16 July 2024
En 2020, mientras todo el mundo miraba con miedo a un solo virus, otro se introdujo entre nosotros sin hacer ruido. La gripe aviar, descrita desde finales del siglo XIX, empezaba a extenderse primero entre aves salvajes y después por las de corral.
Un nuevo brote se estaba gestando. Pero lo que no imaginábamos, ni siquiera después de detectar su presencia, es que ese nuevo brote seguiría activo cuatro años después.
Actualmente ya no es solo cosa de aves. Se han detectado casos en mamíferos salvajes como zorros y osos; animales domésticos, como perros y gatos; especies de granja, como las vacas y las cabras; y animales de zoológico, como los tigres.
También ha llegado a entornos acuáticos, con la infección de cetáceos, e incluso recientemente se ha detectado un caso en el cadáver de un elefante marino en la Antártida.
El virus está cruzando el planeta a una velocidad vertiginosa y la Organización Mundial de la Salud (OMS) empieza a hacer una llamada de atención por lo que pueda suceder en un futuro.
Actualmente no hay apenas riesgo para los humanos, por lo que no debe cundir el pánico. Solo se han detectado unos pocos casos, todos ellos en trabajadores de granja. Se sabe que el virus no es capaz de saltar de un humano a otro, lo cual dificulta que pueda producirse una pandemia, como ocurrió con la COVID-19.
El virus de la gripe aviar es capaz de infectar a los humanos, pero no de saltar de unos a otros
Aun así, desde la OMS recuerdan que, por si acaso, es importante tomar medidas a futuro para que, si la situación empeora, no nos pille con la guardia baja.
La historia de un virus que vuela de un lado a otro
En 1997 se detectó una enfermedad desconocida en aves de corral en Hong Kong, China. Los científicos que lo investigaron comprobaron que el causante de aquella enfermedad era un virus del género Influenza, como el que causa la gripe en humanos. Pero no era el mismo virus. Por eso, bautizaron a esta nueva enfermedad como gripe aviar.
Si bien el virus se detectó en aves de corral, se pensó que podría haber llegado hasta allí a través de las aves salvajes. No se sabía aún si podía afectar a humanos, pero pronto llegaron los primeros contagios entre trabajadores de granja. En aquel primer brote se infectaron 18 personas, de las cuales murieron 6.
Con el tiempo se han detectado varios brotes más por prácticamente todo el planeta. Uno de los más importantes se ocasionó en Países Bajos, en 2003. También se han detectado distintas variantes del virus, unas más dañinas que otras.
En cuanto al virus causante del brote que empezó en 2020, pertenece a la variante H5N1 y debe tener una gran capacidad para mutar, pues ha logrado pasearse por un amplísimo abanico de especies.
Los virus también se equivocan
La pandemia de coronavirus nos sirvió para familiarizarnos con temas de la virología que hasta entonces nos eran totalmente ajenos.
Por ejemplo, cuando se hablaba de que el virus había mutado se veía casi como el fin del mundo. Sin embargo, esto es algo totalmente normal. Todos los virus mutan, aunque lo cierto es que unos lo hacen más que otros.
Ningún virus, ni el de la gripe aviar ni ningún otro, tiene la capacidad de replicarse por sí mismo. Necesitan infectar para sobrevivir. Una vez que se introducen en las células que infectan, secuestran su maquinaria de replicación y comienzan a sacar copias de sí mismos.
Es decir, en el caso de los que infectan a los humanos, se introducen en nuestras células y utilizan todas esas herramientas que tenemos nosotros para sacar copias de ellas.
Dado que empiezan a sacar muchas copias apresuradamente, llega un momento en el que se equivocan. Como cuando escribes muchas veces una palabra en un papel. Puede que en alguna ocasión te baile una letra o se te olvide poner la tilde.
En este caso, los errores no se producen en un papel, sino en el material genético del virus, que puede ser ADN o ARN. Se trata de mutaciones que pueden actuar de distintas formas. Algunas pueden ser perjudiciales para el propio virus. Por ejemplo, puede que le impidan seguir multiplicándose. Otras no generan ningún tipo de cambio.
Ni las primeras ni las segundas nos afectan a nosotros. Sin embargo, hay mutaciones que son beneficiosas para el virus. Por ejemplo, si le da la capacidad de volverse más leve, es bueno para él. Al fin y al cabo, un virus muy mortal no puede extenderse con facilidad, ya que los infectados no se relacionan con otras personas.
Algunas de esas mutaciones también pueden conferirle al virus la capacidad para saltar de una especie a otras. El virus de la gripe aviar ha conseguido de este modo infectar a muchísimos animales.
