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La humanidad ante el reto del hambre y la malnutrición

21 November 2024
Economía Agroalimentaria
Nutrición y Salud
Reproducimos la lección magistral del catedrático José María Sumpsi con motivo del acto académico de apertura del curso 2024/25 de la Universidad Politécnica de Madrid
Plato vacío en un campo seco
  • Jose María Sumpsi
    José María Sumpsi ViñasCentro de Estudios e Investigación para la Gestión de Riesgos Agrarios y Medioambientales (CEIGRAM-UPM)

21 November 2024

Robert Malthus publicó en 1798 su célebre obra Ensayo sobre el principio de la población, en la que desarrolla una visión un tanto oscura y pesimista sobre el futuro de la humanidad. 

Según Malthus, la producción de alimentos crecía en progresión aritmética, mientras que la población lo hacía en progresión geométrica, con lo que resultaría inevitable llegar al momento en que el planeta no podría producir suficientes alimentos para la población mundial. 

Pero, hasta el momento, la tesis de Malthus no se ha cumplido. En primer lugar, porque no tuvo en cuenta que la producción mundial de alimentos crecería fuertemente, como se aprecia en el Gráfico 1, como consecuencia de los avances de la agroquímica y la mejora genética. 

En particular, las nuevas variedades de trigo mucho más productivas fueron la base de la revolución verde de los años 60 del siglo XX, que contribuyeron a aliviar el hambre y las crisis alimentarias en la India y otros países en desarrollo. Norman Borlaug, el científico que desarrolló estas nuevas variedades en el CIMYT, fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz en 1970 y figura en la galería de doctores honoris causa de mi Universidad, la Politécnica de Madrid. 

En segundo lugar, porque los países en desarrollo más poblados del mundo, en particular China e India, pusieron en práctica políticas de control de natalidad, que lograron reducir de forma notable su crecimiento demográfico.

Gráfico 1. Producción agrícola mundial (1961-2019)

Producción agrícola mundial (1961-2019)

 

Pero el fuerte descenso de la natalidad en el mundo a partir de 1970, tal como se muestra en el Gráfico 2, no fue solo fruto de esas políticas sino de otras causas, como la educación, la urbanización, la incorporación de la mujer al mercado de trabajo o el descubrimiento y acceso a los anticonceptivos.

Gráfico 2. Tasa de fecundidad total (nacimientos por mujer) 

Tasa de fecundidad total

 

La preocupación por la alimentación en el mundo volvió otra vez en 2008, cuando se produjo un aumento explosivo de los precios de los alimentos (Gráfico 3), como consecuencia de alcanzarse niveles históricos mínimos de reservas mundiales de granos (5 %), debido a incrementos sostenidos de la demanda de granos en países emergentes, especialmente China. 

La grave crisis alimentaria de 2008 suscitó de nuevo el debate sobre si en el futuro la producción mundial de alimentos sería suficiente para alimentar a la humanidad, de modo que el tema de la seguridad alimentaria volvió a la agenda internacional. 

Después de 2008 se inició un periodo de volatilidad extrema de los precios mundiales de los alimentos hasta 2013, y a partir de ese año los precios descendieron para luego estabilizarse, hasta que en 2021 y sobre todo en 2022 volvieron a crecer con mucha fuerza, como como consecuencia de la pandemia y la guerra en Ucrania.

Gráfico 3. Índice general del precio mundial de alimentos (FAO)

FAO - Índice general del precio de los alimentos

 

A raíz de la crisis alimentaria global de 2008, la Agencia de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) convocó en 2009 una conferencia internacional de expertos sobre cómo alimentar a la población en 2050. Las principales conclusiones de dicha conferencia internacional fueron que, para satisfacer el aumento de la demanda de alimentos de una población cada vez más numerosa, más urbana y con más renta, se necesitaría que la producción mundial de alimentos aumentara en un 70 % a nivel mundial y un 100 % en los países en desarrollo. 

Ello suponía un gran reto pues en el futuro la producción de alimentos se verá afectada por el impacto del cambio climático, sobre todo en los países del África subsahariana, y por la degradación de los recursos naturales. El reto sería aún mayor si tenemos en cuenta que la mayor parte del incremento de la producción mundial de alimentos, debería de proceder del aumento de la productividad agrícola y no del aumento de la superficie cultivada en el mundo. 

