27 November 2022
Antes del verano presentábamos con Cajamar, un año más, el informe sobre las exportaciones agroalimentarias, en este caso referidas a 2021 y, donde además de resaltar la importancia estratégica del agroalimentario para la economía española y su sector exterior, se observaban ya algunas tendencias, sino negativas, sí al menos preocupantes.
La primera conclusión del informe era, claramente, la importancia estratégica del sector, cuya balanza comercial batía un nuevo récord con un superávit que superaba los 18.000 millones de euros, siendo el sector con un mayor superávit comercial con diferencia basado en un crecimiento de las exportaciones de un 10,7 % con respecto a 2020.
Sin embargo, en la comparativa con las exportaciones agroalimentarias del resto de países de la Unión Europea, en 2021, y por primera vez en los últimos 10 años, las exportaciones agroalimentarias de España, con ese 10,7 % ya reseñado, no fueron las que más crecieron de entre los principales países de la Unión, siendo superadas por Francia (+12,5 %) e Italia (+11,8 %).
Por otro lado, este crecimiento relevante de un 10,7 % respecto a 2020 se veía diluido si tenemos en cuenta la tasa de inflación, que fue en 2021 de un 6,5 %, frente a un crecimiento cero el año anterior.
Por lo tanto, la fortaleza exportadora del sector no fue tan potente como la cifra del 10,7 % nos permitiría suponer ya que, por un lado, gran parte de ese crecimiento fue absorbido por la inflación y, por otro, nuestros competidores Francia e Italia, que durante más de una década estaban por detrás de España en cuanto a crecimiento de las exportaciones agroalimentarias, rompieron la tendencia y se situaron por delante en 2021.
En octubre estábamos en condiciones ya de avanzar los datos de exportaciones del primer semestre de 2022, si bien los datos de Eurostat relativos a las exportaciones de otros países están sujetos a cambios y no nos permiten, de momento, tomarlos como definitivos de cara a hacer la comparativa de la evolución de las cifras con las de nuestros competidores.
Centrándonos en los datos de España proporcionados por la Secretaria de Estado de Comercio, las exportaciones agroalimentarias en este primer semestre de 2022 tuvieron un comportamiento ciertamente positivo, ya que crecieron un 14 % respecto al mismo dato de año anterior, si bien, de nuevo, la inflación, con un dato acumulado en estos primeros seis meses del 6,1 %, rebaja el impacto positivo del dato, como lo hace también el hecho de que las importaciones tuvieran un crecimiento del 34 %, rompiendo la evolución positiva del saldo de la balanza comercial.
Los datos de Eurostat, provisionales como apuntamos, indican también que ese 14 % de crecimiento en relación con el primer semestre de 2021, está, de nuevo, por detrás de los crecimientos de Italia (+19 %) y Francia (+21 %).
Habrá que esperar a contar con los datos del año completo para confirmar estas tendencias, si no negativas sí preocupantes, y ver si el caso de éxito de las exportaciones agroalimentarias españolas, que casi se han duplicado en los últimos 10 años, empieza a agotarse.
Crecimiento por mercados
En los datos de 2021 destacaba la caída de las exportaciones a China, de un 6 % con respecto al año anterior, y después de varios años de crecimientos espectaculares. Esto se explicaba por el frenazo abrupto de las ventas del sector porcino, que suponen más del 80 % de las ventas totales agroalimentarias a ese país, frenazo causado por la recuperación de la cabaña porcina local.
Los mercados que destacaban por su comportamiento positivo en 2021 fueron, dentro de la UE, Italia (+16 %), Francia (+9 %), Alemania (+10 %) y Portugal (+12 %). En países terceros destacaban, por su parte, Estados Unidos (+20 % ) y Corea del Sur con un espectacular +63 % respecto al año anterior.
Por otro lado, y a diferencia del 2020 donde se veían numerosos altibajos dependiendo de los mercados, en 2021 se observaba una tendencia al alza en todos los mercados relevantes excepto en China, consecuencia clara de la recuperación del comercio después de la pandemia.
