24 November 2020
La innovación persigue, como objetivos, la orientación al mercado, la eficiencia, la sostenibilidad y los costes. Las herramientas necesarias para hacerla posible son las ideas y las tecnologías, convencionales y digitales. Los proyectos son el plan de trabajo.
¿El consumidor o el cliente?
El objetivo esencial de la actividad de la cadena de valor agroalimentaria es la alimentación de las personas. Sin embargo, es poco frecuente vender directamente al consumidor final.
Salvo un porcentaje muy reducido de empresas que utilizan el comercio online, la gran mayoría suministramos nuestros productos a las empresas de la distribución o al canal Horeca.
Por tanto, tenemos que pensar en los intereses de consumidores y, a la vez, de nuestros clientes inmediatos.
Las grandes tendencias de la demanda de alimentos son la salud y la sostenibilidad, especialmente en las sociedades con un nivel de desarrollo avanzado como la europea. Sin embargo, hay una gran diversidad de comportamientos.
- Hay grupos de la población que quieren alimentarse para fortalecer sus defensas y prevenir la enfermedad, como ocurre en el contexto del COVID
- Otros para garantizar la protección del entorno, o el desarrollo económico de determinados territorios
- Otros solo consideran importante el sabor y el disfrute
Son diferentes nichos de mercado que, en su elección siempre demandan calidad.
No obstante, hay un importante volumen de personas, tanto en nuestro entorno como en otras sociedades en desarrollo, cuyo único objetivo es satisfacer sus necesidades básicas.
En este caso, lo que buscan en los alimentos, es un precio bajo y una calidad mínima y constante.
El objetivo esencial de la actividad de la cadena de valor agroalimentaria es la alimentación de las personas
La distribución alimentaria solicita a las empresas alimentarias productos con una calidad y precio que les permita fidelizar a sus clientes y, a la vez, mantener sus márgenes y rentabilidad.
También desean diferenciarse en su nicho o segmento de mercado, además de incorporar valores añadidos que les permita crecer o reducir sus costes operacionales.
Si queremos crecer en este mercado necesitamos reinventarnos continuamente, ofertando productos o servicios por los que nuestro cliente inmediato esté dispuesto a pagar más.
La eficiencia y los costes
Tradicionalmente, por la presión de los clientes, las empresas alimentarias han orientado su innovación hacia una mejora de la eficiencia de los procesos productivos, reduciendo el uso de materias primas o reduciendo los subproductos o residuos, mejorando la productividad de la mano de obra, mecanizando o automatizando, o mejorando la eficiencia del uso de la energía
Todavía es posible avanzar en esa vía.
El desarrollo de la bioeconomía, y las tecnologías asociadas, está abriendo la puerta a buscar la valorización de los subproductos y los residuos.
Es posible transformar las biomasas en una amplia gama de productos que van, desde los extractos para el sector alimentario, farmacéutico o cosmético, hasta la obtención de compuestos básicos a partir de los cuales obtener biofertilizantes, bioplásticos, composites, ingredientes para la alimentación animal, o biocombustibles, o la valorización energética en forma de biogás.
La sinergia industrial, entrando en otras cadenas de valor diferentes a la alimentación, es una oportunidad para las empresas agrarias y alimentarias.
La sostenibilidad y las políticas públicas
Hay una parte de la sociedad a la que le preocupa el cambio climático o que las futuras generaciones puedan acceder a los mismos recursos naturales que estamos disfrutando nosotros.
Exige una economía sostenible. Es un movimiento social que va más allá del sistema alimentario, pero que lo condiciona, como al resto de las actividades humanas. De hecho, buena parte de las políticas que se están desarrollando en muchos países, especialmente los desarrollados, van en esa línea.
En este momento, en nuestro entorno, la sostenibilidad viene impuesta desde las administraciones. Un ejemplo de esta realidad es el pacto verde, o Green Deal propuesto por la nueva Comisión europea en diciembre pasado. El objetivo general planteado es alcanzar la neutralidad climática en 2050, para lo que consideran necesario reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en la UE entre el 50 y el 55% para 2030.
En este marco, la producción de alimentos es el objetivo de la estrategia De la granja a la mesa, pero también se ve afectada por la Estrategia de Biodiversidad y por el Plan de acción de la economía circular.
La estrategia De la granja a la mesa plantea seis grandes objetivos para el sector agroalimentario:
- Avanzar hacia explotaciones agrarias y una cadena de valor climáticamente neutrales.
- Reducir las pérdidas de nitrógeno y de fósforo en el conjunto del sistema productivo, hasta un 50%, sustituyendo los fertilizantes de origen fósil por biofertilizantes.
- Reducir el uso de fitosanitarios en un 50% en 2030, a través de la introducción de control integrado de plagas;
- Reducción del uso de antimicrobianos en el mismo porcentaje y tiempo;
- Incrementar la superficie cultivada en condiciones ecológicas hasta un 25% del total de la UE;
- Promover el consumo de dietas saludables y sostenibles a través de la información a los consumidores.
Hay otros objetivos adicionales para la cadena alimentaria, derivados de la Estrategia de Biodiversidad o el Plan de acción de la economía circular:
- Los sistemas alimentarios deben contribuir a restaurar los ecosistemas de la UE y, a la vez, proveer a la sociedad de servicios ecosistémicos.
- Hay que disminuir las pérdidas de alimentos a lo largo de todo el proceso de producción y comercialización.
- La aplicación de estrategias de ecodiseño en todos los procesos productivos, para reducir la utilización de recursos naturales, reducir los residuos generados y alargar la vida útil y la permanencia de los productos en el sistema económico.
- La sustitución de envases y plásticos basados en recursos fósiles por otros que tengan un origen renovable: bioplásticos compostables o biodegradables.