Ello es así porque las posibilidades de expansión de la frontera agrícola son ya limitadas, como muestra el Gráfico 4, en el que se aprecia que la superficie cultivada en el mundo no ha variado casi en las últimas décadas. Algunos estudios edafológicos estiman que aún existe en el mundo una importante superficie por cultivar, pero no tienen en cuenta las fuertes inversiones necesarias en infraestructuras, los conflictos por los derechos de propiedad muchas veces en manos de las poblaciones originarias y los problemas ambientales, en especial la deforestación.

Gráfico 4. Distribución global de la proporción de la superficie dedicada a cultivos herbáceos (1961-2021) 

sumpsi-hambre-grafico-4.png

 

Pero, para la seguridad alimentaria (SA) global lo que importa no es tanto aumentar la producción mundial de alimentos sino la disponibilidad mundial de alimentos, que es la diferencia entre la producción y las pérdidas de alimentos. Por tanto, para alimentar a la humanidad no solo hay que aumentar la producción mundial de alimentos, sino también reducir las pérdidas de alimentos a lo largo de la cadena alimentaria, lo que, además, reduciría el uso de recursos para producir alimentos que luego se pierden, con el consiguiente beneficio ambiental. 

Según el Informe del Programa de Medio Ambiente de Naciones Unidas de 2024, las pérdidas de alimentos se estiman en un 19 % de la disponibilidad de alimentos, a lo que habría que sumar las pérdidas pos cosecha estimadas en el 12 %.

Sin embargo, la disponibilidad de alimentos no es la única variable de la que depende la seguridad alimentaria (SA). La definición de SA, aprobada por la asamblea plenaria de la FAO de 1996, incluye además de la disponibilidad de alimentos, el acceso físico y económico a los alimentos, la utilización de los alimentos y la continuidad de la disponibilidad de alimentos. 

En particular, el acceso económico a los alimentos es muy relevante ya que de nada sirve que haya disponibilidad de alimentos, si la población carece de ingresos suficientes para comprarlos. Ello implica que dos variables clave que inciden en la SA son la renta de los hogares y los precios de los alimentos.

A partir de 2005 Naciones Unidas introduce el concepto de seguridad alimentaria y nutricional (SAN), lo que supone incorporar el tema de la nutrición y la dieta saludable. Esta ampliación del concepto de SA a SAN es importante, pues junto a una situación de hambre e inseguridad alimentaria de millones de personas, básicamente en el mundo en desarrollo, existe también un grave problema de obesidad de millones de personas por dietas no saludables, sobre todo, aunque no solo, en los países desarrollados.

Las cifras del hambre y la inseguridad alimentaria en el mundo 

Las últimas cifras del hambre en el mundo publicadas en el Informe sobre el Estado de la Inseguridad Alimentaria (SOFI, 2024), elaborado por la FAO, PMA (Programa Mundial de Alimentos), FIDA (Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola), OMS (Organización Mundial de la Salud) y UNICEF, son realmente preocupantes, pues en 2023 todavía hay 733 millones de personas, casi el 10 % de la población mundial que padecen hambre, es decir que no cubren las necesidades diarias calóricas mínimas. 

El Gráfico 5 publicado en el mencionado Informe muestra la evolución de la prevalencia (porcentaje) y del número de personas que pasan hambre en el mundo en el período 2005-2023, apreciándose tres períodos bien diferenciados.

Gráfico 5. Las cifras del hambre en el mundo

Las cifras del hambre en el mundo

 

De 2005 a 2014 se produce un significativo descenso del hambre en el mundo, tanto en la prevalencia (porcentaje) como en el número de personas subalimentadas. La principal explicación es el crecimiento económico y la reducción de la pobreza en diversos países emergentes, principalmente los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), y en particular en China con tasas de crecimiento anual sostenido cercanas al 10 % en la primera década del siglo XXI. 

Además, algunos países como Brasil e India pusieron en marcha importantes programas de ayudas sociales a los hogares de rentas más bajas, y políticas agrarias de apoyo a los pequeños productores, que contribuyeron a reducir el hambre en dichos países.

De 2015 a 2019 se produce un cierto estancamiento o incluso retroceso en la tendencia positiva del período anterior, debido fundamentalmente a tres causas: 1) el cambio climático y al aumento de la frecuencia de fenómenos climáticos extremos y sus efectos sobre las cosechas mundiales; 2) los conflictos y guerras en diversos países y regiones; y 3) la desaceleración e inestabilidad económica mundial.