Su principal huésped siguen siendo las aves. Estas, en estado salvaje, a menudo siguen movimientos migratorios que pueden llevar el virus a lugares muy lejanos. Una vez allí, si además muta, puede pasar a otros animales, como el elefante marino de la Antártida.
Y también las vacas
Las vacas han sido el punto diferencial de este brote de gripe aviar con respecto a otros. Varios rebaños en Estados Unidos han sido infectados, y algunos granjeros también han contraído la enfermedad.
Se sabe que los humanos pueden contraer el virus de la gripe aviar por contacto con animales infectados, con sus heces o con productos como la carne y la leche. Hace tiempo que se analizó la leche de vacas infectadas y se detectó material genético del virus de la gripe aviar.
No obstante, se hizo un llamamiento a la calma, pues podría tratarse de partículas virales inactivas, que ya no pudiesen causar la infección. Lamentablemente, cuando algunos gatos bebieron leche en granjas estadounidenses y murieron de gripe aviar se vio que sí que podían seguir infectando.
La parte positiva es que el virus de la gripe aviar es muy termosensible. No resiste bien las temperaturas elevadas, por lo que la pasteurización acaba con él. Por este motivo, se recomienda encarecidamente a los consumidores que no beban leche cruda.
De hecho, la gripe aviar no es la única enfermedad que debe preocuparnos en ese aspecto. A través de la leche cruda también se pueden contraer afecciones como la brucelosis o la listeriosis. Es mejor que no nos la juguemos.
Ojo con las salpicaduras… Se puede contraer gripe aviar
Los síntomas más comunes de la gripe aviar son tos, fiebre por encima de 38 ºC, secreción nasal, dolores musculares, cefaleas y diarrea. En algunos casos la situación puede empeorar y dar lugar a neumonía, sepsis y otras complicaciones graves, potencialmente mortales.
Curiosamente, la mayoría de trabajadores de las granjas que se han infectado en este brote de gripe aviar no tienen fiebre, pero sí conjuntivitis. Esto es algo que también se vio en el brote de Países Bajos de 2003.
Los científicos han estudiado cuáles pueden ser los motivos y han llegado a la conclusión de que el virus tiene una gran capacidad para introducirse a través de los ojos. Esto es así por culpa de los receptores de ácido siálico.
Se trata de las puertas de entrada de todos los virus de la gripe. Si una célula no tiene receptores de ácido siálico, la gripe no podrá invadirla. Cada especie tiene sus propios receptores, ligeramente diferentes entre sí, y situados en distintas partes del organismo. Por eso no todos los virus de la gripe infectan a los mismos animales.
En el caso de la gripe aviar, se ha visto que puede unirse a los receptores de ácido siálico de aves y humanos, pero sobre todo a los de las aves, por supuesto.
Y es precisamente eso lo más curioso. Resulta que los receptores de ácido siálico que se sitúan en las membranas de los ojos humanos son muy similares a los que hay en las células del sistema respiratorio de las aves. Por eso, parece que los ojos son una vía de entrada ideal para que este virus infecte a los humanos.
Dado que los granjeros que trabajan con vacas tienen una gran afectación en los ojos, se sospecha que el contagio pudo deberse a salpicaduras durante el ordeño.
Es cierto que algunos granjeros ya están usando guantes y mascarillas para trabajar con vacas en zonas afectadas por la gripe aviar. Pero no se les había ocurrido usar también gafas de protección. Ahora vemos que son mucho más necesarias de lo que creíamos.
Hasta aquí bien, pero ¿tendremos pandemia de gripe aviar o no?
Ya hemos visto que la OMS alertó sobre una posible pandemia. De momento es algo sumamente improbable. El virus de la gripe aviar es capaz de infectar a los humanos, pero no de saltar de unos a otros. Por eso, las personas afectadas pertenecen a grupos muy restringidos, como el de los veterinarios o trabajadores de granja.
No obstante, ya hemos visto que este virus ha logrado mutar hasta encontrar la puerta de entrada de muchísimos animales. Debemos estar preparados por si una de esas mutaciones le da la capacidad de saltar de unos humanos a otros.
Es un virus bastante mortal. De las 889 personas que contrajeron la gripe aviar entre 2003 y el 1 de abril de este 2024, se registraron 463 muertes. Eso supone una mortalidad por encima del 50 %.
No debe cundir el pánico, pero sí se deben extremar las medidas de contención en granjas. También será importante que los científicos trabajen en una vacuna por si llega el momento en que sea necesaria.
Básicamente, hay que ganar terreno por si algún día tenemos que adelantarlo corriendo. Insistimos: es muy poco probable. Pero no perdemos nada por estar preparados.