
17 February 2025
El brote de gripe aviar H5N1 en Estados Unidos ha desencadenado una importante crisis en el sector avícola y que se ha extendido también al lácteo, que podría llegar a tener graves repercusiones económicas, sanitarias y comerciales a escala nacional e internacional.
La rápida propagación del virus ha provocado una drástica reducción en la producción, un aumento sostenido en los precios y una creciente preocupación por la seguridad alimentaria y la estabilidad del mercado global.
La industria avícola ha sido una de las más afectadas. Desde finales de 2024, más de 20 millones de gallinas ponedoras han muerto o han tenido que ser sacrificadas como consecuencia del virus, lo que ha generado una disminución del 4 % en la producción de huevos en comparación con el año anterior.
Esta crisis ha llevado los precios a niveles récord, alcanzando un promedio de 3,85 euros por docena en diciembre de 2024. Ante la escasez, grandes cadenas minoristas como Trader Joe’s y Costco han impuesto límites de compra, restringiendo la cantidad de huevos que los consumidores pueden adquirir.
La situación ha generado incluso episodios de saqueos y robos, reflejando la creciente presión sobre el suministro

El sector de la carne de ave también enfrenta pérdidas millonarias, especialmente en la producción de pavo, donde numerosas granjas han tenido que sacrificar miles de aves para frenar la propagación del virus. Hasta noviembre de 2024, la industria avícola había anunciado pérdidas económicas de aproximadamente 1,3 mil millones de euros. A pesar del impacto en la producción, las autoridades sanitarias insisten en que la carne de ave y los huevos siguen siendo seguros para el consumo, siempre que se cocinen adecuadamente.
La crisis también ha golpeado al sector lácteo. Hasta febrero de 2025, se han confirmado 845 casos de gripe aviar en vacas lecheras en 16 estados, siendo California el estado más afectado, con más de 700 granjas infectadas. Se cree que el virus llegó al ganado a través de aves silvestres y su propagación dentro de las granjas se ha visto favorecida por equipos de ordeño contaminados.
Las vacas infectadas han mostrado una reducción del apetito y una caída en la producción de leche del 10 % al 20 % durante varios días. Además, se ha detectado el virus en leche cruda, generando preocupación sobre su seguridad, aunque los expertos aseguran que la pasteurización elimina completamente el virus, garantizando la inocuidad del producto comercializado.
Desde el punto de vista económico, la crisis ha generado pérdidas significativas para los ganaderos, que deben hacer frente no solo a la reducción en la producción, sino también a los costes adicionales de pruebas sanitarias y restricciones gubernamentales.
La crisis ha generado pérdidas significativas para los ganaderos
El Departamento de Agricultura de EEUU (USDA) ha impuesto la obligatoriedad de realizar pruebas a las vacas antes de su transporte entre estados, lo que ha incrementado los gastos logísticos y ralentizado la distribución. Si la situación persiste, se prevé un aumento en los precios de los productos lácteos, afectando tanto a consumidores como a productores.
En el ámbito de la salud pública, hasta ahora se han registrado 68 casos en humanos con una víctima mortal en Lousiana. De esos casos, 31 son trabajadores de granjas lecheras y avícolas infectados con el virus, aunque hasta el momento los síntomas han sido leves, con manifestaciones como conjuntivitis y fiebre. Sin embargo, el mayor temor de la comunidad científica y las autoridades sanitarias es que el virus mute y adquiera la capacidad de transmitirse entre humanos, lo que podría desencadenar una crisis sanitaria de gran magnitud.
Como medida de precaución, algunas ciudades han reforzado las restricciones sanitarias, llegando incluso al cierre de mercados de aves vivas en Nueva York para contener la propagación.
La crisis ha provocado el cierre de mercados de aves vivas en Nueva York
Aunque el impacto económico y el desabastecimiento generado por este brote son preocupantes, la principal amenaza sigue siendo la posible mutación del virus, lo que podría derivar en una crisis sanitaria global con consecuencias impredecibles.
Para frenar la propagación, es fundamental reforzar las medidas de bioseguridad, la vigilancia epidemiológica y la cooperación internacional. Sin embargo, tras las elecciones en EEUU, existe el riesgo de que las prioridades sanitarias queden relegadas, dificultando la implementación de estrategias globales para contener el virus y mitigar su impacto en la salud y la economía mundial.