18 August 2022
Buena parte de la horticultura española, que se desarrolla especialmente en el sur y el arco mediterráneo peninsular, se encuentra en un momento de breve parón.
Se trata de un momento, que se suele dar en estas fechas, aunque también algo antes o después, que coincide con el final de una campaña, donde se arranca la plantación existente, y cultivan la nueva.
Un receso, todo sea dicho, que no provoca una brusca parada en la producción nacional, ya que la programación por zonas y la innovación aplicada al manejo agronómico han permitido desde hace años esa continuidad.
El proceso que va del final de una plantación al inicio de la siguiente viene marcado por la necesidad de preparar el suelo después de tantos meses. El objetivo es devolverle su mejor estado, y ello implica atacar los agentes nocivos que se hayan podido generar y que pueden afectar de cara a la nueva plantación.
Es aquí donde los agricultores utilizan la técnica de la solarización, que se erige como un desinfectante físico del suelo y para lo que se aprovecha de los beneficios del propio sol para llevarlo a cabo.
Esta técnica permite la desinfección al acolchar un suelo húmedo por un periodo que suele rondar entre las tres semanas y algo más de un mes, dependiendo del estado del mismo
El proceso se realiza colocando un plástico transparente que deje pasar la luz solar, normalmente de escaso espesor, a fin de que se genere una gran radiación y por tanto una elevada temperatura, que será el factor determinante a la hora asegurar la desinfección.
Al final, lo que se intenta es alcanzar la máxima temperatura posible para poder eliminar todos los agentes patógenos que puedan existir en el suelo.
Según el trabajo de investigación bajo título: ‘Optimización de la Solarización del Suelo en Cultivos Enarenados’ (2010), llevado a cabo por el investigador Julio Manuel Gómez del Instituto Andaluz de Investigación y Formación Agraria, Pesquera, Alimentaria y de la Producción Ecológica (IFAPA), la mayoría de los hongos patógenos que producen enfermedades de las raíces y de la base del tallo en los cultivos hortícolas sobreviven en el suelo. Además, algunos durante periodos prolongados de tiempo como Pythium aphanidermatum, Pythium irregulare, Chalara elegans, Verticillium dahliae y las diferentes formas especializadas de Fusarium oxysporum. Otros sobreviven durante un periodo más limitado, caso de la Rhizoctonia solani y algunas especies de Phytophthora.
Aquí, por tanto, tiene su papel principal la solarización, que se usa para desinfectar contra hongos, bacterias, nematodos, insectos y malas hierbas, considerándose una práctica respetuosa con el medioambiente.
Eficacia de la solarización
Tal y como apunta el estudio, la mayor o menor eficacia del proceso de solarización depende en gran medida de cuánto se consiga aumentar de la temperatura del suelo, que viene claramente influida por las condiciones climáticas del periodo en el que se desarrolle, siendo claves el nivel de la radiación y temperatura; per también el manejo de la técnica.
Los periodos más aconsejables para solarizar en el sudeste andaluz parecen ser de junio a agosto, cuando la radiación y la temperatura suelen ser elevadas
En invernadero, los resultados sobre la eficacia de la solarización pueden ser inconsistentes, ya que además de los dos citados, parece lógico que influyan otros muchos factores entre los que podemos considerar: la estructura, situación, tamaño, orientación y hermeticidad del invernadero, la transmisividad del material cubierta, periodo y duración de la solarización, tipo de suelo, si el suelo está enarenado o no, tipo de plástico usado, y buen sellado del mismo, manejo del riego, etc.
Y por supuesto, del patógeno a controlar (Pérez y col., 2014a), de su capacidad de supervivencia en el suelo, de su susceptibilidad a las temperaturas y de la profundidad que sea capaz de colonizar el patógeno en el suelo.
Cómo ejecutar una correcta solarización
La técnica adecuada no se remite solo a la implementación del plástico, sino que es necesario un tratamiento previo del suelo que debe llevar aparejado necesariamente un riego, y ya de manera accesoria hay agricultores que también optan por un labrado. Además, los grandes terrones deben romperse, además de las piedras, así como eliminar los restos vegetales que aún pudieran quedar y cualquier otro objeto susceptible de poder romper el plástico. Este último, debe quedar alisado en su aplicación y a nivel de ser posible.
El film utilizado para las coberturas suele ser de polietileno, aunque en los últimos años la innovación también ha desarrollado otros a base de diferentes compuestos. El objetivo de la cubierta es dejar pasar la radiación y reducir a la mínima expresión el escape de calor. El estudio también hace referencia a que se puede usar plástico negro.
También se comercializan plásticos especiales capaces de disminuir el agua que se condensa en la cara interna, es decir, en contacto con el suelo, ya que la condensación reduce la radiación que atraviesa el plástico y dificulta el aumento de la temperatura.
Por tanto, la humedad del suelo se considera de gran importancia en la eficacia de la solarización, ya que el agua aumenta la conductividad térmica de éste y hace que el calor se reparta mejor y más homogéneamente por el mismo. Además el crecimiento de los microorganismos del suelo se ve favorecido por la humedad, haciéndolos más vulnerables a las altas temperaturas.