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Fernando Ortega MedieroEspecialista en innovación y sostenibilidad
9 min

La innovación: herramienta clave en nuestro complejo ecosistema agroalimentario

04 March 2025
Economía Agroalimentaria
Sostenibilidad
Investigadora en un laboratorio

04 March 2025

Empezar una colaboración siempre supone un reto para ambas partes intervinientes. Por tanto, requiere comenzar con una dinámica que marque y establezca cuáles van a ser las directrices que van a fijar la misma y que se traduzca en una clara declaración de intenciones del que uno y otro espera. 

Por esta razón he optado por una herramienta tan fundamental para la agroalimentación para ser mi primer tema a comunicar con Plataforma Tierra. 

Conceptos como volatilidad, incertidumbre, ralentización inundan de forma directa e imparable, y a veces de forma excesiva, el entorno en que se mueve nuestro sector agroalimentario. Las razones son diversas y en su mayoría objetivas y demostrables, siendo un vehículo claro de transmisión y semejanza de situación para gran parte de los eslabones integrantes del ecosistema agroalimentario actual.

Siempre destaco y pongo de relieve el enorme efecto que está teniendo el cambio climático sobre los ciclos y dinámicas agrarias (agrícolas y ganaderas). Los datos de pluviometría con una reducción cercana al 30 % en el presente año (referente al anterior que ya fue malo) y además concentrada en episodios muy concretos; las nuevas estratificaciones de temperaturas con inviernos más suaves y veranos tórridos junto a fenómenos climáticos que fomentan la pérdida de suelo cultivable productivo y una clara disminución de las cosechas (en cantidad menos en calidad) y que los tiempos de cosecha/recolección cambien y se distancien en el tiempo respecto de los habituales. 

Lo mismo podemos establecer en la parte ganadera (más tiempo de engorde, zoonosis, menores rendimientos), lo que se traduce en una afectación totalmente directa en los primeros eslabones de nuestro ecosistema agroalimentario, aguas arriba, y un efecto cascada multiplicador aguas abajo con la inmediata elevación de costes y precios.

El siguiente punto clave es la situación geopolítica y geoestratégica, de forma que esta variable ha entrado a jugar sus bazas también en la alimentación (si no era ya considerada en nuestra historia como arma de negociación/presión en las numerosas confrontaciones que desde tiempos inmemoriales se han padecido). 

Las tensiones entre países se han traducido en afectaciones a decisiones sobre áreas habituales de producción agroganadera o agroindustrial, con el consabido efecto sobre la disponibilidad de materia prima, producto intermedio o producto final. También, obviamente, sobre importantes insumos que constituyen parte de nuestro escandallo: la energía, los fertilizantes, los materiales fungibles, los equipos y maquinaria todos ellos confluentes en nuestros alimentos.

Añado al término anterior que parte de estos insumos han pasado a ser atractivos para determinados operadores externos al sector, que han visto una alternativa de inversión ante la rebaja de rentabilidades de los mercados habituales de renta fija o variable. ¿Por qué no destinar parte la cartera a commodities o a futuros de agua?

Clarificador el impacto cuando la especulación entra en juego. Frases como las pronunciadas por Larry Fink, fundador y CEO de BlackRock, generan inquietud: “Hablamos mucho de los precios del petróleo, pero la comida es un problema mayor”; “Hay que estar preocupados por los precios de los alimentos”; o la citada directamente por Rai Dalio: “¿Cómo protegemos nuestros ahorros? Esta es la pregunta de nuestra generación. En los próximos 10 años, veremos que activos son reserva de valor que protejan de la inflación. Hay que invertir en bienes básicos, como en nuestra casa o en la producción de comida”. 

Ambas colocan en el foco de la inversión financiera al sector agroalimentario de forma directa y generando una alternativa confiable y duradera.

La implantación de la sostenibilidad como factor estratégico en la actividad y desarrollo económico, social y medio ambiental (sus tres ejes por el momento en desequilibrio). Con su expresión más clara y palpable en el GREEN DEAL y FROM FARM TO FORK. Seguramente a una velocidad de introducción y desarrollo superior a la que el sector puede digerir y asimilar. Principalmente con el importante cuerpo legal competente directo generado de afectación directa al sector y a sus costes (energía, envases, desperdicio, laboral, aumento de la burocratización del sistema –ej.: cuaderno de campo, trazabilidad…–).

En último lugar, a modo de cajón de sastre conjunto, incluyo toda una serie de vectores que de una forma u otra han afectado por hechos o decisiones ocurridas en el pasado. Así pues, debemos recordar que hemos padecido una pandemia y que a la salida de la misma se produjo un fuerte choque de oferta, como también las políticas macroeconómicas generadas donde se premiaba la abundancia de liquidez en el sistema. La indiscutible inflación de oferta que padecemos también tiene sus raíces in illo tempore.

La confluencia de todas ellas en el mismo espacio-temporal ha derivado en consecuencias que difícilmente podremos superar en el breve y corto plazo, por muchas medidas y buenas palabras que oigamos o se pongan en marcha provenientes del propio del propio sector (contención en el traspaso de costes a precio –reducción de márgenes–), del gobierno o de agentes (bajada limitada de IVA o ayudas) que cohabitan en el ecosistema agroalimentario.

