blog author
Ignacio Atance MuñizDirector del Servicio de Estudios de Grupo Cajamar
10 min

La aportación del regadío al sector agrario en España. Actualización de cifras a 2023

17 March 2025
Regadío
Economía Agroalimentaria
Acequia

17 March 2025

El regadío ha desempeñado un papel fundamental en la historia, la economía y la estrategia agrícola de España. 

Desde un punto de vista histórico, la implantación de sistemas de riego se remonta a la época romana y, posteriormente, al legado andalusí. Estas infraestructuras permitieron transformar zonas áridas en tierras fértiles, sentando las bases para una agricultura más productiva y diversificada.

En el ámbito económico, el regadío es un motor esencial para el sistema agroalimentario español, sistema que aporta en torno a un 10 % del PIB nacional, proporciona cerca de 2,5 millones de empleos y presenta un saldo comercial exterior que roza los 20.000 millones de euros anuales. 

De manera habitual se viene manteniendo que el regadío ocupa el 23 % de la superficie y genera el 65 % del valor de la producción vegetal, aunque en este análisis veremos que esta cifra se queda corta y alcanza el 73 %. 

Desde una perspectiva estratégica, el regadío es clave para garantizar la seguridad alimentaria y la estabilidad del abastecimiento en los mercados nacionales e internacionales. 

El propósito de este artículo es actualizar las cifras de la aportación del regadío español al periodo más reciente disponible y ampliar el análisis a la estimación de la aportación en términos de valor.

Metodología

El Anuario de Estadística del Ministerio de Agricultura Pesca y Alimentación ofrece anualmente, para la inmensa mayoría de cultivos, los datos sobre la superficie cultivada en secano y regadío y los rendimientos alcanzados en secano y regadío, lo que permite, casi sin necesidad de imputaciones y tan solo con un poco de laboriosidad, estimar el porcentaje del volumen producido en secano y en regadío. 

Por su parte, las Cuentas Económicas de la Agricultura (en adelante CEA), en su versión detallada, ofrecen el valor económico de la mayoría de producciones vegetales y animales, así como de los diferentes consumos intermedios y otras partidas de coste. 

Combinando ambas y realizando ciertas imputaciones es posible obtener todos los cálculos y resultados que se exponen en este artículo.

Explicaré los principales pasos, tratando de alcanzar un compromiso entre explicar la metodología seguida y no ser excesivamente tedioso:

  • Para estimar la producción de secano y regadío de cada cultivo he tomado los datos del Anuario de 2020. Aunque existen datos completos para 2021 y 2022, he considerado que la situación de sequía de estos años no era representativa de lo que aportan secano y regadío en un año medio.
  • En el caso de las CEA he tomado los valores medios del trienio 2021-2023, últimos para el que las CEA están disponibles en su versión detallada en el momento de realización de este análisis.
  • He tratado de casar cada agregado de las producciones vegetales de las Cuentas Económicas con su correspondiente en el Anuario. Por ejemplo, si las cuentas económicas proporcionan un valor económico para la producción total de trigo, a ese valor le he aplicado el porcentaje de volumen de trigo que el Anuario indica que procede del regadío con el fin de obtener el valor del trigo producido en regadío. En determinados cultivos esta relación no es tan directa y obliga a manejar medias de varios cultivos o asignar el valor del producto más representativo de un grupo.
  • En el caso de la ganadería no he imputado ningún valor a su producción en regadío ni tampoco a los costes de producción directamente relacionados con ella.
  • Para el resto de costes de producción, he imputado al regadío el mismo peso resultante del valor total de la producción vegetal de regadío (73,1 %) cuando se trata de costes que tan solo se producen en cultivos y el mismo peso del regadío sobre la producción de la rama agraria (43,4 %) cuando se trata de costes que se producen tanto en agricultura como en ganadería. 
  • Este último porcentaje es el que he aplicado también para determinar qué valor atribuir al regadío de la producción de la rama agraria que no procede de cultivos ni de ganadería sino de las actividades de servicios y actividades secundarias no separables, así como para el caso de las subvenciones e impuestos.

Resultados

Aplicando la metodología descrita a los datos de partida, la tabla siguiente resume los valores alcanzados. 

En cada caso se expone, en primer lugar, el valor medio que figura en las CEA para el trienio 21-23, y a continuación el valor que he estimado para el regadío: valor de la producción o de los costes atribuibles al regadío, según se trate. 

La penúltima columna expone el porcentaje resultante o peso atribuible al regadío. 

Por último, en la columna final he querido indicar de manera simplificada el criterio de imputación que acabo de describir.

 


Como indicaba en la metodología, la base de este análisis se inicia con los datos del Anuario de 2020. Si sumamos todas las producciones contabilizadas ese año, en las superficies de regadío se produjeron 48.882.516 toneladas del total de 81.627.488 t que produjo la agricultura de España. Es decir, el regadío fue responsable del 59,9 % de la producción agrícola de España, en términos de volumen.

En la tabla anterior, tras aplicar este tipo de porcentajes no al total, sino producto por producto, se muestra que el regadío es responsable del 73,1 % de la producción agrícola en valor. Es decir, el peso del regadío es mayor en valor económico que en volumen, puesto que el acceso al agua no solo aumenta los rendimientos, sino que permite pasar a cultivos de mayor valor unitario. 

Así, como se muestra también en la tabla, el regadío proporciona cerca del 100 % de la producción hortícola, más del 85 % de la de patata o frutales y va descendiendo hasta el 39 % en el caso de la producción de cereales o el 37 % en aceite de oliva. 

