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07 February 2025
Parto de la premisa de que estas líneas no van a sorprender a nadie. Seguro de una gran parte de los lectores de este artículo tienen en mente cuáles pueden ser las consecuencias, al menos en líneas generales, de cualquier tipo barrera arancelaria en el comercio agroalimentario.
Lo único factible, al menos por ahora, sería tratar de acotar los posibles impactos. Para ello empecemos por definir la importancia de EEUU como cliente, y la situación del sector agroalimentario en su escandallo de compras.
En términos generales, los alimentos suponen el 19 % del total exportado a los EEUU (Gráfico 1). Los envíos a EEUU representan el 6,5 % del total de las exportaciones agroalimentarias realizadas por España, siendo el primer socio comercial fuera de la Unión Europea. Concretamente es el sexto comprador de alimentos (sobrepasando ya, en 2024, a Países Bajos) por detrás de Francia, Alemania, Italia, Portugal y Reino Unido.
Se estima que el valor de las exportaciones agroalimentarias a EEUU, en 2024 (a fecha de hoy hay datos provisionales hasta noviembre) alcanzará los 3.480 millones de euros, un incremento del 24 % respecto al año anterior. En términos globales, España ocupa el puesto diecisiete como suministrador de alimentos a EEUU (ICEX, 2024); ranking que lideran, en este orden, México, Canadá, Italia y Francia.
Y es que, en los últimos años, a pesar de caída puntuales, los envíos muestran una tendencia creciente (Gráfico 2). Por otro lado, a pesar de que España tiene una balanza comercial agroalimentaria muy positiva, importa alimentos de EEUU por valor de 1.710 millones de euros (estimaciones a finales de 2024), en su mayoría oleaginosas, pero también frutos secos, bebidas y cereal.
Dicho esto, no es la primera vez que la agroalimentación española se enfrenta a una situación similar, en cuanto a la problemática arancelaria se refiere.
En 2019, la administración Trump impuso aranceles adicionales del 25 % que afectaban a importantes productos agroalimentarios españoles, como el aceite de oliva envasado, vinos tranquilos envasados (con alcohol inferior a 14 º), aceitunas verdes, quesos, cítricos, carne de porcino o conservas de moluscos. Estos aranceles fueron parte de una disputa comercial más amplia relacionada con los subsidios a la industria aeronáutica.
En marzo de 2021 se acordó la suspensión, por un período de cinco años, de todos los aranceles impuestos en el marco de las diferencias suscitadas en el sector de grandes aeronaves civiles.
Este punto es relevante porque se pone de manifiesto que el sector agroalimentario puede ser el afectado, pero no el detonante, de futuras disputas comerciales.
También hay que recordar que EEUU impuso aranceles a las aceitunas negras en 2017, que todavía persisten, alegando que los productores españoles recibían subvenciones de la PAC de la UE y que existían prácticas de dumping en las exportaciones.
Actualmente, existe preocupación en el sector agroalimentario nacional sobre la posibilidad de que se impongan nuevos aranceles o se reactiven los antiguos.
Sin embargo, no debemos olvidar que existen otros mecanismos de protección en frontera que introducen distorsionen muy relevantes en el comercio con EEUU, por ejemplo: la implantación de protocolos fitosanitarios que llevan aplicándose décadas a la exportación de frutas y hortalizas, o las estrictas normas en materia de importación de lácteos, aves de corral y huevos, o moluscos bivalvos. También las restricciones a la importación de animales y productos bovinos. Sin contar el cierre del mercado estadounidense al ovino y caprino español.
En cualquier caso, los productos más vulnerables a las nuevas medidas arancelarias, en el corto y medio plazo, serán los que en la actualidad componen el grueso de las exportaciones a EEUU, esto es: aceite de oliva, vino, aceitunas, confitería y dulces, queso, moluscos, extractos vegetales y semillas, zumos, pimienta, o los pescados frescos y refrigerados; sin olvidar otros productos como el jamón, el atún, otras conservas de pescado o las almendras.
A pesar de las dificultades de agregación por productos, la tabla siguiente recoge la evolución de los principales capítulos de exportación a EEUU durante los últimos años.
La falta de concreción de las medidas dificulta mucho realizar predicciones específicas basadas en situaciones futuras. De cualquier manera, y basándonos en la experiencia reciente, la imposición de un arancel produce un shock inmediato, cuyo impacto depende de la capacidad de sustitución, por parte del consumidor americano, del origen España (situación que se dio con la aceituna negra marroquí, griega o portuguesa).
Con posterioridad es previsible un proceso de adaptación y reorientación de la estrategia de mercado que puede recuperar en el medio plazo, y al menos en parte, la situación de partida. Esta última parte depende mucho del producto concreto afectado.
Como conclusión, el mercado agroalimentario de los Estados Unidos se ha consolidado como uno de los principales clientes estratégicos para las empresas agroalimentarias españolas. A pesar de los diversos desafíos afrontados, como las continuas barreras arancelarias y las estrictas regulaciones comerciales, las exportaciones españolas siguen luchando por apuntalar su situación. Aspecto en el que se ha tenido un éxito patente.
El nuevo escenario, en el caso de ejecutarse, supondría un reto más. Este requeriría un esfuerzo de reposicionamiento en el mercado para evitar la pérdida de cuota, al menos en términos de ingreso.
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