Ideas para innovar en el sector agroalimentario
A la vista de los retos de la cadena de valor, las empresas deben decidir cómo abordar sus estrategias de futuro: los objetivos que se van a plantear y el plan de trabajo para alcanzarlos. Pueden ser tanto en el ámbito organizativo como en el productivo.
Cualquiera de ellos requiere un análisis de la situación de partida y de las opciones y posibilidades de futuro. En cualquier caso, lo más difícil es encontrar las ideas para plantear los objetivos de innovación.
Cuando analizamos la encuesta nacional de innovación en el sector agroalimentario podemos comprobar dónde encuentran las empresas españolas las ideas para innovar.
En la mayoría de las ocasiones proceden de los proveedores y de los clientes, de los equipos internos, los competidores y los asesores y, en menor medida, de los centros tecnológicos y de los centros de investigación.
Podría decirse que, en España, las empresas agroalimentarias innovadoras, que son en torno al 10% en la producción primaria y del 20% en la transformación, solo miran dentro de su propio sector.
En nuestro país tenemos una gran actividad de investigación, tanto en centros de investigación como en Universidades o en centros tecnológicos. Allí se están generando ideas que deberían ser compartidas y consideradas con más frecuencia.
También contamos con otros sectores de la economía, como el automovilístico, el aeronáutico, el energético o el químico, por nombrar algunos, en los que se están desarrollando y aplicando nuevos modelos de negocio y nuevas tecnologías, a las que habría que prestar atención.
Así mismo, disponemos en nuestro entorno de una red, cada vez más amplia, de incubadoras de empresas en las que algunos emprendedores tratan de transformar sus visiones en realidades empresariales.
En mi opinión, toda esa red de ideas no se utiliza suficientemente. Necesitamos puntos de encuentro para compartir opiniones, desarrollos y propuestas que promuevan la innovación. Se necesitan la participación de empresas ya consolidadas, de centros de generación de conocimiento, de las incubadoras, y de todas aquellas personas que, desde dentro y fuera del sector, pueden contribuir a su evolución.
Cuanto mayor sea la diversidad de las contribuciones, en disciplinas, origen, formación, cultura o aproximación a los retos, mejor será el caldo de cultivo para el desarrollo de proyectos innovadores.
Plataforma Tierra puede jugar ese papel
Las tecnologías convencionales
Las explotaciones agrarias, las empresas y el conjunto del sistema alimentario han venido mejorando su posición competitiva adaptando su organización y sus estrategias comerciales a las exigencias del mercado. Además, han incorporado las mejoras que se han producido en las tecnologías convencionales.
La biología y la biotecnología han puesto a disposición del sector herramientas para mejorar la eficiencia en los procesos productivos. La mejora genética, junto con la fisiología, la nutrición, la inmunidad o la lucha contra plagas y enfermedades han evolucionado de forma muy rápida.
En los últimos años contamos con los avances en genómica, que nos permite:
- Acelerar los procesos de mejora, tanto en la producción vegetal como en la producción animal o en la industria alimentaria,
- Conocer con precisión las necesidades de las plantas, los animales y las personas,
- Profundizar en la fisiología de los microorganismos, tanto los patógenos como los que integran el microbioma del suelo o del aparato digestivo.
Por otra parte, la biología fundamental o la ecología nos proporcionan aproximaciones diferentes.
Todas las tecnologías asociadas a la ingeniería han permitido mejoras en la productividad y en la eficiencia en el uso de todo tipo de recursos, desde los naturales a la mano de obra o la energía, etc. La mecanización, la automatización, y más recientemente, la robotización de todas aquellas tareas en las que se puede sistematizar la toma de decisiones, están ayudando en ese proceso.
La transformación digital
La sensórica, la aviónica y las ciencias del espacio son capaces de generar un gran volumen de datos, que los podemos transformar en imágenes e información. Por otra parte, se están creando plataformas en las que es posible conectar a todos los interesados en cualquier asunto o evento, en todo el mundo.
Las posibilidades de las conexiones son ilimitadas a medida que se incrementa la capacidad computacional y surgen nuevos sistemas de comunicación. Las herramientas digitales se basan en algoritmos que nos dan respuestas inmediatas, a coste casi cero una vez que los hemos puesto en marcha, y con total precisión y fiabilidad.
En este contexto surge la transformación digital. Podemos utilizar todos esos datos, la información derivada y la conectividad para abordar cambios radicales en nuestras empresas.
Tenemos la oportunidad de incorporar estrategias de mejora continua en nuestros procesos productivos, con herramientas de apoyo a la toma de decisiones que nos aporta toda la información necesaria o incluso nos propone una solución concreta.
Nos da la posibilidad de modificar los modelos de negocio, para acercarnos al consumidor final, sin necesidad de pasar por la distribución. Y, por último, nos permite conectar directamente con los usuarios finales de nuestros productos, e incluso con aquellos que no lo son.
Los proyectos de innovación
Un proyecto no es sino la organización de los recursos disponibles para alcanzar un fin, que tiene un programa de trabajo, un calendario y un presupuesto. La innovación también requiere de proyectos enmarcados en la estrategia de cada una de las explotaciones o empresas.
Primero tenemos que saber dónde vamos, nuestra estrategia, y, después, organizar el viaje, el proyecto de innovación. Necesitaremos saber el medio de transporte que queremos utilizar, buscar el compañero de viaje que deseamos, adaptado a nuestras necesidades y capacidades, e iniciar el camino.
En la plataforma Tierra encontraremos los retos, las ideas, las tecnologías, las bases para la transformación digital y, en general, todas las herramientas necesarias que un productor, una empresa agroalimentaria o cualquier agente del sistema agroalimentario pueda desarrollar su estrategia y poner en marcha sus proyectos de innovación.