31 January 2023
El sistema de formación más extendido para la producción de uva de mesa apirena en España es el parral. Esta estructura está constituida por un tejido de alambre horizontal situado a unos 2 metros de altura, y sujetado por diferentes postes (esquineros, puntales y pies derechos).
La vid se conduce formando un tronco recto con varios brazos principales que portan las varas con los racimos. Generalmente la parra alcanza la plena producción al cuarto año desde la plantación.
Foto 1. Sistema de conducción de uva de mesa en parral.
Cada vez es más común el empleo de una estructura de malla, que se coloca sobre el emparrillado formando una capilla sobre cada línea de cultivo. También se puede cubrir con una lámina de plástico con el fin de adelantar o retrasar la recolección o incluso cultivar la uva de mesa en invernadero.
Foto2a y Foto2b. Estructura de malla típica para la producción de uva de mesa apirena en la Región de Murcia.
Objetivos de la poda
El objetivo principal de la poda de fructificación es conseguir una producción en cantidad y calidad que se mantenga constante en el tiempo, campaña tras campaña. Para ello hay que asegurar un equilibrio entre el crecimiento vegetativo (brotes y hojas) y la fase reproductiva (cosecha). Además, la poda debe de mantener el tamaño y la forma de la parra obtenida con la poda de formación, en función del marco de plantación asignado.
Los principios básicos de la poda de fructificación son:
- Limitar la producción de la parra para mejorar la calidad de la cosecha, es decir, adecuar la cantidad de racimos a las posibilidades de la parra (ajuste de la carga). Se realiza mediante la eliminación de un porcentaje de sarmientos, y si es necesario se complementa más tarde con un aclareo de racimos. Lógicamente esta intervención supone una pérdida en producción, pero es imprescindible para obtener racimos de calidad.
- Asegurar la renovación de órganos fructíferos (varas). Para obtener cosechas de calidad regularmente hay que actuar favoreciendo la renovación de las varas (uveros o cargadores) que soportarán la cosecha la siguiente campaña.
- Distribuir la carga y la vegetación de la planta formando parrales simétricos y equilibrados con una adecuada distribución de los racimos alrededor del tronco.
- Limitar el tamaño de la parra ajustado al marco de plantación establecido.
Elementos de la poda
En una parra podemos distinguir:
- El tronco y los brazos compuestos de madera vieja (de más de dos años), que constituyen el soporte principal de la planta y no están sometidos a renovación.
- La madera de poda o elementos de poda, (la madera que queda tras la poda de cada año), que son ramos de un año (se formaron el año anterior) y van sobre los brazos o el tronco. Si la poda es larga, a esta madera se la denomina vara (cargador o uvero), y si es corta, se la denomina pulgar (brocada).
Foto 3. Elementos de poda.
Sobre esta madera se desarrollan los brotes, que cuando son herbáceos se denominan pámpanos, y cuando se lignifican (agostan) en otoño pasan a llamarse sarmientos o madera del año. Cuando los brotes aparecen sobre madera vieja, se denominan chupones y cuando aparecen a partir de otros pámpanos se les llama nietos o ramos anticipados.
Época de realización de la poda
La poda de fructificación es una poda en seco, que se realiza en invierno con la parra en reposo, una vez que ha tenido lugar la caída de las hojas y los brotes están bien lignificados (sarmientos), y antes de que se inicie la brotación de las yemas (diciembre-marzo). Para prevenir problemas de enfermedades de madera en vid, menos frecuentes en uva de mesa que en viñedo, es aconsejable evitar la poda en épocas de lluvia y proteger las heridas con mastic con o sin fungicida o con agentes de control biológico.
Si la madera no está bien lignificada, no se ha producido la adecuada acumulación de reservas y las yemas brotarán irregularmente y con escaso vigor. Se dice que la madera no ha agostado bien, típico de zonas con inviernos suaves.
Las podas precoces inducen una brotación temprana de las yemas y son adecuadas para variedades precoces en zonas libres de heladas primaverales. Las podas tardías son aconsejables para variedades tardías y zonas con riesgo de heladas primaverales y en general retrasan la brotación de las yemas y mejoran su fertilidad.
En variedades precoces y vigorosas se puede realizar una prepoda, que consiste en la eliminación de los brotes que no van a ser seleccionados como madera para el año siguiente, cuando estos están aún en fase de lignificación. De esta forma se persigue que las reservas se acumulen en aquellos pámpanos que van a soportar la cosecha de la próxima campaña, mejorando su calidad.
