11 June 2024
Las enfermedades transmitidas por los alimentos generan grandes impactos sobre la salud de la población y se se estima que cada año se producen más 600 millones de casos de enfermedades transmitidas por alimentos en todo el mundo, y alrededor de 420.000 personas mueren después de ingerir alimentos contaminados, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Además, alrededor del 29,6 % de la población mundial, lo que equivale a 2.400 millones de personas pasa hambre. Y entre ellas, unos 900 millones se enfrentan a una situación de inseguridad alimentaria grave.
En este contexto, y como cada año, el pasado 7 de junio se celebraba el Día Mundial de la Inocuidad de los Alimentos, iniciativa instaurada por la ONU en 2018 y que se conmemora desde 2019.
Así, su germen se concibió con el objetivo de crear conciencia e inspirar acciones que ayuden a prevenir, detectar y gestionar los riesgos alimentarios.
Atendiendo a la situación alimentaria actual, cabe destacar que la Unión Europea tiene uno de los estándares de seguridad alimentaria más altos del mundo, no se puede subestimar la importancia de la seguridad alimentaria y desde la administración continental se ha celebrado también este día, aprovechando la ocasión para subrayar la importancia de estar preparado para incidentes de seguridad alimentaria, sin importar cuán leves o graves sean.
Se trata de situaciones en las que existe un riesgo potencial o confirmado para la salud asociado con el consumo de alimentos, como resultado de, por ejemplo, accidentes, controles inadecuados, fraude alimentario o fenómenos naturales.
Sin embargo, la seguridad alimentaria es más amplia que eso. Tiene un papel fundamental para garantizar que los alimentos permanezcan seguros en cada etapa de la cadena alimentaria: desde la producción hasta la cosecha, el procesamiento, el almacenamiento, la distribución, hasta la preparación y el consumo.
En la UE, la política y la acción en materia de seguridad alimentaria también cubren toda la cadena de valor y se concentran en cuatro áreas principales de protección:
- Higiene alimentaria: las empresas alimentarias, desde las granjas hasta los restaurantes, deben cumplir la legislación alimentaria de la UE, incluidas aquellas que importan alimentos a la UE.
- Salud animal: controles y medidas sanitarias para mascotas, animales de granja y vida silvestre, monitorear y gestionar enfermedades, y rastrear el movimiento de todos los animales de granja.
- Sanidad vegetal: la detección y erradicación temprana de plagas evita su propagación y garantiza semillas sanas.
- Contaminantes y residuos: el seguimiento mantiene los contaminantes alejados de los alimentos y piensos.
- La Ley General de Alimentos regula la seguridad alimentaria en la UE. La Estrategia De la Granja a la Mesa contribuye a que los sistemas alimentarios sean justos, saludables y respetuosos con el medio ambiente.
La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) supervisa el trabajo en esta área y proporciona evaluaciones de riesgos independientes y asesoramiento científico que informan las normas de seguridad alimentaria de la UE.
Como parte de las herramientas de seguridad alimentaria, el Sistema de Alerta Rápida para Alimentos y Piensos (RASFF) garantiza el intercambio de información entre los países miembros para apoyar una reacción rápida de las autoridades de seguridad alimentaria en caso de riesgos para la salud pública resultantes de la cadena alimentaria.