De 2020 a 2023 se aprecia un claro incremento del hambre en el mundo, debido al aumento de la pobreza por los efectos del confinamiento por la COVID en 2020 y la pérdida consiguiente de empleos e ingresos, y por el aumento de los precios de los alimentos en 2021 y 2022 por la lenta recuperación de la cadena global de suministros en la pos pandemia y la guerra de Ucrania. 

La inflación desbocada y la necesaria subida de los tipos de interés para enfriar la economía, redujeron las tasas de crecimiento económico en muchos países, lo que explica en buena medida el estancamiento de las elevadas cifras del hambre en 2023.

Fuertes desigualdades regionales del hambre y la inseguridad alimentaria 

Las cifras mundiales del hambre esconden fuertes desigualdades regionales. Según el mencionado informe SOFI 2024, el hambre sigue aumentando en África, se ha mantenido relativamente sin variaciones en Asia, y registra progresos notables en América Latina y el Caribe. 

África sigue siendo la región que registra la mayor proporción de población aquejada de hambre: un 20,4 %, frente a un 6,2 % en América Latina y el Caribe, un 8,1 % en Asia y un 7,3 % en Oceanía. Sin embargo, más de la mitad de la población mundial que padece hambre sigue encontrándose en Asia, debido al peso demográfico de esa región. 

Si en lugar de la prevalencia y número de personas que pasan hambre, utilizamos como indicador la prevalencia y número de las personas que padecen inseguridad alimentaria moderada o grave, se estima según el informe SOFI (2024) que en 2023 el 28,9 % de la población mundial (2 330 millones de personas) padeció inseguridad alimentaria moderada o grave, es decir, careció de acceso sistemático a una alimentación adecuada. 

El Gráfico 6 muestra el número de personas en situación de inseguridad alimentaria moderado o grave por regiones, destacando no solo las mayores cifras para África sino también una acusada evolución negativa en los últimos años en dicha región, lo que confirma la gravedad del problema de la inseguridad alimentaria en África.

Gráfico 6. Las cifras de la inseguridad alimentaria en el mundo

Las cifras de la inseguridad alimentaria en el mundo

Nutrición y salud 

En cuanto al acceso asequible a alimentos nutritivos, según las estimaciones de FAO publicadas en FAOSTAT 2023 y que se muestran en la Tabla 1, 3.100 millones de personas (el 35 % de la población mundial) no pudo permitirse una dieta saludable en 2021. El mayor porcentaje de población que no pudo permitirse una dieta saludable corresponde a los países de ingresos bajos (86 %), en comparación con los países de ingresos medianos bajos (70 %), los países de ingresos medianos altos (14 %) y los países de ingresos altos (1 %).

Tabla 1. Las cifras de malnutrición en el mundo

Las cifras de malnutrición en el mundo

 

En cuanto a indicadores de salud, según el SOFI 2024, se ha registrado algún avance hacia el logro del objetivo de poner fin a todas las formas de malnutrición, con mejoras en la prevalencia mundial del retraso en el crecimiento y el bajo peso para la altura en los menores de cinco años y la lactancia materna exclusiva entre los lactantes menores de seis meses. La prevalencia mundial del bajo peso al nacer y el sobrepeso infantil se ha estancado, mientras que ha aumentado la anemia entre las mujeres de 15 a 49 años. 

¿Por qué es tan difícil acabar con el hambre y la malnutrición en el mundo? 

Una de las preguntas recurrentes en cualquier foro sobre el hambre y la seguridad alimentaria es: ¿cómo es posible que en la era de los mayores avances científicos, tecnológicos y biológicos no seamos capaces de eliminar el hambre en el mundo? ¿Por qué es tan difícil acabar con el hambre y la malnutrición en el mundo? 

La respuesta a esta pregunta no es fácil porque influyen múltiples causas, entre las que destacaremos las cinco siguientes: 

1. En primer lugar, la SAN es un concepto multidimensional, lo que supone que mejorar la seguridad alimentaria y nutricional global y alcanzar el ODS 2 Hambre cero, requiere lograr diversos objetivos, entre ellos: aumentar la producción y disponibilidad de alimentos, especialmente en África, donde los niveles de productividad agraria son muy bajos; reducir los niveles de pobreza; aumentar la inversión en infraestructuras de transporte, frio y almacenamiento para reducir las pérdidas pos cosecha y los desperdicios de alimentos; mejorar de la nutrición mediante una dieta saludable y asequible; y finalmente fortalecer las instituciones y la gobernanza en los países en desarrollo. Conseguir uno solo de estos objetivos ya es difícil, pero todos ellos a la vez es mucho más difícil. Además, la adopción del enfoque sistémico de la SAN complica aún más el logro de la SAN, pues implica, según muestra el Esquema 1, tener en cuenta las interrelaciones entre agricultura y alimentación, economía, medio ambiente y clima, salud y ciencia.

