28 October 2022
La pérdida media anual de suelo agrícola por la erosión en España está en torno a las 30 toneladas por hectárea y año, un valor tres veces superior a la merma de terreno que sufren las zonas forestales y que significa que el campo español está sufriendo un "proceso erosivo alto".
El dato está contenido en la Estrategia Nacional de Lucha contra la Desertificación que ha publicado este año el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco), que sitúa en las 25 toneladas por hectárea y año, la barrera a partir de la cual se puede concluir que se ha entrado en un estado de alta erosión.
Tal y como recoge Efe Agro en un artículo de Rubén Figueroa, no es la situación en la que se encuentran los 23,9 millones de hectáreas de superficie agrícola que hay en España, ya que se trata de un valor promedio y, como tal, esconde que hay zonas con erosión muy alta y otras en las que este proceso está controlado, gracias, en parte, a un mejor laboreo del suelo.
Agricultura y suelo, una relación ‘contraintuitiva’
La agricultura y la conservación del suelo mantienen una relación "contraintuitiva" desde tiempos ancestrales, señala el investigador del Instituto de Agricultura Sostenible del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), José Alfonso Gómez, ya que labrar, quitar las malas hierbas y mantener sana una tierra de cultivo supone, a su vez, quitarle protecciones ante la erosión.
La labor agrícola acelerara la descomposición de la materia orgánica de los suelos y los despoja de su cubierta vegetal, por lo que las tierras quedan más frágiles y expuestas a los efectos erosivos del agua y el viento, comenta Gómez a Efeagro.
"El suelo se forma de manera natural a una tasa muy, muy lenta, de menos de una décima o una centésima de milímetro al año, y en el momento que la erosión comienza a ser acelerada se va perdiendo más suelo del que se genera, por lo que a medio o largo plazo se pierde mucha capacidad productiva", explica el experto del CSIC José Alfonso Gómez
La paradoja es que el suelo de una explotación agrícola puede estar degradándose durante décadas o cientos de años y, sin embargo, que su producción mejore gracias a las técnicas de la agricultura, que introduce nuevos fertilizantes y otros procedimientos que "enmascaran" la pérdida de suelo, continúa Gómez.
"Esto no es sostenible indefinidamente y nos hace más dependiente de insumos externos y variaciones en el clima", asevera el investigador, por lo que el reto es conseguir que la pérdida de suelo sea pequeña y cercana a la tasa de formación de suelo, o incluso mejorarla.
Tasa tolerable de pérdida de suelo
La tasa de pérdida máxima tolerable de suelo en España se sitúa en torno a dos o tres toneladas por hectárea y año, pero en el 42 % de la superficie (agrícola y forestal) de todo el país las pérdidas son superiores a las 5 toneladas por hectárea y año, según el informe el Miteco.
Lo ideal sería que la tasa de pérdida de suelo estuviese por debajo de una tonelada por hectárea, apunta Gómez, ya que una tonelada es menos de una décima parte de un milímetro en profundidad.
Las mayores tasas de erosión se producen en los cultivos leñosos sin un conveniente manejo de la cubierta vegetal, y en los cultivos en pendientes inadecuadas sin prácticas de conservación del suelo, pero la clave del control de erosión no es tanto el tipo de cultivo, sino el manejo de suelo que se hace en la explotación.
Convencionalmente se usa un 30 % de cobertura como el valor a partir del cual la cubierta vegetal empieza a tener un efecto sobre la reducción de la erosión, siendo esta reducción muy pequeña con un 30 % y muy alta con un 80-90 %, según recoge el informe.
Con una agricultura de conservación, los valores de pérdida de suelo se acercarían al equilibrio deseado, concluye Gómez, y el campo quedaría más protegido ante la erosión hídrica y la eólica, sobre todo cuanto tienen lugar episodios de fuertes tormentas y vientos que arrastran las partículas de suelo.
Imagen del artículo: Dave Lowe.