Nivel de poda
El nivel de poda es el número de yemas que dejamos en la parra, también denominado carga, y va a determinar la producción futura. La carga óptima será aquella que resulte en el mayor número posible de racimos de buena calidad año tras año.
Con la poda limitamos el número de yemas, por lo que disminuimos el número de brotes y por tanto el número de racimos. De esta forma aumentamos el vigor de dichos brotes, por lo que los racimos serán más grandes y de mejor calidad y producimos buena madera para la siguiente campaña.
Si la poda es excesiva limitamos demasiado el número de brotes y estos tendrán un vigor exagerado, mientras que la producción y la calidad se ven seriamente mermadas. Por el contrario, cuando la poda es insuficiente, el número de brotes es demasiado alto y el vigor de estos es menor, lo que provoca que, aunque tengamos un mayor número de racimos, estos sean pequeños y de menor calidad y comprometemos la cosecha de la siguiente campaña.
Si al final de una campaña la planta tiene una buena producción y el vigor es normal, la carga debe mantenerse, ya que hay un buen equilibrio entre el crecimiento vegetativo y la producción.
Si la parra tuvo un crecimiento muy vigoroso, debe aumentarse la carga, dejar más madera, para controlar el vigor e incrementar la producción, mientras que, si el crecimiento fue débil, deben dejarse menos yemas, reducir la carga, para favorecer el crecimiento de los brotes y aumentar el vigor.
Por tanto, podas fuertes vigorizan la planta a expensas de la producción, mientras que podas suaves incrementan la producción a expensas del vigor. Es decir, en función de la cosecha esperada y conociendo la fertilidad y la capacidad de brotación de las yemas podemos estimar la carga óptima.
Criterios de poda
Una vez determinado el nivel de poda o la carga óptima, tenemos que intervenir sobre los elementos de poda (sarmientos), seleccionando los que tengan las mejores características y determinando su longitud, el número y su distribución en la parra.
En las variedades apirenas conducidas en parral se realiza una poda mixta, dejando varas en número y longitud variable (6-12 o más yemas) y pulgares como órganos de renovación (a dos o tres yemas).
Con este sistema se controla el tamaño de la parra y se evita el alargamiento excesivo de la madera, que conlleva el debilitamiento progresivo de la parra, y provoca el vaciado de la cruz y la sobrecarga de racimos y vegetación en los extremos. Estos problemas se producen en la poda de vara sobre vara, llevada a cabo tradicionalmente sobre la uva de Ohanes.
La longitud de las varas viene dada por la fertilidad, que es el porcentaje de yemas brotadas que llevan racimos. La fertilidad depende principalmente de la variedad (factores genéticos), aunque también intervienen otros factores como el clima, el suelo y el manejo (riego, fertilización) que influyen sobre el vigor.
Las variedades muy vigorosas suelen tener menor fertilidad que las variedades poco vigorosas. Cuando la fertilidad es baja, el vigor suele ser mayor, las yemas basales no suelen tener racimos y debemos realizar podas más largas, dejando 12 o más yemas por vara. Por el contrario, cuando la fertilidad es alta, el vigor suele ser menor y la poda es más corta pudiendo dejar 6-8 yemas por vara. Antes de ejecutar la poda es posible estimar la fertilidad para la próxima campaña, tomando una muestra de sarmientos y observando las yemas bajo el microscopio.
En función de la longitud de las varas y de la carga que buscamos, estableceremos el número de varas. Lógicamente con variedades que requieren podas largas debemos de dejar marcos de plantación más amplios, mientras que podremos aumentar la densidad de plantación con variedades más fértiles que requieren podas más cortas.
Una vez determinado el número de yemas por vara, y el número de varas por parra que debemos dejar en la poda, se selecciona el material. Los mejores sarmientos serán aquellos que estén bien lignificados, con las yemas bien desarrolladas, vigor y equilibrio apropiados. Se deben descartar los sarmientos muy débiles o excesivamente vigorosos, y obviamente los dañados o enfermos, así como los que tienen formas planas.
La distribución de las varas debe ser uniforme alrededor de la parra cubriendo el espacio de forma equilibrada y evitando el exceso de densidad, que puede generar problemas de falta de luz y aireación. Tras eliminar la madera sobrante y tirarla al suelo se ajusta la longitud de las varas y el número de estas, y se procede al atado, que tradicionalmente se hacía con esparto, aunque actualmente se hace con otros materiales.
El atado es fundamental para conseguir la distribución en plano del dosel vegetal. En variedades con problemas de brotación es conveniente arquearlos sarmientos si es posible para mejorar la brotación y conseguir una mayor uniformidad.
Foto4a, foto4b y foto 4c. Poda y atado de varas.