02 September 2022
España es muy dependiente de la soja importada para la alimentación animal. El uso de leguminosas autóctonas es una oportunidad tanto para nuestra agricultura como para la ganadería.
Su utilización en ganado porcino requiere llevar a cabo ensayos ganaderos, estudiando su efecto sobre el rendimiento, el bienestar animal y la calidad de los productos.
Las leguminosas: una oportunidad
El término leguminosas engloba un grupo de plantas con enorme interés nutricional debido, esencialmente, a la elevada cantidad y calidad de su contenido proteico. España, al igual que el resto de los países de la cuenca mediterránea, posee un importante catálogo de leguminosas autóctonas que suponen un conjunto de materias primas de incalculable valor para alimentación humana y animal.
Hablar de legumbres implica referirnos a sostenibilidad, biodiversidad, calidad nutricional, factores antinutritivos y, hasta fechas recientes, desamparo administrativo por parte de la UE.
Esto último se corrige en gran medida desde 2015 al incluirse algunas como cultivos proteicos destinados a la alimentación animal, y por lo tanto, acogidos a los pagos reflejados en el Artículo 34 del Real Decreto 1075/2014; es un conflicto resuelto parcialmente después de muchos años.
Una clasificación de las leguminosas según el BOE (Real Decreto 202/2012, de 24 de enero; Reglamento UE 73/2009) y que no incluye alholva, alberjón, algarroba, cacahuete, etc., se muestra en la Tabla 1.
La limitación al uso de las leguminosas: los factores antinutritivos
Un inconveniente tradicional asociado a la utilización de las leguminosas en general, y más notable si nos referimos a las autóctonas, es su relación” con los factores antinutritivos. Una relación basada en el desconocimiento y que supone un freno para su siembra e inclusión en los piensos.
La total dependencia de la UE y de España por la soja importada de América para suministrar la proteína necesaria a nuestra ganadería, nos obliga a replantearnos la situación y buscar alternativas, que bien pueden ser nuestras legumbres.
Figura 1. Cultivo de alberjón y guisante de invierno en el centro experimental del ITACYL.
Un comienzo apropiado debería valorar a los factores antinutritivos (FAN) como factores bioactivos (FBA), que es preciso caracterizar y conocer, considerando sus efectos como ventajas.
Desde el punto de vista bioquímico se pueden clasificar como proteínas, aminoácidos no proteicos, glúcidos, polifenoles, alcaloides, etc., lo que hace muy complicada y laboriosa su determinación y cuantificación.
No tienen una actividad nutricional clásica (estructural, energética, moduladora de reacciones bioquímicas, etc.) y su presencia y efecto difieren en cada legumbre y variedad, influyendo las condiciones y técnicas de cultivo.
En general, actúan dificultando la asimilación de nutrientes (proteína, almidón, minerales), provocando efectos indeseables (mal sabor, flatulencia), incluso afectando el rendimiento zootécnico y la salud de los animales.
Su resistencia es muy dispar y se han utilizado muchos métodos para controlar su actividad. Desde procedimientos físicos (descascarillado, remojado con agua, molido, extrusión, presión, cocción, radiaciones), químicos (tratamientos con ácidos, álcalis, disolventes), bioquímicos (enzimas, vitaminas, fermentaciones, aminoácidos), biológicos (germinación y selección genética) y en todos ellos la idea básica es neutralizar o disminuir los efectos indeseables.
Figura 2. Los piensos para la alimentación del cerdo ibérico pueden incorporar leguminosas autóctonas.
El inconveniente de estos tratamientos es doble: por una parte, el encarecimiento de los piensos y, por otra, la posible degradación de la proteína, principalmente del aminoácido lisina, sensible a las altas temperaturas.
La mejora genética de los cultivos los puede “domesticar” consiguiendo niveles tolerables de FBA pero no es conveniente eliminar su presencia en las plantas por el papel defensivo y de reserva que juegan.
Las ventajas de los factores antinutritivos
Sin embargo, según se avanza en su conocimiento, se ponen de manifiesto una serie de características favorables para la salud humana cuando se ingieren en cantidades adecuadas, ejerciendo efectos beneficiosos en el metabolismo hidrocarbonado y lipídico, sobre el sistema cardiovascular y contra procesos tumorales.
En el caso de la ganadería, determinados FBA como los inhibidores de proteasas (IP), que se encuentran en la mayoría de las leguminosas, o algunos muy específicos como es el dipéptido γGlutamyl-S-Ethenyl Cisteine (GEC) del alberjón, pueden desempeñar un papel trascendental en el control del apetito y, en consecuencia, del consumo de pienso.
El trabajo para conocer las variedades locales de leguminosas
Una parte importante de nuestro trabajo se dedica al estudio de leguminosas locales (guisantes de invierno, garbanzo negro, titarro, alberjón, altramuz, etc.), siendo el punto de partida el interés agronómico.
Las variedades más productivas y resistentes se caracterizan (porcentaje de nutrientes, FBA), a continuación se elaboran dietas para llevar a cabo ensayos ganaderos con ganado porcino, estudiando su efecto sobre el rendimiento, el bienestar animal y la calidad de los productos.
El último paso es valorar mediante catas de consumidores la aceptación de lomos curados elaborados con carne de cerdos alimentados con estas leguminosas. La información que se obtiene es muy completa: “De la agricultura a la mesa”.
Los resultados en cerdo blanco (lechones y animales de cebo), indican que piensos con guisantes de invierno y niveles apropiados de IP, solos o mezclados con titarro, suplen a la soja, con rendimientos similares en granja y matadero; lo mismo podemos decir de los garbanzos negros y del altramuz dulce.
El consumo del pienso con alberjón está condicionado a la cantidad de GEC de la variedad utilizada. Con esta legumbre el control de la ingesta puede ser muy notable al igual que el crecimiento, algo muy útil cuando trabajamos con Ibérico cruzado y necesitamos cumplir con la Norma del Ibérico llegando a los 10 meses de edad sin sobrepasar excesivamente el peso de sacrificio.
Las posibilidades de futuro
Los 53 millones de cerdos que se sacrificaron en España durante 2019 consumieron 17,5 millones de toneladas de pienso (MAPAMA, 2020); un 15 % de esa cantidad es soja en diferentes presentaciones (harina, habas, concentrado, etc.) y que está sujeta a precios volátiles y, sobre todo, a la duda de su disponibilidad futura.
Figura 3. Los resultados experimentales de engorde con cerdo blanco alimentado con guisantes de invierno, con o sin titarro, son similares a la soja.
Queda mucho trabajo para conocer y mejorar estos cultivos consiguiendo que sean atractivos para nuestros agricultores y una materia prima de interés para la ganadería.
La solución es muy sencilla: el apoyo incondicional de la Administración a la investigación; un futuro con una agricultura y ganadería sostenibles depende en gran medida de ello.
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