06 March 2018
La creciente necesidad de coordinación vertical en la cadena agroalimentaria, junto con la heterogeneidad de los miembros y la necesidad de capital adicional, ha influido en la naturaleza y la estructura cooperativa.
En ocasiones, la tendencia hacia la diferenciación, las operaciones a gran escala y la internacionalización son tan fuertes que los miembros tienen dificultades para gobernar y financiar las cooperativas, perdiendo su razón de ser como empresas cooperativas.
En este sentido, la posición en la cadena de suministro de alimentos, así como la estrategia adoptada para encontrar la mejor situación en la misma, se presenta como uno de los principales factores que determinan el éxito de las cooperativas en las cadenas alimenticias, junto con la gobernanza interna y el entorno institucional.
En un entorno de mercado competitivo, una cooperativa (como cualquier otra empresa) debe elegir su estrategia corporativa, que a menudo implica adoptar una estructura adecuada, la cual debe responder a sus propios requerimientos, debiendo preservar en la medida de lo posible los elementos intrínsecos y de definición de la cooperativa: propiedad y control por parte del agricultor.
Diversos académicos han analizado los cambios organizativos y estructurales que han realizado las cooperativas en sus procesos de crecimiento e internacionalización para responder con una mayor flexibilidad a las exigencias del contexto económico global y competitivo en el que operan.