14 January 2025
La malnutrición y la inseguridad alimentaria son problemas globales que afectan a millones de personas, especialmente en regiones con acceso limitado a recursos y alimentos.
Según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), más de 2.000 millones de personas en todo el mundo sufren de deficiencias de micronutrientes, también conocido como 'hambre oculta'.
El 'hambre oculta' se origina por la carencia de micronutrientes como hierro, zinc y vitamina A
África presenta el porcentaje más alto, con más del 60 % de su población afectada, mientras que a escala global la prevalencia es de aproximadamente 45 %.
Estos nutrientes son esenciales para el desarrollo humano y la prevención de enfermedades, y su carencia provoca graves problemas de desnutrición con consecuencias en la salud y el bienestar de la población.
Por eso, la biofortificación de cultivos podría ser clave para mejorar el contenido nutricional de los alimentos.
Qué es la biofortificación
La biofortificación es un proceso que consiste en mejorar el contenido nutricional de los alimentos mediante técnicas de agricultura y tecnología como la fertilización, la selección natural y la edición genética.
A diferencia de la fortificación tradicional, que consiste en añadir nutrientes en los alimentos ya procesados (como la adición de hierro a la harina), la biofortificación consigue aumentar el valor nutritivo de los alimentos desde el primer momento, es decir, durante su cultivo.
Un ejemplo clave de biofortificación es el arroz dorado, desarrollado para contener altos niveles de betacaroteno, un antioxidante que aporta Vitamina A, que es un nutriente importante en la prevención de la ceguera infantil y el cuidado del sistema inmunológico.
Técnicas de biofortificación
La necesidad de mejorar la seguridad alimentaria no solo implica proporcionar los alimentos necesarios, sino que estos tengan los nutrientes suficientes para cuidar de nuestra salud.
A diferencia de las soluciones a corto plazo como los suplementos vitamínicos, la biofortificación pretende afrontar el problema de raíz, enriqueciendo los alimentos en su proceso natural de crecimiento, asegurando que los nutrientes se encuentren en el propio alimento durante su consumo. Las tres técnicas más comunes de biofortificación son:
- Método tradicional (selección y cría): este método es el más antiguo de mejora de cultivos. Consiste en usar la selección natural y cruzar plantas con características deseadas para mejorar su contenido nutricional.
- Método agronómico (fertilización): consiste en la aplicación directa de fertilizantes enriquecidos con nutrientes específicos. Pueden aplicarse tanto en el suelo, para que la planta pueda absorber los nutrientes mediante el agua del suelo o directamente en las hojas, en casos en los que, por las condiciones del suelo, la planta no puede obtener estos nutrientes a través de sus raíces.
- Edición genética: en este caso, se modifica directamente el ADN de la planta para que pueda absorber, retener o producir más micronutrientes, como el zinc o el hierro.
Cada uno de estos métodos es relevante en la lucha contra la malnutrición global. Mientras que las técnicas genéticas permiten el desarrollo de la planta más rápido y especializado en las necesidades nutricionales, los métodos tradicionales y agronómicos ofrecen una alternativa más accesible para comunidades con recursos limitados.
Beneficios de la biofortificación de cultivos
Según la FAO, el 30 % de la población a escala mundial padece inseguridad alimentaria.
La biofortificación de cultivos se presenta como una opción para mejorar la calidad nutricional de los alimentos y combatir, así, las deficiencias nutricionales de la población.
Ahora, millones de personas consumen dietas ricas en calorías, pero pobres en micronutrientes, por eso, este proceso se presenta como una alternativa saludable y sostenible para el futuro alimenticio. Los principales beneficios de la biofortificación incluyen:
- Mejora la nutrición: aumenta los niveles de micronutrientes esenciales en la dieta diaria.
- Sostenibilidad: a diferencia de los programas de suplementación y fortificación, la biofortificación es una solución más sostenible a largo plazo. Una vez que las semillas biofortificadas están disponibles, los agricultores pueden cultivarlas año tras año.
- Reducción de enfermedades: ayuda a reducir las deficiencias nutricionales y así las enfermedades asociadas (anemia o problemas de crecimiento y desarrollo).
- Mayor seguridad alimentaria: las comunidades vulnerables pueden acceder a alimentos más nutritivos a través de sus propias cosechas.
El impacto de los cultivos biofortificados en la seguridad alimentaria
El uso de este tipo de alimentos se enfoca no solo en mejorar la salud de las personas que los consumen, sino también en ayudar a las comunidades agrícolas a hacerlas menos dependientes de soluciones externas que generan un gasto económico importante.
Según la FAO, entre 691 y 783 millones de personas padecieron hambre en 2022.
Las iniciativas de biofortificación, como las de HarvestPlus en África, han demostrado que los cultivos biofortificados pueden mejorar la salud de las comunidades que dependen principalmente de la agricultura de subsistencia.
Algunos cultivos como el maíz, la batata y el arroz, enriquecidos con zinc, vitamina A y hierro, han sido claves para combatir la anemia, los problemas del sistema inmunitario en niños pequeños y la ceguera nocturna en áreas rurales de África y Asia.
Otra de las acciones destacadas en el estudio de la biofortificación es, que el Centro Internacional de la Patata (CIP) ha desarrollado nuevas variedades de patatas biofortificadas que contienen altos niveles de hierro y zinc para reducir los niveles de anemia en comunidades de la zona alta de la Cordillera de los Andes en Perú.
Además, este tipo de alimentos biofortificados son seleccionados por su resistencia a enfermedades o plagas durante su cultivo y valor nutricional.
El proyecto prevé lanzar al menos dos variedades que pueden contribuir de manera significativa a reducir la desnutrición en esta zona.
Desafíos de implementar la biofortificación de cultivos a gran escala
Aunque la biofortificación pueda presentar muchas ventajas en cuanto a nutrición y mejora económica a largo plazo, su implementación a gran escala conlleva desafíos.
- Aceptación del consumidor: muchos agricultores y consumidores no muestran confianza en estas nuevas variedades de cultivos por cuestiones culturales.
- Acceso limitado a recursos: las regiones más necesitadas suelen carecer de los recursos tecnológicos y financieros necesarios para desarrollar o adquirir las semillas de estos productos para el cultivo.
- Regulaciones políticas: algunos países aún no han implementado políticas claras que faciliten el desarrollo y distribución de cultivos biofortificados.
En resumen, la biofortificación de cultivos se presenta como una estrategia clave y sostenible para combatir la malnutrición y mejorar la seguridad alimentaria.
Como técnica, ofrece una solución que ha mostrado potencial en la mejora de la salud nutricional y la seguridad alimentaria. Sin embargo, su implementación a gran escala enfrenta desafíos.
El éxito de la biofortificación dependerá de diversos factores, como la investigación continua, el apoyo institucional y la educación sobre sus beneficios y limitaciones.
Las plagas tienen un papel importante en la sanidad de los cultivos y su detección temprana es fundamental para su control y para evitar pérdidas en la producción o incluso la finalización de los cultivos
Desde el Centro de Experiencias Cajamar se expone la experiencia y los resultados del dispositivo Bihox de la compañía Waterhox en un cultivo de lechuga en sistema NGS al aire libre
El Grupo Operativo Regional GOexotika realiza su primer workshop con representantes de los cinco socios del proyecto, entre los que se encuentra Cajamar, y presenta la hoja de ruta de esta iniciativa hasta 2025
El estado del soporte vital para los cultivos es esencial para la sostenibilidad agrícola y su mejora depende de buenas prácticas de manejo amparadas en las tecnologías