11 June 2024
A veces, da la sensación de que todos los profesionales tienen derecho a ganar dinero y rentabilizar sus empresas, salvo los responsables de la producción de alimentos, que deben contentarse con subsidios, ayudas, créditos (más o menos accesibles) y, con mucho esfuerzo, conseguir vender al mismo precio que producen.
Desde luego, unos razonamientos incompatibles con el mundo empresarial, con independencia de la naturaleza de la producción o de la ubicación de la empresa.
Pero, por fortuna, el campo no solamente está modernizándose en cuestiones como la digitalización, la inteligencia artificial, la agricultura de precisión o la utilización de tecnologías que permitan a sus productores afrontar, con garantías, la producción de alimentos en un escenario de cambio climático; también a nivel empresarial está creciendo y pocos dudan ya de que una explotación agrícola o ganadera es una empresa y, por tanto, debe gestionarse como tal.
Todo ello quedó claro en el webinario que tuve el placer de moderar hace unas fechas. Organizado por Cajamar en colaboración con la Asociación de Periodistas Agroalimentarios de España (APAE), compartimos una jornada de trabajo con Regino Coca (CEO y fundador de Cocampo); Tomás Rojas Pacheco (director financiero y de Relaciones Institucionales Cooperativas Agro-alimentarias de España); José Antonio Gómez-Limón (Universidad de Córdoba) y Francisco Santolaria (presidente del Grupo Pastores), en la que profundizamos en el concepto de rentabilidad ligado a la producción de alimentos.
Y, aunque fueron muchos los temas tratados y las conclusiones obtenidas, resumiría todo ello en que la rentabilidad no solo debe formar parte de nuestras decisiones de presente y futuro, sino que debe ser la piedra angular de todo proyecto que aspire a prolongarse en el tiempo y a generar puestos de trabajo y actividad económica, máxime cuando esa ambición va ligada al medio rural.
La rentabilidad debe ser la piedra angular de todo proyecto que aspire a prolongarse en el tiempo y a generar puestos de trabajo y actividad económica, máxime en el medio rural
Algo que debemos recordar y que, a mi juicio, es importante, es que asumir que las explotaciones agrarias son empresas no quita para reconocer que son empresas peculiares, sujetas a multitud de variables y circunstancias que las hacen complejas, aunque solo sea por la variabilidad de la producción de una campaña a otra, siempre sujeta a la climatología.
Por ello, todos los cabos deben estar bien atados y otro de los factores que no debemos dejar de lado es DÓNDE producimos, no solamente desde el punto de vista físico, sino también desde el administrativo.
Pertenecer a la Unión Europea nos obliga a producir en unas determinadas condiciones de “excelencia” que, si bien es cierto, aumentan el valor y calidad de nuestros alimentos, también incrementan los costes, una circunstancia que nos debilita frente a una competencia que cada día es mejor y más numerosa.
En definitiva, ya no es suficiente conseguir que nuestra empresa sea rentable y competitiva, sino que, además, debemos hacerlo con las reglas del juego de la Unión Europea.
Introducimos en la ecuación, por tanto, el concepto de “competitividad”; un concepto que la Real Academia de la Lengua define como la capacidad de competir o la rivalidad para la consecución de un fin y que, a efectos prácticos, va a marcar la aptitud de cada uno para poder mantenerse en el mercado.
Por ello, cobra especial importancia medir correctamente la competitividad para evitar llegar a diagnósticos contradictorios o engañosos.
Sería muy largo de explicar aquí, y no mejoraría lo expuesto por los expertos que nos acompañaron en el webinario; así que invito a todos nuestros lectores a que busquen un rato para verlo, si no lo han visto ya, y que saquen sus propias conclusiones.
Si no me equivoco, serán conclusiones parecidas a las mías y es que, si no medimos correctamente la competitividad, creeremos que hacemos las cosas bien, cuando en el fondo lo estamos haciendo mal.
Pero si seguimos profundizando en el concepto de la rentabilidad ligada a la empresa agroalimentaria, no podemos olvidarnos de un factor diferencial y clave como es el SUELO; el gran olvidado, no solo por el tardío reconocimiento que se le ha dado a su influencia en la producción agraria, sino por la importancia que tiene en el valor, presente y futuro, de la empresa agraria en el medio rural; sin suelo, sea mucho o poco, no hay empresa agraria y, como consecuencia, se ha convertido en una de las claves para el relevo generacional y para la llegada de nuevos profesionales al campo.
Administraciones, entidades financieras, organismos y empresas ligadas al desarrollo rural trabajan desde hace tiempo en buscar soluciones para que el acceso a la tierra no sea un impedimento para la incorporación de jóvenes, y no tan jóvenes, a la agricultura o ganadería.
Un trabajo que, con total seguridad, irá dando frutos y supondrá un antes y un después en el relevo generacional y en la lucha contra el despoblamiento del medio rural.
Y no podemos hablar de rentabilidad, soluciones al despoblamiento y relevo generacional sin hacer una mención especial al papel de las cooperativas. Figuras clave para mantener el tejido económico y social del medio rural, están sabiendo adaptarse a los nuevos tiempos y se van convirtiendo (muchas de ellas ya lo son) en grandes empresas.
A medida que se han convencido de que son capaces de hacerlo, hemos visto cómo la gestión profesionalizada se ha traducido en modernización, calidad de la producción, diferenciación de la competencia y, como consecuencia de todo ello, llegada a nuevos mercados y aumento de la facturación.
Necesitamos seguir avanzando en cuestiones cruciales como es la concentración de cooperativas, pero en cualquier caso, los resultados que se van obteniendo son fruto del buen trabajo y de las buenas decisiones, tanto en el campo, como en las oficinas.
Recordemos: sin rentabilidad, no hay sostenibilidad, y el sector agroalimentario y el medio rural necesitan potenciar esa mentalidad económica y empresarial para seguir siendo la solución a muchos de nuestros problemas.