Esquema 1. Interrelaciones entre agricultura, alimentación, crecimiento económico, medioambiente, clima y salud

Interrelaciones entre agricultura, alimentación, crecimiento económico, medioambiente, clima y salud

 

 

2. Una segunda causa del hambre es la persistencia de guerras y conflictos en diversos países y regiones del mundo, como Afganistán, Siria, Sudan, Somalia o África occidental. La capacidad de la comunidad internacional para acabar con estos conflictos y guerras es muy reducida, como recientemente se ha demostrado en el caso de la guerra en Ucrania y Gaza, debido la compleja situación geopolítica actual con un mundo dividido en dos bloques, y países emergentes que miran para otro lado y cooperan con los dos bloques según sus intereses, como el caso de Brasil. India o Sudáfrica. Naciones Unidas sufre una de sus peores crisis y como ha declarado su Secretario General en la Asamblea General de septiembre de 2024, lo países incumplen sistemática e impunemente las resoluciones de Naciones Unidas

La enorme dificultad de Naciones Unidas para lograr acuerdos internacionales y avanzar en temas como el cambio climático o la seguridad alimentaria es manifiesta, a pesar de éxitos aparentes como la Cumbre de Paris de 2015 o la Cumbre de Naciones Unidas sobre Sistemas Alimentarios de 2021. Solo se alcanzan acuerdos, después de largas y complicadas negociaciones, si los compromisos no son vinculantes, lo que deja su cumplimiento a la buena o mala voluntad de los gobiernos.

3. Una tercera causa es la debilidad institucional, las deficiencias de las políticas públicas, el bajo nivel de gasto público destinado a la agricultura y la seguridad alimentaria y la corrupción de los gobiernos de los países en desarrollo. La ayuda internacional para el desarrollo es, sin duda, un elemento importante de la lucha contra el hambre, y es cierto que es insuficiente y no está bien coordinada, pero el primer responsable de eliminar el hambre en un país es el gobierno de dicho país, y todas las debilidades y problemas mencionados están en el origen de la dificultad para lograr el ODS 2: 'Hambre Cero', en especial en los países más pobres.

4. La cuarta causa son las restricciones a la exportación de alimentos aplicadas por importantes países exportadores cuando se producen crisis alimentarias globales, como ya sucedió en la crisis alimentaria de 2008, y ha vuelto a suceder en la crisis alimentaria derivada de la guerra en Ucrania. Dichas restricciones, a veces no bien justificadas y que se toman como medida preventiva, provocan una mayor inseguridad alimentaria en países en desarrollo importadores netos de alimentos. Se han celebrado numerosas reuniones en la Organización Mundial de Comercio (OMC) para aprobar reglas que impidan, o al menos dificulten al tener que justificar la necesidad de tal medida, que los países exportadores de alimentos puedan sin más limitar, o incluso llegar a cerrar, las exportaciones de alimentos en situaciones de crisis alimentaria global y/o en caso de cosechas cortas en dichos países por condiciones climáticas adversas, pero hasta la fecha no se ha logrado ningún acuerdo. Las perspectivas de conseguir algún avance en este tema son prácticamente nulas, dado el auge de las posiciones más soberanistas y proteccionistas en países con mucho peso en el comercio internacional.

5. La quinta causa es el déficit de financiación internacional para la SAN. La financiación pública y privada internacional destinada a la en agricultura y seguridad alimentaria y nutricional es claramente insuficiente para acabar con el hambre en el mundo. De hecho, el último Informe SOFI de 2024 dedica un capítulo monográfico al tema de la financiación, concluyendo que los países con capacidad limitada o moderada para acceder a flujos de financiación presentan, en promedio, una mayor prevalencia del hambre. El problema es que muchos países de ingresos medianos y bajos encuentran grandes limitaciones para acceder a flujos de financiación.

Una visión de futuro

En el Gráfico 7 se presenta la proyección del hambre en el mundo en 2030, según los modelos de FAO; año en el que se deben alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). A la vista de dicha proyección, el ODS 2 - 'Hambre Cero' no se alcanzará en 2030, pues la población que padecería hambre aún se situaría en ese año entre 570 y 600 millones de personas.

