30 June 2021
El sector frutícola español se encuentra actualmente en un periodo de profunda reconversión buscando una mayor rentabilidad.
La incorporación de nuevas variedades y la introducción de nuevas especies, así́ como a la adopción de sistemas de producción más intensivos y sostenibles y la aplicación de técnicas de cultivo que incrementan el valor final de la producción, son las claves de esta transformación.
La demanda del consumidor y el cliente: la clave de los programas de mejora
De todas las innovaciones del sector frutícola, la obtención de nuevo material vegetal es sin duda la que tiene y va a tener un mayor impacto en la actividad productiva. Con las nuevas variedades hay que satisfacer las demandas de los consumidores, las exigencias de las cadenas de distribución y las necesidades de los productores.
Los consumidores demandan fruta saludable y con sabor y son cada vez más sensibles a la sostenibilidad medioambiental. Las cadenas de distribución buscan un suministro continuo de un producto homogéneo que tenga buen aspecto (color, tamaño, forma) y que tenga una vida postcosecha adecuada para aguantar en los lineales.
El productor además necesita maximizar los rendimientos y reducir los costes de producción, principalmente de mano de obra, con variedades de fácil manejo (bajas necesidades de poda o aclareo), que sean tolerantes o resistentes a plagas y enfermedades y que no presenten alteraciones o fisiopatías que mermen la producción y la calidad de los frutos.
Si el cultivo no es rentable para el agricultor, lo demás no se sostiene
Los programas de mejora genética trabajan para conseguir la fruta perfecta, que satisfaga todas las exigencias de los diferentes eslabones de la cadena. El objetivo de los obtentores es ampliar el calendario productivo lo máximo posible, una realidad para muchas especies cuando combinamos la producción de los dos hemisferios, y ofertar diferentes formas, colores y sabores y mayores propiedades nutritivas. El panorama varietal actual del melocotonero, la uva de mesa o el manzano es reflejo de esta intensa actividad.
Los programas de mejora de frutales desarrollados en España
Los programas de mejora que se desarrollan in situ en las zonas de producción tienen más posibilidades conseguir variedades adaptadas con éxito a las condiciones específicas de estas zonas (suelo, clima, agua). España es una potencia en la obtención de variedades de almendro.
Los programas del CEBAS-CSIC de Murcia, el CITA de Aragón y el IRTA de Cataluña han desarrollado variedades autocompatibles y de floración tardía que escapan a las heladas y han permitido la expansión del cultivo a zonas más frías.
La innovación, de la mano de la digitalización y la sostenibilidad, es la llave para diseñar la fruticultura de la próxima década
España es líder europeo en programas de melocotonero y hay programas que están trabajando en la obtención de nuevas variedades de cítricos, uva de mesa, albaricoquero, cerezo, ciruelo, níspero, chirimoya o granado, entre otros. También hay varios programas desarrollando nuevos portainjertos para frutales de hueso o cítricos. Esta situación hace que nuestro sector frutícola sea más competitivo y limita la dependencia de programas foráneos.
En melocotón hay al menos 15 programas de mejora en España de iniciativa privada (Provedo, PSB producción vegetal, etc.) pública (CITA de Aragón, Aula Dei, IVIA) y mixta (IMIDA-Novamed, IRTA-ASF). Tenemos varias tipologías de frutos si combinamos la forma (redondeada o plana) y la presencia o no de vellosidad en la piel (melocotones, nectarinas, paraguayos y platerinas). Además, tenemos piel con fondo rojo o amarillo y pulpa roja, amarilla o blanca, con sabores neutros o subácidos.
En uva de mesa el avance en las dos últimas décadas ha sido espectacular. Hoy en día disponemos de variedades sin semillas, blancas, rojas o negras, que cubren toda la estación de producción, cada vez menos exigentes en manejo, crocantes y con sabores neutros y moscatel, más conocidos, pero también con nuevos sabores a fresa, algodón de azúcar o mango, y formas diferentes que llegarán a los lineales próximamente.
En 2002 se inicio el programa de iniciativa público-privada ITUM que ha registrado ya 16 nuevas variedades y más recientemente el programa SNFL-Grape Génesis.
La manzana es la fruta de mayor producción a nivel mundial y hay más de 40 programas de mejora en todo el mundo que generan unas 50 nuevas variedades todos los años. Las principales innovaciones que incorporan las nuevas variedades son la textura y el sabor diferenciales, las variedades bicolor y de pulpa roja, y las nuevas ‘snack apple’ que presentan una alta calidad gustativa y comodidad de consumo.