Si el peso del regadío se compara no solo con el conjunto de producciones vegetales, sino sobre el total de la producción de la rama agraria, incluyendo por tanto ganadería, servicios y actividades secundarias, se obtiene que el regadío aporta el 43,6 % del total de la producción de la rama agraria.

Descendiendo a costes, con los criterios de imputación expuestos, al regadío se le pueden imputar unos 7.300 millones de euros de los 30.750 que sumaron los consumos intermedios de media en el trienio 21-23. 

Tengamos en cuenta que el gran peso en los consumos intermedios lo tienen los piensos. Restando a Producción de la Rama Agraria los Consumos Intermedios se obtiene el Valor Añadido Bruto (VAB). De esta manera, el regadío aporta el 62,9 % del VAB agrario de España

Restando al VAB el consumo de capital fijo (amortizaciones), se obtiene el valor añadido neto (VAN), resultando que el regadío aporta el 65,5 % de este.

Quizá la macromagnitud más conocida es la renta agraria o renta de los factores, denominada así porque es la renta que queda disponible para remunerar los factores de producción, tierra capital y trabajo, pues para llegar a su valor no se ha deducido ningún coste de los mismos, ya sean propios o ajenos. 

La renta agraria se obtiene sumando al VAN las subvenciones no específicas de ninguna actividad (“otras subvenciones” en terminología CEA) y restando los impuestos no específicos (“otros impuestos”). Como resultado, el regadío representa el 61,5 % de la renta agraria nacional.

Finalmente, si a la renta agraria se le resta el coste de los factores de producción, tierra, capital y trabajo, externos (es decir, arrendamientos, intereses y remuneración de los asalariados), se obtiene la renta empresarial, que es la que queda disponible a los empresarios agrarios para remunerar sus factores propios una vez que han computado todos los pagos posibles y las amortizaciones. El regadío aporta el 66,2 % de la renta empresarial del sector agrario en España.

 

Mirando al futuro

La primera discusión que merecen estos resultados es que son aun mayores que los que se vienen barajando más frecuentemente. El regadío aporta el 73 % de la producción vegetal. Y el regadío aporta más en valor que en volumen, añade valor al permitir producir más y de productos de precio unitario más elevado. 

Y añade más valor por el lado de la producción que costes por el lado de los consumos. De esta manera, el regadío representa el 43 % del valor de la producción agraria (incluyendo aquí ya la ganadería), pero proporciona el 61,5 % de la renta agraria o el 66,2 % de la renta empresarial.

Es decir, considerando todas las actividades del sector, agrícolas, ganaderas, servicios... el regadío genera prácticamente dos de cada tres euros que quedan disponibles para los empresarios agrarios.

La segunda reflexión que me sugieren estos resultados es que la importancia del regadío se acrecentará

Entre los factores que lo justifican están el aún esperado incremento de la población mundial, el descenso de la superficie cultivable disponible per cápita o las ventajas indirectas asociadas al regadío: perfil de agricultor más joven, permite explotaciones de tamaño medio que refuerzan el tejido rural, es vector para tecnologías especialmente en el ámbito de la eficiencia de insumos, proporciona estabilidad a los mercados y con ello a los volúmenes exportados. 

Máxime en un contexto geopolítico tenso como el actual, que demanda que Europa cuide en materia de alimentación su autonomía estratégica, como se ha expuesto tanto desde España como desde la Comisión Europea

La tercera reflexión se relaciona con el contexto de cambio climático. Existe cierta incertidumbre sobre la evolución del volumen total de precipitaciones, aunque no sobre su carácter: serán cada vez más extremas e irregulares, acompañadas de períodos de sequía más prolongados. 

Esto no solo incrementará los riesgos, sino que también dificultará el aprovechamiento sostenible de los recursos hídricos. Y existe certidumbre sobre el aumento de las temperaturas y con ello de las necesidades hídricas de los cultivos. 

En un contexto de cambio climático, necesitaremos más superficie de cultivo con acceso al agua y a la vez necesitaremos un menor consumo por hectárea y especialmente mucha menos superficie con consumos (m3/ha) tan elevados como persisten. No podemos seguir midiendo el uso de un recurso como el agua empleando unidades de superficie (millones de hectáreas de regadío), en lugar de las apropiadas unidades de volumen (miles de Hm3 utilizados). 

No podemos seguir midiendo el uso de un recurso tan vital como el agua en unidades de superficie (hectáreas), en lugar de unidades de volumen (hectómetros cúbicos)

Hacerlo es un síntoma de los déficits de información y datos que tenemos en torno a un recurso vital para nuestro territorio nuestra calidad de vida, nuestra alimentación y nuestra economía. 

Este nuevo escenario también implicará un incremento del coste del agua al hacerse más escaso y necesario el recurso y una mayor frecuencia de conflictos entre usos alternativos (tanto dentro como fuera del sector), que deberán ser gestionados. 

Necesitamos redoblar todos los esfuerzos en materia de gobernanza, gestión y eficiencia en el uso del recurso, acelerando la transformación hacia un regadío inteligente y sostenible, que combine la optimización del uso del agua con una planificación regional adaptada a la realidad del cambio climático.

 


Regadío
Economía Agroalimentaria
Descarga de responsabilidad:

Plataforma Tierra se exime de cualquier tipo de responsabilidad derivada del contenido publicado en el presente espacio web por sus respectivos autores. Los respectivos autores firmantes del contenido publicado en este espacio web son los exclusivos responsables del mismo, de su alcance y efectos, los cuales garantizan que dicho contenido no es contrario a la ley, la moral y al orden público, y que no infringen derechos de propiedad intelectual.