23 May 2022
El plástico es uno de los mayores agentes contaminantes de los ecosistemas y es usado de manera común por agricultura, principalmente en los modelos de cultivo bajo invernadero. Su gestión entraña una importancia capital. En este artículo se analizan las oportunidades que brinda la economía circular para mejorar la gestión de los plásticos agrícolas.
Un material con historia
Las diversas funcionalidades del plástico lo han convertido en uno de los materiales más usados en apenas 200 años.
El primer contacto conocido del ser humano con este polímero data aproximadamente del siglo II a.C, cuando la cultura olmeca del Golfo de México fabricaba pelotas compuestas por caucho natural para sus rituales.
Sin embargo, hasta principios del siglo XVIII no se acuñaron los términos ‘polímero’ y ‘polimérico’, que marcarían el inicio del descubrimiento de los materiales conocidos en la actualidad, y desencadenarían en un crecimiento exponencial en su consumo.
Las características de los plásticos los convierten en uno de los mayores agentes contaminantes que afectan sobre los ecosistemas, principalmente los marinos.
Los polímeros plásticos tienen una elevada capacidad de fragmentación en partículas de bajo tamaño, como son los microplásticos y los nanoplásticos.
Su reducido tamaño les permite acumularse en los tejidos de los organismos vivos e interactuar con sus membranas lipídicas, pudiendo modificar la funcionalidad de sus células.
Por otro lado, también pueden actuar como vector de agentes contaminantes químicos. Los compuestos que se añaden en forma de aditivos para mejorar las características de los polímeros suponen un riesgo elevado para la salud de los organismos vivos. La degradación de los materiales provoca que se liberen al medio natural.
Algunos de ellos, como el bisfenol, han sido descritos como disruptores endocrinos, capaces de mimetizar a las hormonas de nuestro cuerpo.
¿Qué son los disruptores endocrinos?
Fuente: Escuela Andaluza de Salud Pública.
La acumulación en los mares y océanos se origina por el arrastre ocasionado por las masas de aguas superficiales y por las emisiones de aguas residuales –donde el polímero se encuentra mezclado, y tiene una elevada dificultad para su eliminación, por no ser retenidos mediante los sistemas de tratamiento, a causa de su reducido tamaño–, teniendo efectos perjudiciales tanto para su fauna y como para su flora.
Los ecosistemas terrestres también se ven afectados por el material. La agricultura intensiva es una de las actividades que originan vertidos de plásticos en los ecosistemas.
La incorporación de acolchados plásticos, rafias de entutorado o invernaderos, entre otros, ha desembocado en la acumulación de microplásticos en los suelos agrícolas o en la infestación interna de los animales de consumo, por ingerir biomasa agrícola mezclada con rafias de entutorado.
Se estima que el ser humano puede ingerir una media anual de 39.000-52.000 partículas de plástico por año y persona por interacción directa con microplásticos en su ingesta alimenticia.
Un mal a corregir
Como se relató en la primera entrega de esta serie dedicada a las posibilidades de la bioeconomía circular en la agricultura intensiva, la gestión de los residuos es una cuestión de importancia capital para la Unión Europea, proponiendo un cambio estructural y gradual de su actual sistema productivo basado en usar y tirar por otro fundamentado en la economía circular, que trata de minimizar los impactos medioambientales y la generación de residuos.
La problemática ocasionada por los plásticos ha llevado a que la Unión Europea realice una estrategia específica para la gestión circular del plástico.
La agricultura genera el 5 % de los residuos plásticos de la Unión Europea
En ella se combinan medidas que van desde cambiar la composición de los polímeros utilizados en la actualidad por materiales biodegradables y compostables, modificar el diseño de los insumos para favorecer su reutilización o extender la capacidad de gestión de los Estados miembros para hacer frente a la cantidad de residuos que se generan por las diferentes actividades económicas.
El mar de plástico almeriense
En este sentido, Castillo-Díaz et al. (2021) han analizado el estado actual y las oportunidades de futuro en la gestión de los plásticos agrícolas generados en una de las agriculturas bajo invernadero más importantes a escala mundial, la situada en la provincia de Almería.
La agricultura almeriense genera cada año 1.506,3 kilogramos de residuos plásticos por hectárea, lo que le llevó a producir casi 50.000 toneladas en 2020. Una proporción menor al 2 % se clasificaba como desechos peligrosos, al haber estado en contacto con productos químicos, como pueden ser los envases de los compuestos fitosanitarios.
El ascenso de la superficie de invernaderos que ha registrado en los últimos años el Modelo Almería lleva consigo un incremento en la generación de residuos plásticos y en las necesidades de gestión de los materiales.