Otros retos de los programas de mejora de frutales
El calentamiento global está provocando el desplazamiento de las especies a lo largo del territorio. Las nuevas variedades deben adaptarse a las diferentes condiciones agroclimáticas de las zonas productoras con la dificultad añadida del impacto del cambio climático, que está modificando los límites de los cultivos.
La resistencia al frío de los frutales marca el límite norte para su cultivo, pero con el cambio climático, se abren escenarios impensables hace tan solo unas décadas. Frutales tropicales y subtropicales como el aguacate, que hasta ahora tenían su nicho de cultivo en el sur de la península, además de Canarias, podrán extenderse a nuevas zonas gracias a que el clima será más favorable.
Nuevos cultivos tropicales y exóticos llaman a la puerta. Papaya, pitaya, maracuyá, litchi, longan, guayaba, carambola, guanábana, atemoya son algunos de los que vienen para quedarse y van a contribuir a diversificar nuestra producción, abriendo nuevos mercados y posibilidades. Un ejemplo de ello es la introducción de nuevos híbridos adaptados a condiciones de clima subtropical (Semillas del Caribe, Capgen) que han posibilitado el desarrollo del cultivo de papaya en nuestros invernaderos.
Del mismo modo las necesidades de frío invernal para salir del reposo marcan el límite sur para el cultivo de frutales como el cerezo o el manzano. Con el ascenso de las temperaturas tendrán que desplazarse a zonas más frías o se cultivarán variedades con menores requerimientos de horas frío. Ya hay en el mercado nectarinas capaces de florecer sin necesidad de acumular frío invernal. En otros frutales de hueso como albaricoquero, cerezo o ciruelo se está trabajando para conseguirlo.
La escasez de agua y la salinidad son otros factores que están condicionando la viabilidad de los cultivos. Aquí la mejora genética se concentra en la obtención portainjertos o patrones tolerantes que se adapten a estas condiciones cada vez más limitantes.
Nuevos cultivos tropicales y exóticos van a contribuir a diversificar nuestra producción abriendo nuevos mercados y posibilidades
La autoincompatibilidad es una característica de numerosas especies frutales que implica la necesidad de introducir variedades polinizadoras en el diseño de las nuevas plantaciones para garantizar la producción. Es necesario que las variedades sean intercompatibles y que las floraciones coincidan en el tiempo, y en el caso de que la polinización sea por insectos, que estos estén disponibles.
Con variedades autocompatibles se pueden establecer plantaciones o bloques monovarietales, que facilitan el manejo y la polinización. En el futuro la mayor parte de las variedades en albaricoquero, almendro, cerezo o ciruelo serán autofértiles.
Otro de los grandes retos que plantea el futuro son las nuevas amenazas en forma de plagas y enfermedades que pueden comprometer mermar la producción y la calidad. La obtención de variedades y portainjertos resistentes o tolerantes está entre los objetivos principales de todos los programas de mejora genética de plantas. La filoxera en vid o el virus de la tristeza de los cítricos obligaron a desarrollar portainjertos tolerantes y gracias a ellos estos cultivos han llegado a nuestros días.
Variedades resistentes al virus de la sharka (frutales hueso), al fuego bacteriano (frutales de pepita), al oídio (uva de mesa) o al moteado (manzano) son algunos ejemplos actuales. Para superar enfermedades emergentes como el greening de los cítricos o las producidas por Xylella fastidiosa en olivo se desarrollarán nuevas variedades resistentes. La conservación del material vegetal y de a diversidad genética en los bancos de germoplasma son vitales para conseguirlas.
Las nuevas formas de cultivo, la intensificación sostenible a la que nos dirigimos, precisará también de patrones y variedades adaptados, que reduzcan el tamaño de los árboles, con hábitos de crecimiento y fructificación determinados, que faciliten la mecanización de operaciones como la poda o la recolección
El cultivo superintensivo en olivar es ya una realidad que ha supuesto el desarrollo de nuevas variedades como ‘Arbosana’, ‘Oliana’, o ‘Lecciana’ y portainjertos como los de la serie Rootpack de Agromillora. Los avances en ingeniería genética y biotecnología, y las nuevas técnicas de secuenciación masiva van a contribuir a que el ritmo de obtención de nuevas variedades a la carta sea mucho más rápido y exitoso que el visto hasta ahora.
El futuro vendrá también marcado por la propiedad de estos nuevos materiales sujetos a royalties y comercializados en exclusiva a través de clubes cerrados que controlan la superficie cultivada para garantizar a los productores un equilibrio entre la oferta y demanda que mantenga los ingresos. En este escenario los pequeños agricultores que no estén asociados u organizados se quedaran fuera de juego.