08 January 2021
España es un país privilegiado en cuanto a potencial y versatilidad de recursos de biomasa en sus territorios:
- Es el primer productor de aceite de oliva del mundo
- El principal productor de porcino
- Y el mayor viñedo de Europa
Además, el primero en crecimiento anual de sus montes, lo que le convierten en el tercer país europeo en recursos absolutos de biomasa (solo por detrás de Suecia y Finlandia).
Estas biomasas agrícolas, forestales, ganaderas e industriales se presentan en forma de residuos orgánicos o bien en forma de subproductos orgánicos que resulta necesario valorizar. Lo contrario ocasiona efectos muy negativos para el medioambiente en forma de emisiones de gases de efecto invernadero, de lixiviaciones, de plagas e incendios incontrolados.
Actualmente el aprovechamiento de estas biomasas se encuentra infrautilizado, lo que posiciona a España a la cola de Europa y supone un coste de oportunidad muy relevante para nuestro país.
España es el tercer país europeo en recursos absolutos de biomasa
¿Qué podemos hacer para revertir esta situación y conseguir valorizar nuestras biomasas?
En primer lugar, debe existir voluntad y compromiso a todos los niveles, tanto político como empresarial y social. Es posible movilizar biomasas en España tal y como lo están haciendo en otros países de Europa y apostar por un modelo productivo sostenible, que imbrica perfectamente con los sectores primario y secundario, con una capacidad muy significativa de aportar valor añadido.
Las biomasas procedentes de nuestros campos, nuestros montes y nuestras industrias pueden valorizarse tanto en instalaciones singulares como en instalaciones integradas en industrias. Para ello, se hace uso de tecnologías maduras, la mayoría fabricadas en España, en las que se llevan a cabo procesos termoquímicos y/o biológicos que permiten transformar estos residuos y subproductos orgánicos en bioenergía y bioproductos.
Un ejemplo claro de valorización de biomasas en España lo encontramos en el sector del olivar
- Los restos de las podas de los olivos se recogen de los campos y son valorizados de manera que se produce bioenergía en forma de calor y/o electricidad.
- Asimismo, los subproductos derivados de la producción industrial del aceite de oliva (huesos, orujillo) también se valorizan energéticamente, lo cual genera electricidad y calor, que puede ser utilizado en el mismo proceso de producción del aceite (cogeneración industrial renovable).
- Las cenizas resultantes de la valorización energética a su vez pueden ser utilizadas en los campos de cultivo.
Adicionalmente, en paralelo, pueden extraerse componentes de estos subproductos del olivar y producirse bioproductos, que pueden ser utilizados por la industria alimentaria, farmacéutica y cosmética.
Este modelo representa el paradigma de la bioeconomía circular, pues es capaz de cerrar un ciclo productivo completo, maximizando el aprovechamiento de los residuos y subproductos del mismo, a la vez que minimiza los impactos medioambientales negativos y supone vías de diversificación para las empresas, pues además de su modelo de negocio tradicional (en este caso, aceite de oliva) pueden percibir beneficios por la venta de bioenergía y bioproductos.
Asimismo, lleva asociados relevantes beneficios socioeconómicos al inducir a la generación de empleo asociado al aprovisionamiento y a la operación y mantenimiento de las centrales de biomasa, permitiendo de esta forma generar oportunidades en el medio rural, fijar población y, en definitiva, vertebrar el territorio.
El sector del olivar representa el paradigma de la bioeconomía circular
Este modelo sería replicable en España en numerosos sectores
El sector ganadero cada año produce en España más de 50 millones de toneladas de purines. Estos purines podrían ser valorizados mediante un proceso de biodigestión anaerobia que generaría un biogás que podría utilizarse en la misma instalación para generar electricidad y/o calor, o bien inyectarse en la red de gas natural tras haber sido concentrado y purificado mediante un proceso de upgrading.
El sector agrícola podría aprovechar los restos de las podas y de los cultivos en campo o invernaderos para ser valorizados energéticamente. Además de solucionar la gestión de este tipo de residuos, se conseguiría generar bioenergía.
El sector agroindustrial, con cada vez mayor presión por cerrar los ciclos productivos de la industria agroalimentaria, podría aprovechar para valorizar las corrientes residuales de sus procesos productivos y generar bioenergía, biocombustibles y bioproductos con alto valor añadido, lo cual adicionalmente les permitiría diversificar sus modelos productivos.
La valorización de biomasas puede hacerse a cualquier escala, posibilitando el aprovechamiento de subproductos y residuos orgánicos en mayor o menor cantidad.
Por ejemplo, la biomasa forestal, puede transformarse en biocombustibles como las astillas y los pélets (tras un proceso de densificado) para ser utilizado desde estufas individuales hasta grandes calderas para generar ACS y calefacción a viviendas o conjuntos de edificios (redes de calor de distrito).
Además, puede hacerse mediante sistemas de valorización mucho más complejos, que entrarían dentro del concepto de biorrefinería, mediante los cuales las biomasas pueden ser transformadas en biocombustibles avanzados para ser utilizados en el transporte (automoción, marítimo y aviación) e incluso hidrógeno verde.
El sector tecnológico de la biomasa
La cadena de valor industrial del sector tecnológico de la biomasa está consolidada en España, pudiendo contar con la práctica totalidad de equipos de fabricación nacional, favoreciendo de esta forma el tejido productivo español.
Asimismo, la necesidad de movilizar biomasas, de aprovisionar, de gestionar y mantener las instalaciones de valorización energética implica no solo la creación sino el mantenimiento de numerosos puestos de trabajo, que van desde operarios con formación profesional hasta profesionales universitarios.
Por cada MW instalado de biomasa se generan 30 puestos de trabajo directos, indirectos e inducidos
Con lo que se contribuye a generar oportunidades para la España despoblada y favorece una transición energética justa e inclusiva.
Bioeconomía circular, biomasas y energía renovable
El avance de las energías renovables es imparable y los sectores agrícola, forestal, agropecuario y agroindustrial pueden desempeñar un papel muy relevante. Los objetivos climáticos son realmente ambiciosos igual que lo es la necesidad de avanzar en la bioeconomía circular, en cerrar los círculos productivos.
Esta década va a resultar clave para la bioeconomía y para las biomasas; y los sectores agrícola, forestal y ganadero están integrados en las mismas. Por tanto, los agricultores, propietarios forestales, ganaderos e industrias agroalimentarias deber estar receptivos a progresar en la bioeconomía pues existen soluciones a la medida de pequeños y de grandes actores de estos sectores y son inmensas las posibilidades y las oportunidades que ofrece.
España y sus regiones están en una posición estratégica para el desarrollo del sector de la biomasa y la consolidación de la bioeconomía como modelo productivo viable y rentable.
La década 2020-2030 que está a punto de comenzar se enfrenta a grandes desafíos energéticos, medioambientales y demográficos. Los retos climáticos que se han fijado son muy ambiciosos e ilusionantes a la vez. La biomasa tiene una extraordinaria capacidad para contribuir a los mismos. Todo ello abre, sin duda, una enorme ventana de oportunidades que España debe aprovechar.