07 November 2021
La introducción de frutales en el invernadero nos permite, por un lado, producir frutas tropicales y exóticas que no podemos producir en nuestras condiciones de clima subtropical al aire libre, como la papaya o la fruta de la pasión.
También el cultivo forzado bajo plástico proporciona una mayor precocidad en nuestras cosechas, por ejemplo, de uva o fruta de hueso, llegando al mercado con mejores precios y condiciones más favorables para la venta.
La protección del cultivo también nos proporciona una más rápida entrada en producción y una mejora en los rendimientos y la calidad de la cosecha como es el caso de la pitaya o el mango.
En una primera fase del proyecto seleccionamos diferentes especies tropicales o exóticas que pueden ser de interés, para ver si se adaptan bien a nuestras condiciones de cultivo en invernadero
Comprobamos si se establecen bien, crecen, florecen, desarrollan frutos, cuándo maduran y si la fruta cumple los requisitos del mercado. En esta fase comenzamos a evaluar en 2019 distintas especies del género Passiflora, conocidas también como maracuyá, parchita o fruta de la pasión.
Las Passifloras son originarias de Brasil y Colombia. Existen más de 550 especies dentro de este género, de las cuales unas 40 son comestibles.
Es una planta trepadora que presenta en cada nudo un zarcillo y una hoja, y en la axila de la hoja, una yema reproductiva que da lugar a una flor y una yema vegetativa que origina un nuevo brote.
Estas especies se caracterizan por su rápida entrada en producción (5-8 meses después del trasplante) y pueden alcanzar cosechas entre 15 y 50-60 toneladas por hectárea y año. Para su cultivo se emplean sistemas de conducción como espalderas o parrales como los utilizados para la uva de mesa.
Entre junio y septiembre de 2019 se estableció en nuestra Estación Experimental Cajamar una plantación con 6 especies de la familia de las Passifloras en un invernadero multicapilla con un sistema de conducción en parral y espaldera:
- Granadilla (P. lingularis)
- Ruby de Cerrado (P. edulis)
- Maracuyá amarillo (P. edulis f. flavicarpa)
- Maracuyá dulce (P. alata)
- Gulupa (Passiflora edulis f. edulis)
- Maracuyá morado híbrido (P. edulis f. edulis x colvilli)
Los primeros resultados revelan que la granadilla no se adapta bien a nuestras condiciones en invernadero. El crecimiento es muy limitado y no se han observado frutos cuajados en ningún momento. Posiblemente no tolera las temperaturas más altas alcanzadas durante el verano.
‘Rubí de Cerrado’ es muy vigoroso y poco productivo en condiciones de polinización natural con abejorros. El maracuyá amarillo también vegeta bien pero igualmente presenta una producción errática.
Las dos especies son auto-incompatibles, por lo que para aumentar los rendimientos precisarían de la polinización manual en nuestras condiciones. Estas dos especies producen frutos ácidos de tamaño grande destinados a la industria de zumo.
El maracuyá dulce presenta un vigor medio adaptándose muy bien a ambos sistemas de conducción. Presenta una floración muy abundante y llamativa a lo largo de todo el año, lo que podría darle incluso valor como ornamental. Su fruto es muy valorado para su consumo en fresco, pero tiene una vida postcosecha muy corta. Esto implica que es un producto nuevo para el mercado europeo y no hay competencia de terceros países.
Los frutos son amarillos y de tamaño grande. La producción con abejorro es superior a la de los ácidos, pero se observan caídas masivas de flores en determinadas épocas, y seguimos estudiando su viabilidad que dependerá del valor final que los frutos puedan alcanzar en el mercado.
La gulupa (maracuyá morado) es bastante productiva en condiciones de invernadero y la polinización con los abejorros funciona bastante bien. Sin embargo, sufre en verano con temperaturas elevadas y humedades relativas bajas, se observan brotes secos y vegetación más escasa.
Los frutos presentan un tamaño pequeño y su destino es el mercado en fresco. Se adapta mejor al cultivo en espaldera. Esta especie es candidata para pasar a la segunda fase del proyecto.
El maracuyá morado híbrido (P. edulis x colvillii), es el más productivo en condiciones de invernadero, con frutos de tamaño medio y excelente calidad. También se adapta mejor al cultivo en espaldera.
El crecimiento y desarrollo del cultivo ha sido muy rápido. El trasplante se llevó a cabo en septiembre de 2019. La separación entre las líneas de espaldera es de 2,5 m y la distancia entre plantas dentro de la línea es también de 2,5 m.
En el sistema de formación en espaldera se conduce verticalmente un único tallo desde el suelo hasta una altura de 2 m. En ese punto el tallo (futuro tronco de la planta) se despunta y se forman dos brazos, uno a cada lado, horizontalmente.
Cuando estos alcanzan una longitud de 1,25 m, aproximadamente, se interviene nuevamente despuntando. Los nuevos brotes (ramas terciarias) cuelgan desde los brazos a modo de cortina y en las axilas de las hojas aparecen las flores y frutos.
La primera cosecha se recolectó entre marzo y junio de 2020, seis meses después del trasplante. Tras el crecimiento de nuevos brotes, sobre las ramas terciarias, durante el verano y otoño, se obtuvo una segunda cosecha, entre los meses de diciembre de 2020 y febrero de 2021 que alcanzó unos rendimientos de 18,5 t/ha.
En abril se realizó una poda de renovación sobre las ramas terciarias, dejando unos 15-20 cm por debajo de los brazos. Tras el crecimiento de los nuevos brotes resultó una nueva cosecha entre julio y agosto de 2021, que alcanzó las 22,2 t/ha. Se realizó de nuevo una poda a principios de septiembre y se espera iniciar de nuevo la recolección a finales de noviembre.
En algo más de dos años desde el trasplante se podrían alcanzar las 60 t/ha. Entre un 70-80 % de esta producción es de fruta con un peso superior a los 80 g con un contenido en sólidos solubles totales de 16 a 18 ºBrix.
Hay que resaltar que en las principales zonas de producción la vida útil de las plantaciones es corta debido a la elevada presión de plagas y enfermedades. En invernadero en nuestras condiciones se han observado algunos daños por trips que se ha controlado con control biológico. Para la polinización se introducen periódicamente colmenas de abejorros.
En la segunda fase del proyecto el objetivo será optimizar el sistema de producción, la gestión y control del clima, necesidades de agua y nutrientes, poda y recolección