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La adaptación de la agricultura familiar a los mercados globales

11 July 2023
Desarrollo Rural
Economía Agroalimentaria
La autora presenta una síntesis de su trabajo de investigación sobre la transformación del tejido productivo local del Bajo Cinca, en el que analiza su evolución desde una agricultura familiar a un sistema moderno, profesionalizado, más productivo y orientado a los mercados exteriores
Ilustración 1 Campo de melocotoneros en fase de crecimiento. Bajo Cinca. Primavera 2021. Fuente: Carmen Capdevilla.

11 July 2023

La fruticultura intensiva de la zona del valle del Ebro, donde la comarca del Bajo Cinca se encuentra, existe uno de los enclaves agrícolas más importantes de este tipo a nivel nacional. Se trata de un sistema agrario altamente competitivo y modernizado, especializado en la producción del cultivo de fruta dulce que se orienta a la venta en el mercado exterior, principalmente europeo. 

La implantación del modelo agroindustrial conllevó importantes cambios medioambientales; económicos, con un aumento de la productividad por hectárea, y sociales, con la profesionalización de la agricultura y la reestructuración de las explotaciones familiares, cuya adaptación ha sido esencial para su supervivencia. 

 

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Este artículo es una síntesis de la investigación publicada en la Revista Española de Sociología (RES), que se puede leer aquí. En él exploro la estructura organizativa de la producción en el Bajo Cinca, los factores que permiten el funcionamiento del sistema agrario y el modelo agroindustrial, y las consecuencias que tiene para las explotaciones familiares.

Según los datos del último censo agrario elaborado por el Instituto Nacional de Estadística (2022), la agricultura en el Bajo Cinca está compuesta por 1990 explotaciones que ocupan cerca de 93.000 ha, con una producción estándar total de más de 330 millones de euros

 

Localización y extensión del Bajo Cinca, al este de la Comunidad de Aragón. Fuente: Wikipedia.

 

Campo de melocotoneros en fase de crecimiento. Bajo Cinca. Primavera 2021.

 

Campo de melocotoneros en fase de crecimiento (Bajo Cinca, primavera de 2021).

 

De ellas, el 32 % está especializada en el cultivo frutícola. Si bien el tamaño medio es de 34 ha, el 60 % de las explotaciones tiene menos de 30 ha, umbral de superficie en el que fijan los entrevistados la viabilidad de la explotación frutícola actual. 

Concentran el 80 % de los agricultores a tiempo parcial. Además, se observa una disminución del número de explotaciones (62 % menos que en 1999) y un aumento de su superficie (21 % más que en 1999). Por tanto, en línea con las dinámicas del sector agrario español y europeo, se observa una tendencia a la concentración productiva y a la redimensión de la explotación hacia explotaciones de mayor tamaño gestionadas por un agricultor profesional. 

De las 93.000 ha del Bajo Cinca, un 32 % se especializa en el cultivo frutícola

Los agricultores del Bajo Cinca siguen reivindicando el carácter familiar de sus explotaciones y su vinculación con el territorio. No obstante, no todas las explotaciones han evolucionado de la misma manera, sino que la investigación muestra un sistema agrario compuesto de perfiles heterogéneos, en el que conviven explotaciones con diferentes capacidades productivas y estrategias de venta. 

Esta coexistencia permite la creación de economías de escala y la especialización de todo el sistema productivo, lo que está en la base del funcionamiento del sistema agroindustrial. 

 

Vista panorámica de la comarca del Bajo Cinca. Primavera 2021.

 

Vista panorámica de la comarca del Bajo Cinca (primavera de 2021).

Perfil del operador

En primer lugar, las explotaciones familiares pequeñas y medianas (de 30 ha a 100 ha), especializadas en cultivos de fruta y gestionadas por un agricultor individual que comercializa el producto a través de una central frutícola o cooperativa de gran tamaño, quien vende a los intermediarios en el país de destino. 

Se trata de aquellos agricultores que pudieron continuar con la explotación agraria familiar gracias a agrandar su superficie e introducir los avances tecnológicos. 

Las centrales frutícolas son empresas familiares que, aunque cuentan con una parte de producción propia, se dedican principalmente a vender el producto de los agricultores. En muchos casos esta relación comercial se consolida a través de la creación de una Organización de Productores de Fruta y Hortaliza (OPFH), figura regulada a nivel europeo que permite el acceso a una serie de medidas de apoyo económicas.

De este modo, en la práctica se genera una asociación de agricultores y comercializadoras a través de la fórmula de integración vertical. Esto facilita la concentración de los grandes volúmenes de producción que se requieren para vender a la gran distribución y a los mercados exteriores. 

 

Vista panorámica de un campo de melocotón. Primavera 2021.

 

Vista panorámica de un campo de melocotón. (Bajo Cinca, primavera de 2021).

 

Si bien esto permite acceder a nuevos mercados, también supone la pérdida de autonomía para el agricultor, ahora sujeto a las exigencias de los compradores, y aumenta la vulnerabilidad del sistema frente a los riesgos globales (guerras, acuerdos comerciales, factores geopolíticos). 

Aparecen nuevos requisitos productivos como las certificaciones de calidad, que regulan el cumplimiento de ciertas prácticas agrícolas o la necesidad de incorporar las innovaciones tecnológicas para seguir manteniendo la productividad. 

En segundo lugar, hay explotaciones frutícolas de mayor tamaño (en torno a 100 ha), que han dado el salto a la comercialización propia, consolidándose como empresa comercializadora. 

Aunque puedan vender el producto de otros agricultores, el grueso proviene de su producción propia. Se enfocan al mercado nacional de calidad a través de la venta en los mercados centrales de las principales ciudades. 

Al no contar con suficiente producción como para vender en el mercado exterior o a la gran distribución, optan por esta vía de comercialización para continuar con su actividad. Están orientadas a un consumidor con mayor poder adquisitivo, que demanda un tipo de producto de mayor calidad (calibre y color), por lo que el precio es mayor.  

Por último, de manera minoritaria, perviven explotaciones frutícolas de menor tamaño (menos de 20 ha) que permiten que el agricultor pueda vender su producción directamente a asentadores en mercados centrales, sin necesitar intermediarios. 

Conclusiones

La investigación, por tanto, muestra el dinamismo del sector para integrarse en los mercados globales y la consolidación de la agricultura profesional

Los agricultores despliegan diferentes estrategias para adaptarse a los cambios en base al tamaño y estructura de sus explotaciones y sus objetivos. 

Asimismo, siguen identificándose como agricultura familiar, lo que evidencia la importancia del término a nivel simbólico. Se muestra la consolidación del tipo de agricultura regida por las lógicas empresariales de control, eficiencia y especialización. 

Esto ha conllevado grandes cambios, por los altos niveles de productividad y el aumento de los beneficios económicos, pero también ha puesto a los agricultores frente a nuevos retos sociales y medioambientales. 

Entrevista con la autora en Hoy por Hoy Barbastro-SER Aragón Oriental (15 de junio de 2023)