Fijándonos ahora en los datos del primer semestre de 2022 vemos que, en la comparativa con el mismo periodo del año anterior y tomando como referencia los incrementos de las ventas en términos absolutos, los mercados que más crecen siguen siendo prácticamente los mismos que en 2021. Así, dentro de la UE, Italia (+26 %), Francia (+14 %), Portugal (+22 %) y Países Bajos (+27 %). En países terceros destaca Estados Unidos (+22 %), Japón (+49 %) y Corea del Sur (+46 %).
Se observa un cambio en los sectores motores de crecimiento dentro del agroalimentario, que durante los últimos años habían sido el porcino y en menor medida las frutas y hortalizas
Un año más vemos pues que, el sector, sigue apostando por la diversificación de mercados, creciendo de manera importante en mercados dinámicos como los de Extremo Oriente y pese a la caída de las ventas a China, que continúa con su tendencia negativa en 2022.
Sin embargo, la presencia de España en otros países relevantes como EEUU, donde nuestras exportaciones agroalimentarias no llegan a la mitad de las de Francia o Italia, o en Canadá, Australia y Singapur sigue siendo inferior a la de nuestros competidores, lo que permite apuntar posibles mercados prioritarios a abordar.
Análisis de los principales sectores
Como cada año, en el informe de Cajamar sobre las exportaciones de 2021 llevamos a cabo también un análisis en detalle de los principales sectores exportadores: frutas y hortalizas, porcino, aceite de oliva y vino que, juntos, suponen cerca de un 60 % del total. Resaltar también, en este sentido, otras categorías como pescados y mariscos, galletas, confitería y chocolates y lácteos y quesos, cuyas exportaciones crecieron de forma importante.
Si analizamos más en detalle la evolución de las exportaciones de los distintos sectores, vemos que, a diferencia del año anterior, el sector del porcino ralentizó en 2021 de forma importante su crecimiento: +1 % frente al espectacular +22 % en 2020 debido, como ya comentado, a la caída de las ventas a China.
Este dato se ve confirmado en los datos del primer semestre de 2022, donde tanto las exportaciones de carne de porcino como las de despojos se reducen un 7,7 % y un 9 % respectivamente, siendo el descenso de las ventas a China la razón fundamental.
No son buenos tiempos para el sector del porcino donde, como apuntaba recientemente una comunicación de su organización patronal ANICE, los incrementos de los costes de producción sumados a las dificultades en algunos mercados están incidiendo en la competitividad del sector, pudiendo poner en peligro incluso la viabilidad de un número importante de empresas, en su mayoría pymes.
Mientras, las categorías de aceite de oliva y vinos se recuperaron en 2021 con crecimientos importantes: +16 % y +10 % respectivamente, frente a caídas del 6 % y 3 % en 2020, y el sector de frutas y hortalizas mantuvo un crecimiento (+6 %) algo superior al del 2020 (+5 %).
En el primer semestre de 2022 el aceite de oliva vuelve a incrementar de manera importantísima sus ventas respecto al mismo periodo del año anterior (+27,7 %), mientras vinos y frutas y hortalizas tienen un crecimiento más modesto por debajo de la media (+3,7 % y +4,4 % respectivamente).
En cuanto al resto de productos, destacan, como en 2021, los crecimientos en pescados y mariscos, con un espectacular +46 % que se suma al +29 % del año 2021; zumos (+59 %), carne bovina (+51 %); así como concentrados de proteínas (+33 %) y artículos de confitería (+36 %).
En la mayoría de los casos se trata de categorías que el año pasado crecieron ya de forma destacada, reforzando pues su posición como sectores relevantes de la exportación agroalimentaria.