Gráfico 7. Proyección de las cifras del hambre en 2030

Proyección de las cifras del hambre en 2030

 

Las principales causas de este fracaso son la influencia del cambio climático y la creciente recurrencia de fenómenos climatológicos adversos extremos que afectan a las cosechas mundiales, la inestabilidad y desaceleración económica que frena el aumento de la renta per cápita y afecta al acceso económico a los alimentos por parte de las familias más pobres, y la persistencia de conflictos y guerras en un contexto geopolítico mundial muy difícil en el que la alimentación se usa como arma de guerra, como ha sucedido con el bloqueo de Rusia a las exportaciones de granos de Ucrania por el Mar Negro, lo que empeoró la seguridad alimentaria de algunos países de África y Oriente Medio que dependían en buena medida de las importaciones de grano de Ucrania.

A largo plazo la humanidad se enfrentará a un doble reto: por un lado, aumentar la producción y disponibilidad de alimentos; y por otro, preservar el medio ambiente, los recursos naturales y la biodiversidad y mitigar el cambio climático.

En cuanto al reto alimentario, el gran potencial de aumento de la producción de alimentos esta en los países en desarrollo y emergentes, donde el margen de incremento de la productividad agraria es muy importante, pues se parte de niveles muy bajos. 

En África, por ejemplo, la superficie de riego no supera el 5 % y la dosis media de uso de fertilizantes es de 7 kilos por hectárea y apenas se usan semillas mejoradas. En el Gráfico 8 se muestra el estancamiento en África de les bajos niveles de rendimiento del maíz desde los años 60, mientras que se incrementaron notablemente en Brasil, EEUU o España. 

Las tecnologías respetuosas con el medioambiente, los recursos naturales y el cambio climático ya existentes, como la agricultura de conservación, la agricultura de precisión o la agroecología, que se agrupan en lo que la FAO denomina el enfoque de ecosistemas para la intensificación productiva sostenible, deberán constituir la base de la segunda revolución verde en países en desarrollo, especialmente en África. 

Si no se lleva a cabo esa nueva revolución verde en África que aumente la productividad agraria de forma sostenible, la inseguridad alimentaria se verá agravada por la fuerte explosión demográfica que se espera en esa región, lo que alentaría la emigración hacia Europa aún más, agudizando la actual crisis migratoria.

Gráfico 8. Rendimientos medios del maíz en el mundo (1961-2022)

Rendimientos medios del maíz en el mundo (1961-2022)

 

En cuanto al reto ambiental, citamos el artículo publicado por la revista Nature: "Options for keeping the food system within environmental limits" (Sprignmann et al., 2018), que analiza diversas opciones para reducir los efectos ambientales del sistema alimentario, incluyendo cambios en los hábitos de consumo y de dieta, nuevas tecnologías y gestión respetuosas con el medio ambiente y el clima, y reducción de las pérdidas y desperdicios de alimentos. 

La conclusión del artículo es que ninguna de estas medidas es suficiente, por sí sola, para mantener los impactos ambientales dentro de los limites planetarios y que, por tanto, se necesitará una combinación sinérgica de dichas opciones.

Pero la transición ecológica en la agricultura, igual que ocurre en otros sectores como la energía, el automóvil y el transporte, es un proceso que plantea enormes dificultades, de modo que debe ser gradual y revisable. 

En la agricultura, el cumplimiento de criterios, normas y condiciones ambientales y climáticas para aumentar la sostenibilidad puede implicar aumento de los costes de producción, por lo que surge el debate de quien debe asumir tales costes: los agricultores, disminuyendo su renta, los consumidores, pagando más por los alimentos, o el Estado aumentando las ayudas a los agricultores. 

La pregunta clave sería: ¿cuál es el equilibrio que permitiría lograr una mayor sostenibilidad de la agricultura sin poner en riesgo la disponibilidad y los precios mundiales de los alimentos? Por otro lado, esas normas y exigencias ambientales para la producción de alimentos deberían acordarse para todos los países, al objeto de evitar las distorsiones en el comercio internacional agrario, lo que en la actual situación de la OMC parece imposible

La biotecnología y las nuevas herramientas de mejora genética, incluida la edición genética, y nuevas tecnologías que permitan un uso más eficiente de recursos como el agua o los nutrientes del suelo, y que contribuyan a reducir el impacto ambiental de determinadas prácticas agrícolas como el uso de fertilizantes y fitosanitarios, serán fundamentales para que la agricultura del futuro pueda alimentar a la creciente población mundial, y al mismo tiempo pueda preservar el medio ambiente y mitigar el cambio climático.