Casi tres cuartas partes de los restos plásticos que se generan en la agricultura bajo invernadero de la provincia de Almería proceden de los materiales de cubierta (707,8 kg·ha-1·año-1), solarización (224,1 kg·ha-1·año-1) y dobles techos (135,2 kg·ha-1·año-1).
Esto provoca una producción estacional: en los meses de agosto y septiembre se generan casi el 90 % de la cantidad de desechos, debido a que se sustituyen los plásticos de cubierta de los invernaderos, finalizan los protocolos de desinfección, que emplean como técnica principal a la solarización; y comienzan los principales ciclos de cultivo.
Los polímeros plásticos usados habitualmente en el Modelo Almería son siete. El 96,9 % de la masa de los residuos se encuentra compuesta por polietileno de baja y alta densidad (LDPE y LLPE) y el polipropileno (PP). Sin embargo, la expresión en volumen de los materiales hace que el poliestireno (PS) incremente la significancia del material de un 0,4 % a un 25,6 %, a consecuencia de su baja densidad (30-50 kg·m-3).
La huella plástica de los productos hortofrutícolas producidos en el Modelo Almería es de 10,3 a 15,8 gramos de plástico por cada kilogramo de mercancía, una cantidad menor que la mostrada por otros sistemas de producción bajo invernadero internacionales la cual ronda los 20 g, a consecuencia de las diferencias existentes entre las especies vegetales cultivadas y sus necesidades de insumos.
El tratamiento de los plásticos
El tratamiento de los residuos en el Modelo Almería, tal y como se comentó en la primera entrega de esta serie, ha suscitado algunas crisis sanitarias por el vertido de residuos al espacio natural. Los plásticos agrícolas han sido uno de los elementos que han causado esta problemática.
Los agricultores del sistema bajo invernadero de la provincia de Almería realizan la gestión de sus residuos plásticos en un 96,2 % y 94,0 % para los desechos no peligrosos y peligrosos, respectivamente. El número de productores que no realiza el tratamiento del material es muy reducido.
La Administración destina partidas presupuestarias para eliminar los vertidos puntuales que pueden llegar a originarse. Este problema se observa en otras agriculturas intensivas tanto nacionales como internacionales.
El tratamiento de los plásticos agrícolas lo realiza un gestor autorizado, donde más de una veintena de centros efectúan el almacenamiento, valorización y/o reciclaje de estos residuos plásticos del Modelo Almería, que tiene un coste para el agricultor que ronda los 0,25 € por cada kilogramo de desechos plásticos generados.
Tras el análisis de una muestra de 10 centros de tratamiento, se identifica una especialización en la oferta de servicios de gestión. Existe un sistema de incentivos irregular, focalizado en aquellos plásticos que pueden ser reutilizados con mayor facilidad, siendo, además, los que presentan una mayor tasa de aceptación por parte de los centros de gestión (procedentes de los sistemas de riego o de las cajas de plástico).
Planta de tratamiento de residuos plásticos en el Poniente almeriense.
Por otro lado, los residuos plásticos que se obtienen a partir de la cubierta, solarización y dobles techos solo son aceptados por el 30 % de los centros de tratamiento, y algunos, como los generados por los guantes, trajes de protección personal o las colmenas de plástico, no se recogían en ninguno de los centros evaluados, quizás por su especificidad.
Los plásticos que se encuentran mezclados con biomasa agrícola, que presentan un avanzado estado de degradación o que tienen una suciedad adherida alta pueden no ser aceptados por los centros de tratamiento. El pretratamiento de los residuos que se realiza en las explotaciones de los productores es una actividad de importancia.
En cuanto a los residuos plásticos peligrosos, los agricultores depositan sus envases en un sistema de gestión integrado establecido por los propios productores de agroquímicos, que vela porque se realice un adecuado tratamiento de los sobrantes, una descontaminación de los envases y un reciclado de estos.
En la actualidad, casi la totalidad de fabricantes se encuentran adheridos a SIGFITO o AEVAE. En los últimos años, se ha expandido el número de asociaciones desde el sector de los fabricantes de fertilizantes, por extenderse el sistema propuesto para la gestión de los envases de los productos fitosanitarios establecido a principios del siglo XXI a estos.
A los residuos plásticos agrícolas almerienses se les aplica un reciclaje mecánico para obtener granza plástica como subproducto que sirva para la fabricación de insumos. Sin embargo, no todos los desechos se pueden aprovechar por esta técnica, a consecuencia de sus requerimientos (suciedad, espesor del plástico, estado de degradación, etc.).
La fracción restante se destina a obtener energía a partir de ellos. En este sentido, las directivas de gestión de residuos no consideran a los procedimientos de valorización energética como un método de reciclaje.