Hasta aquí queda claro el marco y entorno donde se mueve el sector agroalimentario, si bien debo añadir un factor más: su elevada complejidad. Este hecho es relevante cuando se intentan aplicar modelos o políticas que desde un punto de vista teórico o de óptica exterior funcionan. Son múltiples las interacciones que se generan y producen entre los eslabones constituyentes de la cadena de valor y aprovisionamiento.

Los operadores en muchos casos tienen intereses y estrategias no solo divergentes sino contrarios, con visiones y estrategias cortoplacistas poco dadas al acuerdo/consenso. Es por ello que es necesario hacer planteamientos con una visión integral e integrada, hacia el medio-largo plazo, con un amplio y extenso conocimiento de la operativa, el negocio, la aportación de valor y en definitiva hacer aflorar aquello que se constituye en fortaleza y oportunidad.

La agroalimentación desde siempre ha tenido en sus genes fijada y establecida LA INNOVACIÓN, y me parece una herramienta, un vector, un factor de vital importancia para superar el diágnostico de entorno e interno que tenemos en nuestro sector

El problema es que tenemos el genotipo de la innovación, pero no se ha transformado en fenotipo, bien tal vez en determinadas ocasiones, pero no es la dinámica habitual.

La innovación se ha asociado de forma mayoritaria al producto, a generar “algo tangible” en entornos muy determinados y no accesibles. En cierto modo se me asemeja a la pariente pobre dentro del triunvirato I+D+i, en tercera posición y en minúscula. Cuando la realidad es que su potencial es superior en modo y forma a cualquiera de sus dos elementos precedentes (Investigación y Desarrollo).

La innovación es motor de cambio aplicado a todos los niveles de gestión, procedimiento, proceso, sistema, operativa. En un ecosistema agroalimentario que está virando claramente hacia el consumidor final, por qué no poner el foco en cómo podemos llegar, interaccionar, abastecer, satisfacer, mejorar, dar valor añadido, rentabilizar mediante la potente herramienta de la innovación.

Xavier Marcet afirma: ”Innovar es poner el futuro en las agendas del presente”. Toda una declaración de principios e intenciones, con una concreta e ilimitada aplicabilidad. Cuando innovo, intuyo y genero a la vez. Mezclo lo que vendrá con lo práctico para poder tener un mejor posicionamiento

En definitiva, se está generando una cultura que lleve implícita de forma general la innovación. No limito al laboratorio, a los de I+D o a “los de marketing”: realizo un claro ejercicio de transversalidad entre las diferentes áreas y departamentos que componen las organizaciones.

INNOVO (sí, en primera persona y verbo en acción) en comunicación, en cómo aplico y gestiono el escandallo, en la gestión de energía, en el diseño de una nueva fábrica o en la ampliación de la actual, en el proceso productivo y logístico, en la negociación con la distribución moderna, en el envase, en la aplicación práctica de la sostenibilidad; junto a muchos ámbitos más y todo ello englobado en como una acción común dirigida al consumidor/cliente.

La innovación se aprende aplicando método y sistema, se aprende mediante formación con talleres de aplicación práctica. Generando el caldo de cultivo idóneo mediante trabajo en equipo liderado, con objetivos, midiendo su implantación y resultados. Transformando la cultura y formas de trabajo en las diferentes actividades relacionadas con la alimentación.

Significa que toda la organización trabaja con esta cultura de innovación, y de ahí se hace escalable al sector agroalimentario en toda su amplitud. 

En la parte primaria es necesario hablar de intensificación sostenible (agroecología, intensificar, ser eficientes, reducir –economía circular–). 

En la parte secundaria se hace prioritaria la seguridad alimentaria, la trazabilidad, la eficiencia energética y productiva. 

Y en la parte terciaria la reducción del desperdicio alimentario, la democratización de los alimentos, la reducción a mínimos de las roturas de stock y ajustar al máximo la demanda a la venta junto a incrementar la experiencia de compra fidelizando al consumidor.

Generar la participación conjunta y necesaria del resto de los agentes que participan el ecosistema alimentario tales como centros, universidades y escuelas de negocio, clústeres, institutos que orbitan entorno al núcleo central de la cadena de valor. 

Sin olvidar la Administración (en sus diferentes niveles: europea, nacional, autonómica y local) en sus vertientes tanto de acción punitiva, impositiva y gravosa como en la de facilitadora, financiadora o difusora de políticas que afectan de una forma directa.

Apliquemos aquello que expresó en su día Thomas Edison: "La genialidad es 1 % de inspiración y 99 % de transpiración”, de sentido e implementación directa a la dinámica de la innovación. 

Y menos aquello que expresó el tenor Alfredo Kraus: “La ópera está en un pedestal al cual no pueden acceder todas las personas pues depende de su estatus y condición”; la innovación se difunde, se extiende, se relaciona y aplica en todos los niveles tanto de las organizaciones como de la sociedad.

Con equipos multidisciplinares inmersos en todo el universo AGROFOOTECH, junto a la incorporación de herramientas como la transformación digital, nuevas tecnologías y nuevas formas de gestión de negocio

Veamos como oportunidad la diana que han fijado los private equity y fondos en general hacia la inversión en empresas para el desarrollo, mediante la necesaria profesionalización, de todo su potencial y realidad.

En definitiva, INNOVAR como elemento clave para el desarrollo, crecimiento, evolución y estabilidad de un sector estratégico pilar básico de nuestra economía. 

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