Muchos de los avances de la ingeniería, como la robótica, la teledetección, la electrónica o la inteligencia artificial, que se aplican al transporte, la carrera aeroespacial, la logística o la energía, se aplican también a la agricultura. 

Un tractor lleva unas consolas, equipos de sensores y computadoras, que permiten un grado de precisión en el manejo del suelo y cultivo inimaginable hace 20 años, con el siguiente ahorro de energía, menor impacto ambiental y aumento de la eficiencia. El análisis de imágenes satelitales y sensores de los cultivos permite conocer su estado en tiempo real y detectar deficiencias hídricas o de nutrientes. 

Por consiguiente, uno de los elementos clave para afrontar este doble reto, alimentario y ambiental, será potenciar los centros de investigación de agricultura, ingeniería agronómica, medioambiente y biotecnología, una buena muestra de los cuales son el Centro de Biotecnología y Genoma de Plantas (CBGP) y el Centro de Estudios e Investigación en Gestión de Riesgos Agrarios y Ambientales (CEIGRAM) de la Universidad Politécnica de Madrid. 

Pero alimentar a la creciente población mundial con dietas saludables no es solo un reto científico, tecnológico y ecológico Para erradicar el hambre y la malnutrición en el mundo será necesario, además, diseñar y aplicar buenas políticas agrarias y de seguridad alimentaria y nutricional, crear nuevos mecanismos y fondos internacionales para aumentar la financiación de la SAN en los países con mayor prevalencia del hambre y mejorar el sistema de gobernanza global de la SAN.

Respecto a la actual gobernanza mundial de la SAN, el Comité Mundial de Seguridad Alimentaria (CSA) de Naciones Unidas, creado en 2009, se ha mostrado hasta ahora inoperante, pues sus recomendaciones y directrices de políticas públicas son de carácter voluntario, y no hay financiación del CSA para aplicar las recomendaciones aprobadas por los países en la Asamblea plenaria de dicho Comité, por lo que pocos países las aplican.

La Cumbre de Sistemas Alimentaros de Naciones Unidas de septiembre de 2021 fue un hito, pero de nuevo el seguimiento de la aplicación de las recomendaciones de la Cumbre, una vez más sin mecanismos financieros ad hoc, está siendo difícil y lento. 

El hambre está de nuevo en lo más alto de la agenda internacional, y de hecho en la Cumbre de Cambio Climático de 2023 se aprobó la Declaración sobre Agricultura Sostenible, Sistemas Alimentarios Resilientes y Acción Climática, y en 2024 el G7 ha lanzado la Iniciativa sobre Sistemas Alimentarios de Apulia, y el G20 la Alianza Global contra la Pobreza y el Hambre, pero sin plantear acciones concretas ni financiación asociada en ambos casos. Sobran declaraciones, directrices e iniciativas, y faltan compromisos, acciones concretas y financiación asociada

La conclusión es, pues, que la ciencia, la tecnología, la biotecnología y la ingeniería agronómica han hecho bien su trabajo, pero el hambre sigue existiendo debido en gran medida a causas exógenas a la agricultura. Para superar con éxito el doble reto alimentario y medioambiental, podemos confiar en los avances de la ciencia, la tecnología, la biotecnología y la agronomía, pero no tanto en los avances de la gobernanza global y de otros factores, que, como hemos mencionado en esta lección, también son necesarios para eliminar el hambre y la malnutrición en el mundo.

Algunos países emergentes muy poblados han logrado avances muy notables en seguridad alimentaria. Por ejemplo, India y Brasil mediante ayudas a los pequeños agricultores, ayudas sociales en Brasil en el marco del programa Fome Zero, o en la India en el marco de la Ley sobre el Derecho a la Alimentación. En México mediante la Estrategia de Alimentación Saludable y Sostenible, recientemente aprobada. En China gracias al fuerte crecimiento económico en los 90 y primera década del presente siglo, o Vietnam con una importante reforma de los derechos de propiedad de la tierra. 

Pero el problema está en los países pequeños y más pobres, y/o países en guerra o conflictos armados internos o estados fallidos, ya que no consiguen reducir las cifras del hambre. Por ello, la comunidad internacional debería centrar todo su esfuerzo y apoyo en los países con más dificultades para reducir el hambre y la malnutrición. 

Acabar con los conflictos armados, tanto internos como externos, se revela como un objetivo decisivo para avanzar en la lucha contra el hambre, pero el actual panorama geopolítico mundial no es el más propicio para conseguirlo.