ácido a aplicar, siendo relativamente fácil conseguir alcanzar un pH de 5 siempre que se parta de un purín con pH 6,5, y que, a su vez, da un mayor margen de maniobra en el caso de que la instalación fallase. Adicionalmente, se han cuantificado las reducciones de emisiones de amoniaco, alcanzándose valores de más de un 50 % en condiciones de invierno.
Es necesario tener en consideración, que la acidificación en alojamientos de forma directa con el sistema de recirculación, conlleva a un riesgo elevado en caso de que el proceso se interrumpa de forma accidental o voluntaria, ya que podría emitirse todo el amoniaco retenido previamente a pH bajo. Su consecuencia sería la emisión de una gran cantidad de amoniaco en un periodo muy corto pudiendo ser incluso letal para los animales.
Para evitar este problema se ha combinado la acidificación junto con la adición de inhibidores de la ureasa que ralentizan la generación de amoniaco a partir del purín dentro de los alojamientos, produciendo dos efectos beneficiosos. Por un lado, disminuye la cantidad de ácido necesario al verse el efecto potenciado por el inhibidor, y por otro, evita la emisión de gran cantidad de amoniaco en caso de fallo del sistema.
En estudios llevados a cabo por la compañía, se han llegado a obtener resultados de inhibición de hasta 28 días con una única dosis de inhibidor a pH bajos, resultados prometedores que evitarían la dependencia de tener que ir tratando el purín diariamente en alojamientos.
En términos económicos, se podría estar hablando de que, por granja comercial de 2.000 plazas y año, el beneficio neto obtenido, teniendo en cuenta la reducción de bajas, consumo de pienso y medicamentos (fruto todo ello de la reducción de emisiones), así como el consumo anual de ácido, rondaría los 10.000 euros.
Figura 1. Instalación de acidificación en cebadero de 2.000 plazas.
− Acidificación del purín en almacén exterior y cisternas
La acidificación del purín en el almacenamiento de purines garantiza una reducción de las emisiones de un 50 %.
Si en este escenario se parte de un purín procedente de un alojamiento donde se ha hecho un tratamiento previo hasta un pH menor de 5, mantenerlo en almacén exterior hasta pH 6 como indica la norma va a ser relativamente fácil, sin apenas aporte de ácido, ya que todo el purín nuevo que entre en ella, entrará a pH reducido. Únicamente sería necesario hacer aportes puntuales dependiendo del pH que se vaya alcanzando.
Por otro lado, si el tratamiento decidiera hacerse directamente en almacén exterior (sin tratamiento previo en alojamientos), se contemplan una de las siguientes opciones: un sistema automatizado que vaya inyectando ácido en el momento de entrada de purín en el mismo (o salida de los alojamientos), o bien una aplicación directa mediante cisterna sin necesidad de realizar ningún desembolso inicial.
- Sistema automatizado
El tratamiento se realiza mediante unidades de acidificación conectadas directamente a proceso. El purín se va tratando a medida que sale de las fosas, mediante pulsos de ácido, con el objetivo de conseguir un pH de 6 en almacén exterior, y siempre en condiciones aeróbicas, evitando dentro de lo posible, la formación de H2S.
A su vez, todo el proceso está completamente automatizado, lo que permite al ganadero monitorear continuamente todos los aspectos operativos y ambientales del sistema de gestión de purines (medición continua de pH, cantidad de purines tratados y almacenados y estado del suministro de ácido sulfúrico).
- Tratamiento directo en almacén exterior
Este tratamiento directo no necesita de un desembolso económico inicial. En este escenario, no se dispone de unidades de acidificación que dosifiquen de manera automática, si no que el tratamiento se hace sobre el propio almacén de purines por medio de un camión cisterna que adiciona la cantidad suficiente sobre el purín existente, hasta conseguir un pH objetivo de 6.
Para ello se hace un estudio previo donde se determina la dosis que va a ser necesaria aplicar en el momento del tratamiento.
La aplicación es una combinación de producto desde cisterna junto con una agitación continua para favorecer la mezcla y evitar la formación de puntos calientes que puedan favorecer la aparición de espumas.
Respecto a la duración del tratamiento, según aplicaciones en granjas comerciales realizadas en El Pobo (Teruel), se trataron purines hasta alcanzar un pH de 5,5 con una dosis de ácido de 0,8 % p/p.
Posteriormente se realizó un seguimiento y se pudo comprobar que, al mes, el pH ascendió entre 0,3 y 0,5 puntos, teniendo en cuenta las aportaciones recurrentes de purines no acidificados del interior de los alojamientos tras el vaciado de las fosas.
En función del pH inicial del purín, así como de la concentración de otros elementos con alto poder tampón, el coste del tratamiento, puede oscilar entre 1-3 euros/m3 y año.
Figura 2. Tratamiento de acidificación en almacén de purines.
− Aplicación en campo
- Resultados en campo
Según ensayos de campo realizados por la compañía, se confirma que el tratamiento mediante acidificación de un purín generado en granja, aplicado directamente en una parcela ubicada en el término municipal de El Pobo (Teruel), dieron como resultado un incremento de cosecha en trigo variedad García de hasta un 11 %, y también un aumento en la calidad del grano, representado en forma de proteína (incremento de un 17 %). Por otro lado, la salud del suelo se vio mejorada, debido al incremento de microorganismos específicos beneficiosos para los cultivos.
- Acidificación previa aplicación en campo
Este tratamiento, cubrirá la MTD número 21-e para reducir las emisiones de amoniaco a la atmósfera generadas por la aplicación al campo de purines. Si bien no existe la obligatoriedad de alcanzar un porcentaje determinado de reducción de emisiones en campo (no aplica en este caso Real Decreto 306/2020), la acidificación justo en el momento previo a su aplicación en campo, limita a su vez la volatilización del amoniaco.