La oportunidad circular | Las oportunidades en el Modelo Almería pasan por aplicar los principios de la economía circular en todas sus fases de producción, reduciendo el consumo de plástico, reutilizando los subproductos generados y reciclando los residuos producidos
Materiales alternativos
En primer lugar se puede plantear una sustitución de los polímetros usados de manera tradicional por compuestos de naturaleza compostable o biodegradable, que facilitarían el tratamiento posterior que necesitan los materiales.
Sin embargo, la limitación tecnológica actual acota su foco de actuación a los acolchados y los elementos de entutorado.
El precio de los materiales puede provocar un incremento de los costes de producción de hasta 4.779,6 €/ha. No obstante, la Administración concede subvenciones que pueden paliar el incremento de los gastos de cultivo.
El uso de los materiales alternativos facilita la gestión externa de otros residuos como la biomasa agrícola. Las rafias empleadas en el entutorado de las plantas se podrían incorporar al procedimiento de compostaje industrial, evitando su separación previa.
También se identifican otras técnicas de cultivo que muestran un menor impacto económico, como son los acolchados de paja o cáscara de arroz. La presencia del enarenado dificulta su incorporación al suelo, por lo que se recomienda el uso de carillas sobre las líneas de cultivo.
En este sentido, el acolchado formado por cáscara de arroz e incorporado en carillas es la opción que menor gasto económico ocasiona.
Promoción administrativa
Por otro lado, se deben favorecer las medidas que promocionen el incremento de la tasa de entrega de los residuos a los centros de gestión, a pesar de superar el 90 %; el asesoramiento de los agricultores y el aprovechamiento de los subproductos.
En este sentido, la Administración ha propuesto establecer un sistema de trazabilidad que permita identificar a los pocos productores que no realizan la gestión de sus plásticos.
Este modelo se ha planteado introducir a través de un documento independiente o mediante el cuaderno de campo.
También se recomienda ampliar y homogenizar el actual sistema de incentivos que existe en los centros de tratamiento, con el objetivo de ofrecer a los productores de unas condiciones de gestión más atractivas.
El asesoramiento de los agricultores para gestionar los residuos plásticos es una operación de importancia, y no se emplea por la mayoría de las cooperativas y centros de suministro especializados.
La creación de un sistema digital de consulta público facilitaría la interconexión de los distintos agentes involucrados en la gestión de los desechos, facilitando a los agricultores el acceso a la información de relevancia.
Las nuevas dinámicas sociales y normativas requieren que los nuevos insumos plásticos se encuentren formados por polímeros biodegradables y compostables o con una cantidad mínima de material reciclado.
Los gestores de los desechos plásticos obtienen subproductos que forman parte de un mercado que se encuentra en expansión, pero donde el precio del petróleo puede influir de manera capital en el aprovechamiento de los subproductos, ante su relación directa con la tasa de reciclaje de plásticos de la Unión Europea, y puede interferir negativamente en la transición gradual hacia un modelo fundamentado en la economía circular.
Por ello, establecer un sistema de incentivos para los fabricantes de plásticos es una medida de interés para mantener y expandir la demanda de subproductos plásticos en aquellas épocas donde la cotización del precio del petróleo sea elevada, fomentado superar la cantidad mínima de subproductos que deben ir en los insumos.
En las reformulaciones normativas realizadas por el Gobierno de España en la actualidad se incluyen este tipo de medidas.
Reflexiones finales
La agricultura bajo invernadero de Almería es un modelo de producción que realiza un adecuado uso de los insumos de producción, y que presenta una huella plástica moderada, en comparación a otros sistemas de producción intensivos protegidos, donde por cada kilogramo de productos hortofrutícolas genera de 10,3 a 15,8 g de plástico.
Los residuos plásticos obtenidos tras la producción agrícola se tratan de forma mayoritaria por gestores autorizados. Las oferta especializada de servicios y las necesidades de pretratamiento de algunos plásticos suponen algunas de las barreras que los agricultores deben solventar para gestionar los plásticos.
Sin embargo, la agricultura protegida almeriense presenta diversas oportunidades para expandir la sostenibilidadde su modelo de producción y corregir los vertidos plásticos que pueden llegar a producirse fundamentadas en el marco de la economía circular.
Asimismo, estas pasan por implementar los polímeros biodegradables y compostables en aquellos insumos donde su uso sea viable, el empleo de técnicas de cultivo alternativas, extender y homogenizar el actual sistema de incentivos para los productores y fabricantes de plásticos agrícolas o el establecimiento de un sistema de asesoramiento digital destinado a los agricultores.