03 March 2023
Gobernaba el Partido Popular. Un conocido, lector de mis contribuciones, me pregunto cuándo me había afiliado al PP. Yo, extrañado, le pregunté por qué me decía esto, y me respondió que, en mis últimos escritos, había notado como un cierto halago al gobierno en general, pero en particular a la gestión de Miguel Arias Cañete e Isabel García Tejerina.
Mi respuesta, de buen ingeniero, que sacó buenas notas en las asignaturas de matemáticas, le sorprendió:
Hay dos posibilidades de que nuestros políticos hagan cosas bien: que, las quieran hacer así o que quieran hacerlas mal para fastidiarnos, pero al ser inútiles, fracasen y no consigan hacernos el ascua.
Moraleja, independiente de quién gobierne, valoremos cada medida en base a sus propios méritos, como dicen los ingleses.
Esta pequeña batallita viene a cuento de las medidas que ha aprobado el Gobierno de España en su último Consejo de Ministros del año 2022. Pero antes de entrar en el detalle, les recordaría lo que yo mismo decía ya en el mes de octubre, en un video titulado “¡OJO! Esta es una inflación de costes”.
Lo primero que hacía era subrayar que estábamos hablando de una inflación de costes: los precios pagados por el productor agrario habían subido un 41%, los precios percibidos por los agricultores un 22% y los precios alimentarios un 15%. Los bancos centrales están poco preparados y armados para hacer frente a esta situación.
Están acostumbrados a una inflación de demanda, desinflando esta demanda con subidas de los tipos de interés. Pero en el caso de una inflación de costes como esta, si los productores no son capaces de transmitir el incremento de sus costes a lo largo de la cadena, estaríamos destruyendo un tejido económico esencial desde el punto de vista estratégico, como hemos visto durante la pandemia.
Para hacer frente a esta inflación de costes, proponía actuar, por un lado, sobre los costes de producción y, por otro, el apoyar específicamente a aquellos compatriotas que estaban más directamente afectados por la inflación alimentaria.
En España, son muchas las familias golpeadas por las consecuencias de las crisis a repetición que hemos vivido estos últimos años, desde la del 2008 hasta la crisis inflacionaria actual, pasando, entre otros, por las crisis del COVID y las visibles consecuencias del calentamiento climático. Son las primeras y principales víctimas de la inflación alimentaria.
Señalaba también distintas medidas posibles, sin atreverme a priorizar ninguna. Hay que ser conscientes de sus limitaciones y siempre me han sacado de quicio los que creen tener (y saber de) soluciones (generalmente simples e incluso simplistas) para todo.
Conviene aclarar que, por supuesto, no era ni el único ni el más influyente, de los que opinaban así y hacía lo posible, en la pequeña parte del mundo mundial en el que puedo influir algo, para trabajar la solución del problema.
Unas medidas acertadas
Sugería (¡felizmente no era el único ni el primero!) el mirar en distintas direcciones, hacia distintas medidas que se corresponden bastante a las que acaba de adoptar el Gobierno de España: ayudas directas a las familias más afectadas; rebaja del IVA de los alimentos y ayudas directas a los productores para rebajar en particular los costes de los fertilizantes.
¡Queremos precios justos!
Esta fue la exigencia inicial de los agricultores y ganaderos que se manifestaban antes de la pandemia del COVID. Esta es, con razón, su exigencia primera todavía hoy, muy por delante de otras reivindicaciones como las relativas a las ayudas de la Política Agraria Común (PAC).
El cheque de 200 € se enfoca a familias con ingresos inferiores a 27.000 euros y cuyo patrimonio no supere los 75.000 euros, es decir, unos 4,2 millones de hogares. En cuanto a la rebaja del IVA, todos los alimentos de primera necesidad (pan, harinas panificables, leche, queso, huevos, frutas, verduras, hortalizas, legumbres, patatas, cereales) pasan del 4% al 0% y el aceite y la pasta del 10% al 5%.
Algunos podrán discutir, seguramente con fundamento, la cuantía del cheque y el ámbito de las familias afectadas. Otros (o, incluso, los mismos) podrán, seguramente con buenas razones, criticar el retardo en la adopción de estas medidas y decir “ya lo habíamos pedido y dicho hace meses”.
Maestros tiene la política, la macroeconomía y la economía presupuestaria, que son mucho más capaces que un servidor para ello.
Yo, consciente de mis limitaciones, me limitaré a decir que, a mi juicio, son medidas que van en la buena dirección, que son acertadas y desearía que su aprobación pueda beneficiarse del más amplio apoyo y consenso político y social posible.
Como dije al principio, se pueden apoyar porque los “unos” han hecho las cosas bien o porque los “otros” son tontos y, queriéndonos fastidiar, les ha salido la cosa bien de chiripa. Pero, por favor, olvidémonos de las batallas políticas y alegrémonos de las buenas noticias para el país cuando llegan.
No tenemos demasiadas causas de alegrías, así que no nos amarguemos más de lo necesario, este inicio del año.
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