18 October 2022
La proporción de hombres en la población de la España Vacía es muy superior a la existente en el resto del país, porque las mujeres en edad activa han venido abandonando los municipios rurales desde hace décadas.
Un estudio del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación publicado en septiembre de este año, y que recoge Efe Agro, señala que en la población en edad activa de la España rural hay 111,7 hombres por cada 100 mujeres en edades comprendidas entre 30 y 49 años.
La estadística se refiere a los municipios rurales, aquellos cuya población residente es inferior a los 5.000 habitantes y que están integrados en un medio rural que “continúa reflejando importantes desequilibrios: escasa natalidad, masculinización de edades intermedias y envejecimiento poblacional”.
En otro estudio del mismo Ministerio publicado en 2021 se señalaba que “las áreas rurales están un 9,2 % más masculinizadas que las urbanas, aumentando esta diferencia cuanto más pequeño es el municipio”.
Este predominio masculino, que contrasta con el resto de España, donde hay casi un millón más de mujeres que de hombres, obedece a explicaciones que resultan especialmente significativas hoy, cuando Naciones Unidas celebra el Día Mundial de la Mujer Rural.
Día Mundial de la Mujer Rural
La desigualdad de género que sufren las mujeres rurales en todo el mundo, tanto en términos de leyes y normas discriminatorias como en lo relativo a factores socioecónomicos, “las sitúa muy por debajo de los hombres y las mujeres urbanas”, según Naciones Unidas.
La profesora de Geografía Humana de la Universidad de Valladolid Milagros Alario explica a EFE que “existe un claro desajuste entre las condiciones que piden las mujeres jóvenes y lo que se les ofrece a unas generaciones bien formadas, con un alto porcentaje de titulación superior, que encajan muy mal en unos mercados de trabajo de la España rural que no han evolucionado mucho”.
No hay duda de que el fenómeno arrancó hace décadas, como demostraba el estudio ‘Mujeres y despoblación en el medio rural de Castilla y León’, publicado por los profesores de la Universidad de Valladolid Margarita Rico González y Jesús María Gómez García en 2004.
Aquel estudio señalaba “el continuo trasvase de mano de obra desde las actividades agrícolas hacia el sector industrial y hacia el sector servicios de las áreas urbanas”
Apuntaba que a ese trasvase “ha contribuido de forma decisiva la mujer rural, ya que ha sido uno de los colectivos que más rápidamente se ha visto afectado por el éxodo rural, sobre todo, en el caso de las mujeres más jóvenes y preparadas”.
Expulsadas del medio agrario
Milagros Alario señala que a lo largo de las últimas décadas “fueron expulsadas de las economías agrarias". En esas zonas, añade, se les ha dejado destinadas a servicios de atención, "y no encajan”.
Señala además que existe un patrón común a todos los territorios y épocas afectadas por este éxodo: “Un modelo social según el cual, si quieres tener éxito, tienes que irte”.
A todo ello se suman, explica también la profesora, “las dificultades de acceso a los servicios típicos de estas zonas y que sufren más las mujeres, y además un modelo social dominante más tradicional en los entornos rurales, al menos hasta hace no mucho”.
Alario señala variaciones en este proceso en función del tiempo y los territorios
“El proceso ha tenido muchas fases, se inicia con el éxodo rural desde los años 60 y 70 que genera un modelo de actividad agraria que expulsa mujeres, quienes emigran en masa porque solo encontraban acomodo en las ciudades, mientras las que se quedaban encajaban en un modelo de amas de casa o trabajadoras de ayuda en actividades agrarias”, explica.
Continúa, añade, “en los 80 y 90, y también ahora, aunque hay un número significativo, si bien no masivo, de mujeres jóvenes que vuelven desde el medio urbano, con modelos empresariales que generalmente son muy innovadores”.
La profesora destaca que también existe mucha variación en función del territorio.
En ese sentido, apunta que no es lo mismo “el rural profundo” que se registra en buena parte de Castilla y León, Aragón u otras comunidades del norte, que el de áreas del interior de Cataluña, Andalucía, Murcia o la Comunidad Valenciana, con mucha mayor densidad de población y cercanía a núcleos urbanos.