12 March 2021
Si el vino se hace en la cepa y solo con buena uva se elabora un buen vino, cabe pensar que el salto cualitativo que se ha producido en el sector del vino en los últimos cincuenta años tiene mucho que ver no solo con la innovación tecnológica en los procesos de elaboración del vino, sino también con la apuesta por sistemas de producción de uva de calidad.
Si se consideran las series estadísticas de producción del viñedo de los últimos cincuenta años, se observa cómo se ha reducido sustancialmente la superficie de viñedo para vinificación y ha aumentado su productividad, al mismo tiempo que se han modificado los sistemas de conducción de la vid y se ha incrementado la superficie en regadío.
Todo ello en paralelo con un gran incremento en el número de denominaciones de origen o sistemas de certificación de calidad y con un incremento de la exportación de vino cuyo volumen llega a superar al del consumo interno.
Los retos de la vitivinicultura española del siglo XXI
La vitivinicultura española del siglo XXI se enfrenta ahora a los retos de la globalización del mercado y del cambio climático, que demandan un concepto de cultivo basado en la sostenibilidad y un compromiso de adaptación a las nuevas condiciones climáticas.
El sistema de producción sostenible también es relevante para los viticultores, no solo en su aspecto ambiental sino también en lo relativo a su sostenibilidad económica, social y cultural, dado que la viticultura es una de las actividades que contribuyen al mantenimiento y desarrollo de las poblaciones en la denominada España vaciada.
Además, el cambio climático puede resultar un factor muy limitante para la viticultura, ligada tradicional y comercialmente al territorio mediante las denominaciones de origen y con escasa mejora genética y recambio varietal.
Por todo ello, este sector en el que parece primar la tradición está obligado a abonarse a la innovación, con múltiples vertientes de aplicación según el tipo de viticultura y de elaboración de vino que se quieran practicar. En este breve informe comentaremos tres sectores de innovación que se abren gracias al desarrollo científico y tecnológico en diversas disciplinas.
La vitivinicultura española del siglo XXI se enfrenta ahora a los retos de la globalización del mercado y del cambio climático
La tecnología de las imágenes y la viticultura
En primer lugar, cabe señalar las tecnologías que permiten interpretar imágenes a partir de diversos sensores y a distintas escalas, desde la propia cepa hasta la fotografía aérea y satelital, permitiendo monitorizar de manera no invasiva el rendimiento productivo, la composición de la uva, el estado fisiológico de la planta e incluso su estado fitosanitario.
Cuando éssta información se combina con datos meteorológicos, mediante aplicaciones de apoyo a la toma de decisiones, es posible maximizar la eficacia de los aportes de riego y fertilizantes o de los tratamientos de plaguicidas, consiguiendo un mayor efecto con un menor coste económico y ambiental.
Estas tecnologías claramente contribuyen al desarrollo de una viticultura más sostenible, ya que facilitan la optimización de los recursos tanto naturales como humanos. Además, las tecnologías de análisis no invasivo representan una apuesta clara para el estudio de variedades y clones, y de su comportamiento frente a factores como la temperatura o la disponibilidad hídrica, que se ven alterados por el cambio climático.
De esta manera, pueden ser útiles en la identificación de clones y de variedades más adaptadas a distintas condiciones. Estas tecnologías de sensores están evolucionando muy rápidamente en su aplicación a la agricultura en general, y al viñedo en particular, un cultivo de alto valor añadido en el que tienen aplicaciones muy interesantes.
La aplicación de la secuenciación masiva para conocer el entorno biológico del viñedo
Si disponer de información sobre el estado fisiológico y sanitario de la planta permite mejorar la sostenibilidad de su cultivo, lo mismo ocurre con la información sobre el entorno en el que se desarrolla la vid.
Tradicionalmente el entorno vitícola se ha considerado como el conjunto de circunstancias que rodean al viñedo, tanto edafoclimáticas como culturales, es decir, las asociadas al manejo del cultivo.En una visión más agroecológica, el entorno incorpora también la fauna y la flora que lo acompañan.
Sin embargo, el concepto de entorno está cambiando rápidamente, y las nuevas tecnologías de secuenciación masiva están descubriendo un mundo biológico invisible, que incluye no sólo microorganismos endófitos o epífitos que viven dentro o sobre la propia planta, sino también los microorganismos y microfauna del suelo.
Estos organismos y microorganismos, y sus complejas interacciones, ejercen efectos positivos o negativos sobre la producción y la sanidad del cultivo. El conocimiento de estas comunidades biológicas, que conviven con la vid, abre todo un abanico de posibilidades de innovación a desarrollar en un marco de viticultura más sostenible, por ejemplo, el conocido uso de micorrizas o de microorganismos, como especies del género fúngico Trichoderma, que favorecen el enraizamiento o la defensa frente a hongos patógenos.
De igual forma, conocer la biología reproductiva de patógenos y plagas permite la toma de decisiones para realizar tratamientos más efectivos y sostenibles de plaguicidas o el desarrollo de tratamientos preventivos en vivero.
Un conocimiento profundo de la biología de la reproducción de las plagas más importantes y de las feromonas implicadas, facilita el desarrollo de estrategias muy específicas de defensa del cultivo. Un ejemplo bien conocido y de amplia utilización es el caso de la confusión sexual que permite un buen control de la polilla del racimo.
La secuenciación del genoma de la vid y la innovación varietal
Finalmente, la secuencia del genoma de la vid, con toda su información genética, y las nuevas tecnologías de secuenciación masiva permiten avanzar enormemente en el conocimiento de la diversidad genética que existe dentro de una variedad o entre distintas variedades, y establecer sus relaciones de parentesco.
En poco más de una década, estas herramientas han permitido identificar genes y mutaciones responsables de rasgos muy importantes de la vid, como la resistencia a enfermedades, el color de la uva, el aroma moscatel o la ausencia de semillas.
Herramientas moleculares desarrolladas a partir de la información de las secuencias genómicas permiten, por ejemplo, una rápida identificación de la variedad a la que puede pertenecer una antigua cepa prefiloxérica y sus posibles parientes, o determinar la presencia de una mutación específica en un clon.
Esta información y estas herramientas facilitan el camino de la innovación varietal en la uva de vinificación, acelerando los procesos de mejora genética de nuevas variedades mediante hibridaciones dirigidas o la selección de variantes espontáneas en la mejora de las variedades elite más importantes, como Tempranillo.
Estas variedades élite, que en algunos casos se cultivan desde hace siglos e incluso milenios, podrían tener posibilidades adicionales de mejora gracias al conocimiento sobre qué genes y variantes génicas pueden perfeccionar sus características y a la posibilidad de edición génica mediante la nueva tecnología CRISPR/Cas.
Frente a los retos que genera la necesidad de adaptación al cambio climático y de incrementar la tolerancia a plagas y enfermedades, tanto el desarrollo de nuevas variedades como de nuevos clones de variedades elite pueden ser importantes, dependiendo del tipo de viticultura al que vayan dirigidas.
N.A. Todas las imágenes de este contenido pertenecen al Servicio de Investigación Agraria y Sanidad Vegetal del Gobierno de la Rioja – Instituto de Ciencias de la Vid y del Vino