Toman el relevo sectores como el aceite de oliva, así como otros como pescados y mariscos, cuyas ventas conjuntas ya superan a las de un sector tan emblemático para España como el vinícola
Se observa, en definitiva, un cambio en los sectores motores de crecimiento dentro del agroalimentario, que durante los últimos años habían sido el porcino y en menor medida las frutas y hortalizas. Observando los datos de 2021 y también los del primer semestre del 2022, toman el relevo sectores como el aceite de oliva, así como otros como pescados y mariscos, cuyas ventas conjuntas ya superan a las de un sector tan emblemático para España como el vinícola.
Reflexiones a futuro
A la hora de establecer conclusiones sobre los datos y reflexiones a futuro, el primer comentario a hacer es que las mismas aportan pocas novedades, aunque eso sí, significativas respecto a las que se podrían haber establecido hace dos o incluso cinco años, lo que ya muestra que se ha avanzado poco en los retos principales que afectan al sector.
El primer hecho claro que se deriva de los datos es que el sector sigue aportando un superávit en la balanza comercial fundamental para la economía española. En este sentido, la primera reflexión al respecto es si autoridades y opinión pública son conscientes de la importancia del sector agroalimentario, y la respuesta que compartimos la mayoría de los que estamos en el sector es que no, si bien hay que reconocer que la visibilidad del mismo ha mejorado sensiblemente en los últimos años.
Pese a ello, todavía se tiene la impresión que otros sectores, como por ejemplo el automóvil tienen un trato más favorable desde las instancias públicas y mediáticas. Por otro lado, y esto sí que es una novedad, los buenos datos aparentes de las exportaciones agroalimentarias empiezan a mostrar signos de agotamiento. Muestra de ello es la comparativa con los datos de exportación de nuestros competidores directos Francia e Italia.
Todavía se tiene la impresión de que otros sectores, como por ejemplo el automóvil, tienen un trato más favorable desde las instancias públicas y mediáticas
Otro aspecto, este ya más antiguo, relacionado con nuestros competidores y que también se ve reflejado en las cifras, es la concentración de las exportaciones de España en productos de poco valor añadido, lo que implica que nuestra competitividad se basa sobre todo en factores relacionados con el precio y no en otros atributos diferenciales.
Como ya indicábamos en el artículo del año pasado, somos un país exportador de alimentos, importante sí, pero con precios más bajos que nuestros competidores, y se sigue percibiendo todavía entre nuestras empresas una cierta resistencia a la hora de apostar por elementos como la innovación, el marketing o la formación, centrando todo el esfuerzo inversor en actuaciones de carácter meramente comercial, importantes, por supuesto, pero que no nos permitirán salir de ese círculo vicioso de país exportador de alimentos con poco valor añadido.
Los buenos datos aparentes de las exportaciones agroalimentarias empiezan a mostrar signos de agotamiento. Muestra de ello es la comparativa con los datos de exportación de nuestros competidores directos: Francia e Italia
Tampoco parece que nuestras autoridades trabajen decididamente para promover este cambio tan importante y necesario hacia la exportación de productos de mayor valor añadido, más allá de campañas de publicidad, cuyo acierto es opinable, y que, en lugar de contar con el concurso de los sectores exportadores, parecen estar diseñadas siguiendo los gustos personales de algún responsable público con excesivo afán de protagonismo.
Y, por si fuera poco, la situación actual, condicionada por la elevada inflación y el incremento de los costes de producción, además de la incertidumbre en los mercados derivada de la incierta situación económica, sitúa al sector en un entorno con un futuro inmediato difícil.
Ya comentábamos las dificultades del sector porcino puestas de manifiesto en un reciente comunicado de su patronal ANICE y los comentarios recogidos entre los profesionales de otros sectores apuntan también en esta línea.
Esperemos que la implementación de los fondos europeos a través del PERTE y el resto de ayudas disponibles y, ojalá, la mejora de la situación económica a partir de mediados del próximo año ofrezcan a nuestro sector una situación más propicia, que le permita avanzar de forma decidida en los retos pendientes y no perder su posición, que tanto esfuerzo ha costado ganar, en los mercados internacionales.
La versión original de este artículo se publicó en el número 1682 de la Revista ARAL