25 July 2023
El control biológico es una práctica que se apoya en la naturaleza para el control de plagas y enfermedades en los cultivos agrícolas. Se trata de una práctica relativamente reciente y apoyada por la necesidad imperiosa de tender hacia una reducción en el uso de químicos.
La provincia de Almería fue una de las pioneras en la implantación de este sistema de prevención y control. A finales de la década de los 80 comenzaban las primeras sueltas de fauna auxiliar en cultivos al aire libre, principalmente cítricos, por parte de unos agricultores que ya no sabían con qué medios luchar ante la presencia de la mosca blanca.
El control biológico empezó a generalizarse en la agricultura almeriense hace casi dos décadas
En la campaña 2007-2008 la reconversión hacia este modelo se cifraba en un 36 % del total de la superficie invernada (PHYTOMA, abril de 2008), destacando los cultivos de pimiento (con sueltas de enemigos naturales en el 90 % de la superficie total), berenjena (27 %), tomate y pepino (15-20 %).
Setos en la Estación Experimental Cajamar.
Posteriormente, y en aras de continuar avanzando frente al problema fitosanitario de años atrás, el cual ya comenzaba a perjudicar la posición de la horticultura en los mercados internacionales, fue la investigación la responsable de plantear una solución aún más sostenible para el modelo de agricultura intensiva almeriense: el llamado control biológico por conservación.
La Estación Experimental Cajamar (El Ejido, Almería) comenzaba a trabajar en esta nueva variante sostenible hace más de una década.
Corpus Pérez Martínez, investigadora de la Estación desde 1997 y hoy responsable de Control Biológico, destaca cómo el cultivo intensivo (más de 32.000 hectáreas de invernadero en el Poniente almeriense) ejerce una presión muy importante para la proliferación de plagas.
Corpus Pérez, responsable de Control Biológico en la Estación Experimental Cajamar.
“Las plagas se venían controlando a través del control biológico nativo, a través de sueltas a modo preventivo o curativo. Sin embargo, aprovechar los recursos que nos da el ecosistema nos permite aumentar la biodiversidad de estas zonas”.
Así fue cómo desde la Estación Experimental Cajamar se comenzó a observar, estudiar y cuantificar qué insectos beneficiosos y cuáles plaga albergaban las plantas autóctonas de la geografía almeriense.
En definitiva, el control biológico por conservación consiste en establecer vegetación autóctona cercana a los invernaderos, a fin de crear un hábitat propicio que permita incrementar la diversidad de insectos beneficiosos que ayuden a regular las poblaciones de insectos fitófagos causantes de daño.
Y todo ello para revertir los potenciales peligros que tiene para el ecosistema la intensificación agrícola, que se erige como una de las principales causas de la pérdida de biodiversidad.
Desde Cajamar se ha desarrollado un proyecto dirigido a recoger las experiencias de tres agricultores de la provincia de Almería que ya llevan tiempo implementando en sus fincas el control biológico por conservación, evaluar sus resultados y así poder difundir las bondades de este sistema al resto del sector.
El control biológico por conservación modifica el entorno y manipula el hábitat favoreciendo y potenciando la presencia de enemigos naturales.
Experiencias
− David Sánchez
David es el gerente de una instalación agrícola y un fiel defensor de la agricultura respetuosa. Viajamos hacia la finca de nuestro protagonista, junto a sierra de Gádor, para que nos cuente su experiencia con la producción apoyada en los enemigos naturales, la cual implantó desde que comenzara con la agricultura ecológica.
− Esther Molina
En el Paraje de Los Grillos, en la comarca de Níjar (Almería), Esther Molina es propietaria de una instalación agrícola en un enclave natural de especial valor, pues está a apenas 15 kilómetros del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar.
− Simón Boudchiche
Simón es el encargado de una instalación agrícola propiedad de la empresa Fergovi, en la que está implantado el control biológico por conservación.