Por otro lado, aunque es de obligatoriedad el uso de elementos esparcidores que garanticen una menor volatilización frente a técnicas de aplicación por plato o abanico, la acidificación supone una reducción aún mayor, garantizando que el nitrógeno disponible pueda ser a su vez, mayormente aprovechado por el cultivo.
En este caso, no sería necesaria la acidificación de purines en cisterna, si se ha hecho un tratamiento previo en almacén, y el pH de éste continua todavía estable por debajo de 6.
Por otro lado, la Comisión Europea dentro de su Estrategia ‘De la granja a la mesa’, cuya finalidad es diseñar un sistema alimentario justo, saludable y respetuoso con el medioambiente, y dentro de los ambiciosos objetivos ambientales que impone, se encuentra el referido a la fertilización y al buen estado agronómico de los suelos, estableciendo como meta reducir para 2030, al menos, a la mitad las pérdidas de nutrientes, sin deteriorar la fertilidad del suelo, reduciendo a su vez el uso de fertilizantes en al menos un 20 % para esta fecha.
Dentro del Real Decreto 1051/2022, de 27 de diciembre, por el que se establecen normas para la nutrición sostenible en los suelos agrarios, se especifica que cuando se apliquen estiércoles sólidos o purines o productos o materiales orgánicos u órgano-minerales, será obligatorio emplear al menos una medida de mitigación de emisiones.
Dentro de estas medidas, la compañía apuesta por la acidificación, previa aplicación a campo (también por la inhibición, explicada más adelante).
Comparación con otras técnicas
Comparando la acidificación con otras técnicas para reducir emisiones en almacén exterior, el coste por m3 y año se sitúa en torno a 1-3 €/m3.
El coste medio de las cubiertas, dependiendo del tipo y material, se sitúa entre 1-4 €/m3, por lo tanto. De los diferentes tipos de cubiertas cabe destacar:
- Costra natural: este tipo de cubiertas, generan un incremento de las emisiones de N2O por favorecerse las condiciones aerobias en toda su superficie. Este gas tiene un poder contaminante equivalente a 298 veces el del CO2.
- Cubiertas de materiales flotantes: en este caso es necesario garantizar que estos materiales cubran la totalidad de la superficie del purín y se debe conseguir un espesor mínimo, que muchas veces resulta dificultoso. Por otro lado, las condiciones meteorológicas tales como lluvia o nieve, pueden favorecer la rotura de la misma, contribuyendo a la emisión del amoniaco. A su vez, estas cubiertas pueden dificultar el momento de carga del purín, donde incluso se puede romper la cubierta, y parte de los materiales de esta sean aspirados e incluso aplicados en campo con el purín.
- Cubierta rígida: es necesario diseñarlas para que sean capaces de soportar lluvia o nieve, siendo indispensable hacer una obra de cimentación para soportar toda esa estructura.
En todas ellas, hay que tener en cuenta que, al favorecerse las condiciones anaerobias con este tipo de técnicas de mitigación, lo que se está fomentando es la formación en gran medida de gases nocivos que se producen en mayor medida en condiciones anaerobias, como son el CH4 y H2S (y N2O en costra natural).
Cabe destacar que, aunque existan materiales superficiales que eviten la emisión del amoniaco durante el almacenamiento temporal del purín, este sí se va generando y acumulando en el seno del mismo, y se emite en su totalidad una vez se aplica en campo, favoreciendo la contaminación ambiental, así como la pérdida de valor fertilizante.
Otros tratamientos realizados en purines
− Corrección de las unidades del purín
A día de hoy, el purín se aplica en mayor medida a los cereales. En este caso, la forma más común de aplicación es ajustar las unidades al nitrógeno total hasta la dosis máxima permitida en cada zona.
Debido a la composición natural del purín, estas dosis dan como resultado la aplicación de un exceso de fósforo y a un defecto de potasio.
La estrategia que se puede seguir en este caso es la corrección del purín equilibrándolo con ingredientes hasta ajustarlo a las necesidades que necesite el cultivo en un momento determinado. Este tratamiento de reajuste se puede extrapolar a cultivos de mayor añadido, así como para el reajuste de la fracción líquida tras una separación.
− Uso de inhibidores de la ureasa
Dentro del RD1051/2022 mencionado anteriormente, se detalla que cuando se apliquen estiércoles sólidos o purines o productos o materiales orgánicos u órgano-minerales, será obligatorio emplear al menos una medida de mitigación de emisiones. Dentro de estas medidas, la compañía también apuesta por el uso de inhibidores de la ureasa.
Estas técnicas de estabilización de la urea, tienen como objetivo principal favorecer la dilución de la urea, ralentizando la producción de ureasa por parte de los microorganismos edáficos, y a su vez evitar la pérdida de nutrientes en forma de amoniaco gas.
Respecto a este tipo de productos, la compañía apuesta por la tecnología Duramón al ser eficaz tanto en suelos ácidos como básicos, biodegradables, y estables en su almacenamiento.
− Uso de bioestimulantes
A su vez, la compañía apuesta por la bioestimulación para incrementar el rendimiento de los cultivos. Esta bioestimulación puede ser microbiana o no.
Por otro lado, en una apuesta de la compañía por fomentar la bioeconomía circular y reciclar subproductos de otros sectores como el cárnico, se incorporan recursos transformados y mejorados procedentes de la bioeconomía circular.
En este caso, la combinación de ambos productos incorporados al purín, podría utilizarse en zonas donde quiera obtenerse un mayor rendimiento de los cultivos, o bien, aplicarse en zonas donde debido al elevado coste actual de los fertilizantes, quiera aplicarse menos dosis para poder fertilizar mayor cantidad de hectáreas.
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