15 September 2022
Hablar del cambio climático es hacerlo de un fenómeno que atañe a toda la población mundial, contra el que hay que luchar y contra el que todos tenemos que poner nuestro grano de arena en forma de pequeños gestos y contribuciones que deben quedar como hábitos afianzados a fin de preservar el medioambiente y, en definitiva, el futuro del planeta.
Pese a que se trata de un hecho del que los científicos vienen avisando desde hace mucho tiempo, no ha sido hasta estos últimos años cuando se ha tomado conciencia social de unos efectos adversos que ya son más que patentes.
Especialmente significativos son en aquellos sectores que más condicionados están por las condiciones climatológicas, caso de la agricultura y la ganadería.
Para concienciar y establecer unas pautas a seguir a fin de revertir una situación de cambio climático de la que todo el planeta es responsable, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) aprobaba en su Asamblea General de 2015 lo que ya todos conocen como Agenda 2030. Se trata de una resolución que lleva implícita lo que se denominan los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) u Objetivos Globales, que son 17 retos bien definidos a nivel global e interconectados, diseñados para lograr un futuro mejor y más sostenible para 2030.
Sin embargo, y mientras los sectores económicos y civiles, además de las administraciones, implantan estas ‘normas’ en su ADN, la realidad del cambio climático sigue su curso y cada vez son más recurrentes algunos fenómenos como es el de la sequía.
El sector primario está amenazado por el déficit hídrico que sufre de manera recurrente desde el último lustro, y que lejos de dar tregua, va a peor
Por todo ello, y a modo preventivo, en España, donde agricultura y ganadería son esenciales como unos de los principales motores económicos, se trabaja para aprovechar hasta la mínima expresión cada gota de agua y en esta línea uno de los elementos clave para no mermar la capacidad productiva del país, con los cada vez más escasos recursos de los que se disponen, es anticiparse a las épocas de más sequía.
En este contexto, ha sido la administración pública, a través del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en colaboración con la Fundación Aragonesa para la Investigación (ARAID), y la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), ha desarrollado un sistema de monitorización pionero para el seguimiento, alerta temprana y evaluación de sequías meteorológicas en tiempo real.
Se trata de un monitor online y abierto que proporciona información actualizada acerca del grado de severidad de las sequías meteorológicas en todo el territorio nacional. Para ello se basa en un indicador de información climática y satelital adaptado a un amplio abanico de potenciales impactos esperados en diferentes sistemas.
El objetivo de toda esta información no es otro que prevenir, preparar y adaptarse a una alerta de manera temprana y reducir así los efectos de la sequía meteorológica
Cabe destacar, que este servicio queda enmarcado dentro de los requerimientos estratégicos del Plan Nacional de Adaptación del Cambio Climático, ya que los productos tecnológicos desarrollados tienen implicaciones directas en el campo de la hidrometeorología y más concretamente, en la administración de los recursos hídricos, las áreas naturales y la gestión del riesgo de sequía meteorológica en sectores económicos clave de nuestro país.
Monitor de sequía meteorológica. Fuente: CSIC.
La sequía, entre los riesgos climáticos más severos
Tal y como afirman desde el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, la sequía meteorológica es uno de los riesgos climáticos más complejos y, por qué no decirlo, más dañinos.
Según los datos, las pérdidas económicas asociadas a la sequía meteorológica exceden ya a las que ocasionan las inundaciones y en Europa se cifran en 6.200 millones de euros al año
En los últimos años, y especialmente visible desde final de 2021, pasando por un verano especialmente seco, la duración de este tipo de sequías se ha ampliado en el tiempo ya no solo en España, sino en el conjunto del continente.
Igualmente, las proyecciones climáticas que maneja el Ministerio predicen un aumento de la severidad a lo largo de este siglo de estos fenómenos. Es ahí donde herramientas como el monitor se antojan como claves para una planificación y una gestión sostenible de los recursos de los que se dispone.
Uso del monitor
El monitor de sequía meteorológica aporta información en tiempo real a partir de las estaciones meteorológicas automáticas de la Red de AEMET y del SIAR.
La información se actualiza cuatro veces cada mes y se puede consultar el estado de la sequía meteorológica a partir de dos índices climáticos: el Índice de Precipitación Estandarizado (SPI) que se obtiene con datos de precipitación y el Índice de Precipitación Evapotranspiración Estandarizado (SPEI), que utiliza datos de precipitación y demanda de agua por parte de la atmósfera.
Además, se aporta la información de los índices a diferentes escalas temporales (1, 3, 6, 9...), aspecto que permite identificar la anomalía climática considerando periodos previos más o menos largos y que informan de la posible severidad de diferentes tipos de sequía meteorológica.
Junto a todo ello, se muestra la duración la sequía meteorológica desde el inicio de la misma (considerando un umbral de condiciones secas) y su magnitud acumulada.
El monitor permite la visualización del histórico desde 1961 y la selección de un punto concreto, del que se puede visualizar y descargar la serie del índice de sequía meteorológica.
Fenómenos potencialmente peligrosos para la población
A continuación, mostramos las estadísticas de los fenómenos acontecidos durante el pasado año 2021 y que para la AEMET están fuera de los valores considerados normales.
El objetivo de esta estadística es de establecer parámetros de recurrencia temporal acerca de superación de umbrales de determinadas variables meteorológicas. Es decir, fenómenos inusuales desde el punto de vista climatológico y que se los considera como una amenaza para la seguridad de las personas y/o de los bienes materiales.
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